A Jazmín Cruz Corporán nadie le tiene probar que el Gobierno de Puerto Rico no tenía un plan de respuesta para una emergencia salud pública masiva como el huracán María. Tiene la certeza de que había serios problemas en los hospitales e instalaciones de salud antes de que el fenómeno devastara la isla.
La mujer vivió su propia pesadilla en el hospital Ryder de Humacao, donde su padre comenzó el lento y doloroso camino hacia la muerte. Gaspar Cruz Agosto fue ingresado en la institución el 30 de agosto por diverticulitis. Luego, un estudio mostró una masa en el pulmón, pero no pudieron dar con su diagnóstico porque tras el paso del huracán Irma, el 6 de septiembre, el hospital se quedó sin electricidad. Mientras tanto, Cruz Agosto seguía deteriorándose.
El 15 de septiembre, cinco días antes del paso de María, Jazmín llegó una mañana a visitar a su padre al hospital y lo encontró con el rostro virado, por lo que asegura que era evidente que había sufrido un derrame cerebral. Nadie en el hospital le supo decir qué ocurría y no fue hasta horas de la tarde que pasaron a su progenitor a la unidad de cuidado intensivo.
En ese momento, una doctora le dijo que, al parecer, su padre tenía cáncer, pero que no lo podían confirmar sin una biopsia. Nunca le hicieron ese estudio.
Su salud siguió empeorando al punto de que, dos semanas, después del huracán María, le tuvieron que amputar una pierna por mala circulación. La desinformación continuaba y no le permitían verlo. Lo único que supo Jazmín fue que la planta eléctrica del hospital dejó de funcionar luego de la cirugía.
El panorama en el hospital era de terror. El Centro de Periodismo Investigativo (CPI) ha documentado decenas de testimonios similares de este y otros hospitales e instalaciones de salud tras el huracán.
En el área de emergencias del Ryder, había camillas por todos los pasillos. A los pacientes de la unidad de cuidado intensivo los habían movido para el área de sala de emergencias porque la infraestructura de intensivo había sido afectada por el huracán. Llegaban nuevos pacientes a sala de emergencias y no los atendían porque allí estaban los pacientes de intensivo, relató.
“De momento, como si yo hubiera estado en una película, empezamos a escuchar helicópteros y ambulancias que venían. Salimos del hospital para ver cuál era el caos, y había helicópteros transportando algunos pacientes para llevarlos al barco (hospital). Estaban sacando pacientes a las millas en ambulancias para el hospital de Caguas y HIMA de Humacao”, recordó.
A las afueras del hospital, un conocido de Jazmín le advirtió que no se fuera del lugar, ya que existía la posibilidad de que trasladaran a su papá a otra instalación de salud. Y así ocurrió: montaron al hombre de 73 años, residente de Las Piedras, en una ambulancia para trasladarlo a otro hospital a solo una hora de haberlo operado. Su hija ni siquiera sabía a dónde lo llevaban porque nunca le dijeron. Ella se montó en su vehículo y se fue detrás de la ambulancia para poder saber a dónde llevaban a su padre.
Llegó al hospital HIMA de Humacao y allí la situación estaba igual de terrible. Los médicos ni siquiera tenían el expediente su papá. Al otro día, Ryder envió una parte de la información médica por medio de una foto.
“Todo se complicó, él nunca recibió el trato, las terapias. Todo lo que necesitaba no se hizo”, lamentó Jazmín.
Solo recibió medicamento para el dolor y suero. El 19 de octubre, Gaspar falleció en HIMA de Humacao. La causa de su muerte, según el certificado de defunción, fue malignant neoplasm of prostate (cáncer). Su hija asegura que nunca se le diagnosticó tal enfermedad a su padre.
Al cierre de esta edición, el director ejecutivo de Ryder, José Feliciano no respondió llamadas.
Un viejo problema sistémico que empeoró con el huracán
Hace al menos una década, el Gobierno de Puerto Rico había abandonado su responsabilidad de asegurar el funcionamiento adecuado de las instalaciones de salud en la isla y de tener un plan de respuesta de servicios médicos en caso de una catástrofe, encontró una investigación realizada por el CPI durante los pasados seis meses.
Documentos y entrevistas realizadas revelaron que, al menos desde el 2009, el Departamento de Salud (DS) no inspecciona con regularidad buena parte de estas 400 instituciones, que incluyen hospitales, centros de diagnóstico y tratamiento y asilos. Incluso, detectó un caso, el del CDT de Manatí, que no había sido evaluado en más de ocho años.
