NUEVA YORK – El duro encontronazo entre la Casa Blanca y la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas Nikki Haley en torno a sanciones a Rusia puso de manifiesto la compleja relación que tiene Haley con el presidente Donald Trump, pero su enérgica actitud alimentó las especulaciones sobre un prometedor futuro político.
Cuando un estrecho colaborador de Trump dijo que Haley tal vez se confundió al decir que se iban a anunciar sanciones a Rusia, la embajadora respondió “yo no me confundo” y esa tajante afirmación fue bien recibida por grupos de mujeres. Reflejó asimismo la audacia con que la ex gobernadora de Carolina del Sur hizo frente al machismo imperante en la legislatura estatal. El episodio, no obstante, genera dudas respecto a si será tenida en cuenta por el equipo de Trump que toma decisiones sobre seguridad nacional al abordar cuestiones espinosas como Corea del Norte e Irán.
Haley, quien es considerada por muchos como una posible candidata a la presidencia en el futuro, ha expresado puntos de vista más duros que los de Trump hacia Rusia. Si bien eso molestó por momentos a Trump, el mandatario aprecia su osadía en ese y otros temas y ha dejado que ella critique a Moscú mientras él procura establecer una relación amistosa con el presidente ruso Vladimir Putin.
Esa dinámica se resquebrajó la semana pasada pues Trump se irritó mucho cuando la vio por televisión hablando de nuevas sanciones a Rusia a ser anunciadas al día siguiente. La criticó por no estar en sintonía con el resto del gobierno, según dos funcionarios de la Casa Blanca, que pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a hablar del tema.
A pesar del anuncio de Haley, no se impusieron sanciones.
El nuevo asesor económico de Trump Larry Kudlow se disculpó con Haley por haber dicho que tal vez estaba confundida.
Haley asegura que siempre consulta con la Presidencia y a veces con el mismo Trump antes de hacer comentarios públicos. Funcionarios de la Casa Blanca indicaron que en un momento se habló de imponer sanciones, pero que se cambió de parecer después de que Haley abandonó una reunión. El secretario del Tesoro Steve Mnuchin no hizo sino complicar el panorama el jueves al declarar a Fox Business Network que el gobierno “pulió la estrategia después de que Nikki hizo el anuncio”.
“Era una situación fluida, la decisión cambió”, afirmó.
La respuesta de Haley a la insinuación de que se había confundido se convirtió inmediatamente en un grito de batalla del movimiento feminista, que lo interpretó como una rebelión contra una actitud condescendiente de un hombre poderoso. Haley es una de las pocas mujeres con un cargo prominente en el gobierno de Trump.
“Me dio lástima por Nikki Haley”, dijo la ex secretaria de Estado Madeline Albright. “Ella fija posiciones y siempre deja en claro que representa los puntos de vista del presidente. Y de repente la ponen en esta situación ridícula, generando la impresión de que está actuando por su cuenta”.
Trump no ha dado indicio alguno de que quiera deshacerse de Haley, según funcionarios de la Casa Blanca y observadores de afuera. Ella tiene buenas relaciones con el vicepresidente Mike Pence y con Mike Pompeo, el candidato de Trump a secretario de Estado, pero perdió un aliado importante cuando H.R. McMaster fue reemplazado por John Bolton como asesor de seguridad nacional.
La firme actitud asumida por Haley, en todo caso, contrastó con la pasividad del secretario de Justicia Jeff Sessions y del ex secretario de Estado Rex Tillerson al ser socavados por Trump. Los observadores se preguntan cuáles son los planes de Haley a mediano y largo plazo y hay quienes especulan que podría ser compañera de fórmula de Pence si se postula a la presidencia. Otros pensaron que quería ser secretaria de estado.
Un empleado de la Casa Blanca dijo recientemente que la única duda que había en torno a Haley era si su nombre figuraría en alguna fórmula presidencial en el 2020 o el 2024.
“Tiene un futuro increíble, será una figura importante en el partido Republicano en los próximos años”, sostuvo el ex presidente de la cámara baja Newt Gingrich, quien asesora informalmente a Trump. “Creo que es una futura secretaria de estado y vicepresidenta. Y recuerden esto: Este presidente aprende muchas cosas de la televisión y ella tiene una notable presencia en la televisión. Eso le gusta al presidente”.
Haley es hija de inmigrantes indios y soportó actitudes racistas en su infancia en una pequeña localidad de Carolina del Sur. Está acostumbrada a luchar contra la adversidad.
“No se me puede intimidar”, declaró en alguna oportunidad.
Sobrellevó su principal reto en el 2015, cuando un supremacista blanco baleó a nueve personas negras en una iglesia de Charleston. Ella asistió a todos los funerales y apoyó el retiro de la bandera de la Confederación de los edificios estatales de Carolina del Sur.
“No teme hacerle frente a los matones, ya sea un dictador de otro continente o un senador de aquí”, dijo Rob Godfrey, quien fue vocero suyo cuando ella fue gobernadora de Carolina del Sur.