Esta semana hemos conocido otro trágico asesinato de un niño albino en un país de África, el de la pequeña de cinco años Djeneba Diarra, decapitada en Mali por la creencia que se tiene en varias zonas del continente sobre el albinismo, asociado con propiedades mágicas.
La pequeña fue secuestrada y decapitada en el pueblo de Fana, a 125 kilómetros al norte de la capital maliense de Bamako, según reseña el Daily Mail.
Al principio su madre intentó perseguir a los secuestradores, pero luego volvió para proteger su segunda hija, también albina.
Después de llevarse a la niña, la familia y otros voluntarios del pueblo buscaron la niña sin suerte. “La buscamos por todas partes, pero éramos conscientes de que no había mucho que hacer. Al final hallamos su cuerpo al lado de una mezquita. No tenía cabeza”, explica Oumar Diakite, profesor de Fana.
No es el primer atraque parecido contra niños albinos en África, sino que se cuentan por decenas en países como Mali, Tanzania o Malaui, como parte de rituales de brujería que mantienen que el cuerpo albino tiene propiedades mágicas o malditas.
El secretario general de la Federación de Asociaciones de Personas con Albinismo en África Occidental, Sissoko, resaltó el vínculo entre los crímenes contra los albinos y los acontecimientos políticos, antes de las elecciones presidenciales de Malí del 29 de julio.
Existe la creencia en ciertos países africanos de que las partes del cuerpo tienen poderes mágicos y cuando se usan en pociones producidas por hechiceros traerá riqueza y poder.
El albinismo es una rara condición genética caracterizada por la ausencia de pigmentación de ojos, piel y pelo. Es hereditario y en África sufren mucha discriminación. Por esa discriminación, los albinos se ven obligados a casarse entre ellos y así su población se ha multiplicado.