La cantidad exacta y los nombres de todas las instalaciones que no se habían inspeccionado previo al huracán, por más de los dos años que dicta la reglamentación, no se pudo precisar porque el DS se negó a dar la información al CPI. Sin embargo, la agencia reconoció que no tiene la capacidad de inspeccionar alrededor del 40 % de los 68 hospitales que ha licenciado. Dos fuentes conocedoras del sistema, que hablaron bajo condición de anonimato, indicaron que Salud concentra los pocos inspectores que tiene en los hospitales, por lo que la desatención a las demás instalaciones es aún mayor.
Salud es la agencia obligada por ley a licenciar los hospitales e instalaciones de salud en Puerto Rico. Los hospitales también pueden ser evaluados por la Comisión Conjunta para la Acreditación de Hospitales de Estados Unidos, una organización sin fines de lucro dedicada a promover la calidad en los servicios, que es financiada por las cuotas que pagan los propios hospitales evaluados. Esta acreditación es de carácter voluntario, la organización normalmente no retira acreditaciones porque su filosofía es trabajar con los hospitales para que mejoren, y declinó proveer copia de los informes de sus inspecciones.
$36 millones más tarde, ¿dónde está el plan?
Además, la investigación del CPI reveló que Salud no contaba, ni cuenta aún, con un plan integral de respuesta a emergencias o catástrofes masivas en Puerto Rico para garantizar el manejo responsable de los pacientes y minimizar las muertes. Este documento es lo que el Departamento de Salud federal denomina Capacidades de Preparación y Respuesta de Salud (Health Care Preparedness and Response Capabilities) y que la agencia recomienda desarrollar a los estados y territorios. Este plan contiene lo que el sistema completo de salud de la jurisdicción —incluyendo sus Health Care Preparedness and Response Capabilities) públicas y privadas—tiene que hacer para prepararse para responder eficazmente a emergencias que afecten la salud pública.
El presidente ejecutivo de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, Jaime Plá, sostuvo en entrevista con el CPI que nunca ha visto un documento de esta naturaleza.
“No, no había plan. En muchas áreas lo que había era planes de respuesta básica”, indicó cuando se le preguntó si el Gobierno le había compartido a los hospitales algún tipo de documento con guías sobre cómo responder a una emergencia previo al huracán María. Dijo que cada hospital tiene un plan de respuesta a emergencias interno y entregan copia de este a Salud.
Después del desastre, el Gobierno ha organizado reuniones en las que la Asociación ha participado al igual que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias y otras agencias para discutir cómo atender el área de la respuesta de salud en un próximo desastre natural a raíz de la experiencia de María. Plá dijo que cree que el Gobierno debería estar presentando un plan en las próximas semanas, pero que él aún no ha visto un documento, a una semana del inicio de la nueva temporada de huracanes. “Si hay algo redactado para eso, yo lo desconozco. Yo no le he visto”, dijo.
El secretario de Salud, Rafael Rodríguez Mercado, rechazó responder la pregunta de si existía o existe algún tipo de plan de respuesta. Tampoco proveyó la copia del documento solicitada por el CPI. Su portavoz, Peter Quiñones, respondió que están “trabajando una posible conferencia de prensa sobre este tema”, luego de semanas de insistencia del CPI.
El 60 % murió en instalaciones de salud
Una muestra de casos de las víctimas fatales del huracán María documentados y analizados preliminarmente por el CPI y qz.com, un medio especializado en periodismo de datos, apunta a que más del el 60 % de las muertes vinculadas al desastre ocurrieron en los hospitales, CDTs y asilos del país.
Estos casos, informados directamente por familiares y conocidos a través de un formulario desarrollado por ambos medios y expertos en salud pública, demuestran que la mayoría de estas muertes se produjeron durante las semanas que siguieron al huracán, no el día del evento, y según detallan familiares y amigos de los difuntos en los testimonios vertidos en los formularios y en entrevistas posteriores de seguimiento, se produjeron en circunstancias relacionadas con problemas con servicios básicos en estas instalaciones u otras dependencias de servicios de salud como farmacias, oficinas de médicos, centros de tratamientos especializados, como diálisis y quimioterapia, que no estaban prestando servicios vitales o que, incluso, tuvieron que cerrar sus puertas, quedando los pacientes a la deriva. Entre los problemas denunciados figuran fallas en equipos médicos o imposibilidad de utilizarlos por falta de electricidad, condiciones insalubres por la humedad y el calor, falta de suplidos como oxígeno y medicamentos, y falta de instalaciones para refrigerar medicamentos. Estas situaciones continuaron ocurriendo semanas y meses después del paso de María, según la muestra.
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