Franco, de 38 años, activista por los derechos de las comunidades marginadas y crítica de la brutalidad policial, fue asesinada a tiros en su automóvil junto con su conductor por dos hombres en Río de Janeiro el miércoles por la tarde. Ella estaba conduciendo desde un evento de empoderamiento de mujeres negras.
Manifestantes en Río de Janeiro se reunieron frente a la Asamblea Legislativa, sosteniendo carteles recordando a Franco y cantando contra el presidente brasileño Michel Temer. Los manifestantes en Sao Paulo marcharon por la Avenida Paulista con una pancarta que decía “¿Quién mató a Marielle?”.
Miembro del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Franco era conocido por su trabajo social en los barrios marginales o ’favelas’ de Río, y había ganado el quinto conteo de votos entre los concejales de la ciudad cuando fue elegida en 2016.
Los defensores públicos del estado de Río de Janeiro dijeron que la muerte de Franco se asemejaba a una ejecución y que podría estar relacionada con su trabajo de defensa.
El jefe de seguridad pública de Río, Richard Fernández Nunes, prometió una investigación completa sobre la muerte.
El grupo de derechos humanos Amnistía Internacional ha condenado el asesinato y ha pedido a las autoridades brasileñas que garanticen una investigación “pronta, exhaustiva e imparcial”.
El 16 de febrero, el presidente brasileño, Michel Temer, firmó un comando que pone a los militares a cargo de la seguridad en Río de Janeiro.
