PARÍS – Una importante huelga en el sector ferroviario francés paralizó el martes el afamado servicio de trenes de alta velocidad del país, dejando a los pasajeros varados o buscando otras opciones de transporte, en el mayor examen hasta la fecha para la estrategia económica del presidente Emmanuel Macron.
La empresa ferroviaria estatal, SNCF, dijo que alrededor del 12 % de sus trenes circulaban el martes, en el primero de una serie de paros convocados para los próximos tres meses. El tránsito de las líneas Eurostar que unen el país con Gran Bretaña y los trenes a Alemania también se vieron alterados, aunque la mayoría circulaban sin problemas.
Los pasajeros descartaban moverse en ferrocarril, buscando alternativas en carreteras colapsadas y compartían consejos para viajar en internet. En la estación de Lyon, en el este de París, los andenes estaban tan llenos que algunos viajeros esperaban sobre las vías la llegada de alguno de los escasos trenes.
“Realmente esto es catastrófico. Hay que hacer algo, nosotros somos las víctimas, no hemos hecho nada. Tenemos que llegar a trabajar como todo el mundo”, dijo Aziza Fleris, una usuaria de 56 años.
“Yo era realmente positiva esta mañana, pero ahora… Deberían haber visto lo que ocurrió en el tren. Algunas personas no se encontraban bien, las mujeres estaban llorando, los niños. Esto no es normal”, agregó.
Los trabajadores ferroviarios protestan contra los planes del gobierno para eliminar el estatus especial que protege al sector desde hace décadas. El conocido como “cheminot” les garantiza el empleo de por vida y otros beneficios, en línea con la imagen del ferrocarril francés como un pilar esencial en la infraestructura y los servicios públicos del país.
El gobierno de Macron dice que esta medida es insostenible porque la economía actual, globalizada y cada vez más automatizada, favorece la existencia de una fuerza laboral más flexible. Además, de acuerdo con las normas de la Unión Europea que requieren que todos los estados miembros abran el servicio ferroviario estatal a la competencia, el ejecutivo señala que este estatus especial deja a SNCF en desventaja frente a posibles competidores privados.
La ministra francesa de Transporte, Elisabeth Borne, insistió el martes en la televisora BFM en que la reforma es “indispensable”. Según el plan del gobierno, los trabajadores que ya están en la empresa mantendrían el estatus especial, que no se aplicaría a los nuevos.
Los sindicatos dicen que Macron, un antiguo banquero de inversiones de centro a quien los críticos apodaron el presidente de los ricos, está amenazando los derechos por los que lucharon los trabajadores del país y que son envidiados en otras naciones, además de dañar la idea de servicio público.
“El problema es este: ¿El estado quiere usar este bien público para satisfacer las necesidades del bien común o para jugar al Monopoly con SNCF?”, preguntó Thierry Nier, vicepresidente del sindicato ferroviario CGT-Cheminots en declaraciones a la emisora de radio Europe-1.
La “competencia no funciona” y afecta a los pasajeros, agregó.
Los viajeros estaban molestos por la situación, pero no se decantaban necesariamente por uno de los bandos. SNCF avisó durante días a los usuarios para que aplazaran sus viajes.
La reforma del sector ferroviario es una de las medidas impulsadas por Macron para cambiar la fuerza laboral gala.
Otros sectores celebraron paros o huelgas también el martes: un cuarto de los vuelos de Air France fueron cancelados por protestas para exigir un aumento salarial; estudiantes bloquearon los campus por los planes para permitir la selección en las universidades estatales y los recolectores de basura están en huelga por el empeoramiento de sus condiciones laborales.