La decisión del gobierno de Donald Trump de imponer aranceles a la importación de aluminio y acero provocó advertencias de empresas y socios comerciales de Estados Unidos de que la medida provocaría una guerra comercial.
Trump dijo que los aranceles, que entrarán en vigencia en 15 días, son necesarios para proteger a los trabajadores estadounidenses. Las empresas dicen que el impuesto de 25% sobre el acero y de 10% sobre el aluminio importados elevarán los costos, lo cual se transmitirá a los precios al consumidor y podría eliminar muchos empleos.
Trump critica sobre todo a China por prácticas comerciales desleales y por el dumping de acero barato en los mercados globales, lo cual rebaja los precios; pero los expertos dicen que los nuevos aranceles no afectarán mucho a China y en cambio perjudicarán a aliados cruciales como la Unión Europea y Corea del Sur.
La medida causó consternación fuera de Estados Unidos.
El gobierno chino dijo que se “opone enérgicamente” a los aranceles, pero no dio indicios de concretar las amenazas de tomar represalias.
El canciller japonés Taro Kono dijo que “estas medidas podrían afectar significativamente la relación económica y de cooperación entre Japón y Estados Unidos, que son aliados.
La Unión Europea expresó la esperanza de quedar exenta de los aranceles, como ocurrió con México y Canadá, o que el asunto se resuelva mediante arbitraje en la Organización Mundial de Comercio. En caso contrario, la UE prometió tomar represalias.
“Tendremos que proteger nuestra industria con medidas que restauren el equilibrio”, dijo la comisionada de Comercio de la UE, Cecilia Malmstroem, quien confirmó que los Estados miembros están elaborando una lista de productos a los que se aplicarán aranceles de represalia, como vaqueros Levi’s, motos Harley Davidson, bourbon y otros productos.
El presidente de Eurofer, la principal federación siderúrgica europea, dijo que las razones de Trump para aplicar aranceles eran absurdas y que la medida provocaría la pérdida de miles de empleos.
Los aranceles costarían pérdidas comerciales de 2,600 millones de dólares anuales a la UE y 1,100 millones a Corea del Sur, dijo Chad Bow, del Instituto Peterson sobre Economía Internacional.
No es una cifra muy alta para la economía en su conjunto, pero sí para la rama industrial afectada.
Por su parte, el presidente argentino Mauricio Macri se comunicó telefónicamente con Trump para expresarle su “preocupación por el efecto negativo de estas medidas”, detalló un comunicado de la presidencia de Argentina.
De acuerdo con la versión oficial el mandatario estadounidense “se comprometió a evaluar su pedido para que la Argentina sea exceptuada de cualquier medida restrictiva que afecte las exportaciones de acero y aluminio” a Estados Unidos.
El Ministerio de Producción informó que esa cartera y la Cancillería enviaron el viernes pasado sendas notas al titular del Departamento de Comercio y al Representante de Comercio de Estados Unidos argumentando que, por la baja participación que tienen las ventas nacionales en el mercado norteamericano, Argentina debería quedar exenta de la aplicación arancelaria.
Al respecto indicaron que las exportaciones argentinas representan sólo 0.6% del acero y 2.3% del aluminio de todas las importaciones que hace Estados Unidos en ambos rubros y el país sudamericano “no es causante ni contribuye a las distorsiones” que afectan a los mercados mundiales y al país norteamericano.
La Cámara Argentina del Acero manifestó su preocupación porque se podría generar un desvío de comercio hacia Latinoamérica, y Argentina en particular, de productos de acero, que “muchas veces ingresan en condiciones de comercio desleal provenientes desde países como China, Corea del Sur, Vietnam, Rusia, y Ucrania”.
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