Yesenia Rivera y Zuleyma Maldonado son solo dos de las madres que se levantan a diario a las 5:00 de la mañana a preparar a sus hijos para recorrer un largo camino entre las curvas de las montañas, trayecto que viajan para llegar a la escuela elemental Julio Lebrón Soto, del barrio Castañer de Lares, que ahora figura en la lista de cierre de Educación.
Al consolidarse en agosto, esa matrícula pasará a la escuela superior Gabriela Mistral, para convertir ese plantel en una institución de prekínder a duodécimo grado, lo que ha levantado el rechazo de los padres y maestros.
Sin embargo, la escuela receptora viene siendo la única opción viable que tienen esos padres pese a la gran distancia que recorren a diario los niños que van a Castañer, pues los demás planteles quedan a una longitud de 45 minutos a una hora de camino.
“Vivo a media hora de aquí. (Los niños) se levantan a las 5:00 de la mañana para poder estar a tiempo en la parada, a diez o quince minutos de casa y allí a esperar la guagua que los trae aquí”, dijo Rivera, residente del barrio Prieto, sector Úrsula de Yauco. Contó que, en caso de no querer llevarlos a la Gabriela Mistral, la otra opción sería en la escuela Segunda Unidad Juan Castañer de Duey en Yauco, que queda a 45 minutos de su residencia, mientras que las demás escuelas quedan a más de una hora y media de camino. “Estoy triste y en desacuerdo porque ellos son pequeños y allá se ven muchas cosas que ellos todavía no tienen la mentalidad para ver” manifestó Rivera, madre de dos niños de elemental.
Por su parte, Maldonado contó que tiene tres niños de grados primarios. “Aquí todo nos queda lejos. Lo que más cerca tenemos es un pequeño supermercado, la panadería, un restaurante, una cafetería al lado del hospital y todo eso se vería afectado”, planteó Maldonado.
Estos no son los únicos casos, pues la escuela de la comunidad en Castañer recibe no solo estudiantes de Lares, sino también de Yauco, Maricao, Las Marías y Adjuntas. Así lo explicaron a Metro las maestras Dorilsa González, de Salud, y Wilma Camacho, de Educación Especial.
“Muchos de los nenes llegan a sus casas a las 4:30 p. m. y no es que la guagua escolar los lleve a las 4:30, es que la guagua los lleva hasta un punto, allí los esperan sus padres, muchos de ellos van caminando, muchos de ellos con su propia transportación para viajar en las carreteras en malas condiciones”, sostuvo González. Ambas indicaron que hay personas de las comunidades que no tienen carro y dependen de transporte público, por lo que no tienen facilidad de optar por seleccionar la escuela que les parezca.
“No hay escuelas elementales cercanas de las que ellos puedan decir: ‘Vamos a esta escuela en vez de la que nos toca”, añadió Camacho al solicitar que están dispuestos a llevar a la secretaria Julia Keleher a los lugares que muchos de los 216 niños recorren para llegar al plantel.
Tanto las maestras como las madres cuestionaron que el plantel receptor no cuenta con la capacidad de planta física para atender a los niños más pequeños. Por ejemplo, los de prekínder y kínder requieren de un salón con baño, que en la escuela receptora no hay. Además, el resto de los estudiantes tendría que ir a los baños que, según Camacho, “son apropiados para jóvenes de intermedia y superior, donde los urinales están altos, algunos no tienen puertas”. La escuela receptora tiene una cancha que, a juicio de las docentes, no dará abasto cuando haya más de 300 alumnos de grados tan diversos.
Hace unos años se intentó cambiar a los estudiantes de sexto grado a la Gabriela Mistral, pero no había las instalaciones para pasar los grupos. “¿Cómo se pretende ahora pasar una matrícula completa de prekínder a sexto? Así que estamos preocupados con el espacio, con que los maestros tengan su salón”, dijo González al expresarse preocupada por “tener a los nenes expuestos a las conductas de los grandes, porque sabemos que no son malos, pero se enamoran, tienen sus parejitas en la escuela, el vocabulario de la juventud no es el apropiado para los nenes. No queremos exponerlos a eso”. Contó que hace unas semanas fue personal del Departamento de Educación a inspeccionar la escuela e indicaron que tenían intenciones de remodelar la estructura y, semanas más tarde, se enteran por los medios de comunicación que la escuela se cerraría.
D. E. explica decisión de cierre
El Departamento de Educación aseguró a Metro que la escuela receptora cuenta con espacio suficiente para recibir a los alumnos de elemental.
Se indicó que, como parte de la información recopilada por la directora Regional de Arecibo, Maribel Colón, y su equipo de trabajo, “la escuela que se consolida tiene 212 estudiantes y la receptora tiene 169 para un total de 381 estudiantes. La receptora tiene una capacidad para albergar 456 estudiantes (84 % de ocupación)”.
También se detalló que el ayudante especial de Arecibo, distrito de Camuy, Enrique Cordero, y la directora regional validaron esta información durante las mesas de trabajo y, por lo tanto, la incluyeron en su lista. Educación anticipó que se construirán o adaptarán los baños para niños de escuela elemental y Educación Especial.
Cobijados por ley
Mientras, ambas maestras dijeron a Metro que apelarían a una ley que cobija a la comunidad. Se trata de la Ley 14 de 1996, bajo la administración de Pedro Rosselló, padre del gobernador Ricardo Rosselló. “La ley ha sufrido unas enmiendas, pero no ha sido derogada así que está vigente. Esa ley establece que hay unas áreas de prioridad para esta comunidad; salud, seguridad y educación”, explicó Camacho.
Esta ley se creó para el desarrollo de la comunidad ante la peculiaridad geográfica de la zona. Sostuvieron que, con la decisión, se está marginando a la población rural. “Tanto la Julio Lebrón como la Gabriela Mistral son escuelas indispensables para esta comunidad”, manifestó Camacho.