La comunicación electrónica ha transformado el mundo en los últimos 20 años y está cambiando rápidamente. Sin embargo, el crecimiento de las plataformas de redes sociales hizo que la generación joven fuera vulnerable a la intimidación en línea, que puede incluir mensajes o imágenes humillantes e incluso amenazantes. Investigadores de las Universidades de Oxford, Swansea y Birmingham con sede en el Reino Unido, revisaron estudios previos sobre ciberbullying y descubrieron que aumentaba el riesgo de autolesión o comportamiento suicida a 2.3 veces, en una nueva investigación, publicada en el Journal of Medical Internet Research.
“Fue importante explorar los efectos sobre las víctimas y los perpetradores. Puede ser un desafío aferrarse a la idea de que una persona joven que se comporta de esta manera también es vulnerable y nuestra investigación, con suerte, ayuda a ese proceso y mantiene el enfoque en ambos niños”, explicó a Metro Ann John, profesora de salud pública y psiquiatría en Swansea University Medical School.
ENTREVISTA
Ann John,
profesora de salud pública y psiquiatría en la Swansea University Medical School, Reino Unido.
¿Cómo surgió la idea de hacer este estudio?
–Existe una gran preocupación sobre el ciberbullying y su efecto en los niños y jóvenes. Nuestro laboratorio de investigación se enfoca en el suicidio, la prevención de autolesiones y la salud mental de niños y jóvenes, así que fue una dirección natural para nosotros. Antes analizamos los efectos del uso de Internet en el suicidio y autolesiones y descubrimos que mientras sin duda había efectos negativos, hubo aspectos positivos. Los jóvenes que se sentían aislados o que no sabían dónde buscar ayuda encontraron apoyo en línea y podemos brindarles terapia allí. Los médicos e investigadores solían trabajar con niños en el contexto del hogar, la escuela, la familia y los amigos. Necesitamos agregar redes sociales, mensajes e Internet.
¿Hay una gran diferencia entre acoso y ciberacoso?
–Sabemos mucho sobre los efectos de la intimidación en la salud mental, pero el acoso cibernético es diferente: puede ser anónimo y no se detiene cuando uno se va a casa. Ese anonimato puede cambiar quién intimida y quién es intimidado. Queríamos ver toda la evidencia sobre la asociación entre ciberbullying y autolesiones o conductas suicidas en niños y jóvenes menores de 25 años. Queríamos investigar si había efectos sobre las víctimas y los perpetradores y ver qué se podía hacer al respecto.
¿Cómo hicieron el estudio?
–Reunimos sistemáticamente todos los estudios sobre el acoso cibernético desde mediados de la década de 1990, para explorar la asociación entre esto y las conductas autolesivas y suicidas. Revisamos información de más de 150 mil niños y jóvenes de 30 países diferentes.
¿Cuáles son los resultados más interesantes?
–Descubrimos que aproximadamente 13 de cada 100 niños y jóvenes menores de 25 años han sufrido acoso cibernético. Y aquellos que se convierten en víctimas tienen más del doble de probabilidades de autolesionarse o cometer suicidio.
¿Qué hay de los ciberdelincuentes?
–Curiosamente, los perpetradores de acoso cibernético también son más propensos a experimentar pensamientos y conductas suicidas, aunque en menor medida. También encontramos un vínculo entre ser una cibervictima y un cyberbully, con al menos uno de cada 20 jóvenes involucrados en ambos. Todos los jóvenes involucrados en el acoso cibernético, ya sea como víctimas o agresores, son vulnerables a autolesiones y comportamientos suicidas.
¿Por qué el ciberacoso es tan peligroso?
–Los jóvenes son particularmente sensibles a la exclusión social en comparación con otras edades y el Internet es un lugar perfecto para que eso suceda. Los mensajes pueden llegar de día o de noche, en casa o afuera. La naturaleza persistente y generalizada de la cibervictimización puede conducir a sentimientos de desesperanza, que se asocian con comportamientos suicidas en adolescentes. Los jóvenes que son cibervictimizados son menos propensos a informar y buscar ayuda que aquellos que son intimidados por medios más tradicionales.
Las vulnerabilidades que encontramos en los jóvenes ciber-víctimas y perpetradores deben ser reconocidas para que los comportamientos de acoso cibernético no se vean como problemas disciplinarios, sino como una oportunidad para apoyar.
¿Cuáles son las soluciones para combatir el acoso cibernético?
–No hay duda de que el acoso cibernético debe ser considerado por los responsables de la formulación de políticas y aquellos que ofrecen programas de prevención del acoso y de uso seguro de Internet. Los padres, hermanos mayores y maestros deberían conversar con jóvenes desde una edad temprana sobre cómo comportarse en línea e intentar ayudarlos a comprender qué es el ciberacoso –desde difundir rumores hasta la exclusión social, el abuso verbal y las amenazas–. Necesitamos desarrollar el apoyo en línea para las víctimas.
Los médicos que trabajan con niños y jóvenes y que evalúan problemas de salud mental deben preguntar de forma rutinaria sobre las experiencias de acoso cibernético. Su impacto debe incluirse en la capacitación de los profesionales de la salud mental de niños y adolescentes. Los involucrados en el acoso cibernético deben ser examinados para detectar trastornos mentales.
¿Podría ayudar tu investigación en eso?
–Esperamos que nuestro trabajo aliente a los padres, profesores y doctores a preguntar y tener conversaciones sobre el acoso cibernético. También esperamos que al ver los efectos sobre las víctimas y los perpetradores lleva a una forma más equilibrada de tratar con los jóvenes involucrados en el acoso cibernético como víctimas o perpetradores.
¿Qué sigue?
–Planeamos trabajar con niños y jóvenes para desarrollar técnicas de lidiar con el ciberbullying. Hay algunos jóvenes estudiantes de doctorado en el equipo que desean llevar adelante este trabajo en un entorno en constante cambio. También tenemos una plataforma de investigación en línea que explora estos problemas. No hay duda de que lidiar con cualquier forma de intimidación no es fácil, pero nos comprometemos a encontrar formas de prevenir el tipo de angustia que lleva al suicidio y las conductas autodestructivas.
Cifra:
1/3
de niños y jóvenes menores de 25 años han sufrido acoso cibernético.