WASHINGTON — En los últimos meses, magnates de Hollywood, periodistas de élite y políticos importantes han sido removidos de sus empleos o han renunciado a ellos como consecuencia de acusaciones de indebida conducta sexual. En contraste, en el mundo de la salud es más común perdonar, de acuerdo con una investigación realizada por The Associated Press.
La primera vez que el médico Anthony Bianchi cometió una acción indebida con un paciente, según la junta médica de California, el ginecólogo colocó una silla contra la puerta de la sala de revisión, puso sus dedos dentro de la vagina de la mujer y mostró su miembro sexual.
La segunda vez, la junta indicó que Bianchi le comentó a una paciente que no podía dejar de ver sus senos y le contó que había soñado que le hacía sexo oral en su oficina.
La tercera, le dijo a una paciente embarazada que sufría de sangrado vaginal que no debería rasurar su vello púbico antes de su siguiente visita debido a que le excitaba mucho, aseveró la junta.
Estos episodios condujeron a acciones disciplinarias por parte de la junta médica del estado en 2012 y 2016. Bianchi acordó no impugnar los cargos y mantuvo su licencia médica. En un acuerdo con la junta médica de California, Bianchi aceptó buscar terapia y abstenerse de tratar a mujeres durante cinco años de libertad condicional.
Bianchi no respondió a las llamadas de la AP realizadas la clínica de compensación laboral en Fresno, California, donde actualmente evalúa las denuncias de salud laboral.
Cuando los doctores son sancionados, el castigo regularmente consiste en una corta suspensión maridada con una terapia obligatoria que trata el comportamiento de abuso sexual como un síntoma de enfermedad o adicción, de acuerdo con los hallazgos de la AP.
Décadas de denuncias sobre que el sistema disciplinario médico es demasiado indulgente con los médicos que cometen actos de conducta sexual inapropiada han provocado pocos cambios en las prácticas de las juntas médicas estatales.
El movimiento #MeToo (A mí también) y la presión ejercida en los últimos meses para fomentar la rendición de cuentas por violencia sexual en lugares de trabajo en Estados Unidos no parecen haber impulsado un movimiento para cambiar la forma en la que las juntas médicas manejan los casos de médicos que cometen actos sexuales contra sus pacientes o personal.
La sentencia de Larry Nassar, un ex médico del programa de gimnasia olímpica de Estados Unidos condenado por abusar de más de 150 mujeres y niñas, ha puesto en los reflectores un caso importante de conducta médica inapropiada. Sin embargo, a lo largo y ancho del país, la mayoría de los médicos acusados por violencia sexual eluden por completo una revisión de la licencia médica.
El año pasado, un estudio encontró que dos tercios de los médicos que fueron sancionados por sus patrones o pagaron por un acuerdo como resultado de denuncias de conducta sexual inapropiada nunca enfrentaron una consecuencia disciplinaria por parte de la junta médica.