Especial junto al Centro de Periodismo Investigativo
Además de las 64 muertes relacionadas con el huracán María que, oficialmente, el Departamento de Seguridad Pública (DSP) ha admitido, hay al menos ocho casos adicionales que el Registro Demográfico (RD) tiene en su base de datos certificados como relacionados con el huracán y que no se han añadido. Están catalogadas con el código X37, que significa “víctima de una tormenta cataclísmica”, por lo que fueron relacionadas de manera inequívoca con la tormenta por patólogos forenses del Instituto de Ciencias Forenses o por médicos. Es decir, la cifra oficial de muertes debió haber sido establecida por el Gobierno de Puerto Rico en, al menos, 72, según sus propios datos certificados.
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Entre los fallecidos relacionados con el huracán, que no están en la lista oficial del DSP, pero sí en la base de datos, se encuentra Isabel García García, de 85 años. En su certificado de defunción, su primera causa de muerte es un infarto agudo de miocardio o ataque al corazón; como segunda causa de muerte, septicemia; luego acidosis como tercera; y en la cuarta columna, la clasificación “víctima de una tormenta cataclísmica”.
La clasificación X37 forma parte de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados de Salud, establecida por la Organización Mundial de la Salud. Dicho código incluye las secuelas del paso de un huracán.
Doña Isabel murió la madrugada del 13 de enero de 2018 en el Hospital Menonita en Aibonito, donde fue certificada su muerte. En su hogar se alumbraba con velas. Después del huracán, nunca fue restaurado el servicio de energía eléctrica antes de su muerte. Casi nueve meses después de María, en Aibonito —como en otros pueblos— el azote del fenómeno aún se refleja en los toldos azules que cubren los techos de casas en el camino. La de Isabel es una de esas.
“Los que están en la primera columna relacionados con el huracán (con el código X37), esos son los casos directos”- Nancy Vega, exdirectora del Registro Demográfico
En las Parcelas Viejas del barrio Pasto, María del Carmen García, sobrina de Isabel, recordó los meses de agonía que sufrió la comunidad luego del huracán. Según relató al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) y Metro, Isabel no salió de su hogar ante el paso del fenómeno atmosférico. Los vientos y la lluvia azotaron con tal fuerza que se vio afectado el techo de la casa de madera construida en el segundo nivel de la residencia principal de la fallecida. Según la sobrina, el agua percoló por el techo de la residencia de Isabel en el primer nivel. Los daños jamás fueron reparados por FEMA luego de ponerle el toldo azul.
“Ella (Isabel) lo pasó solita ahí (en su casa) todo el tiempo”, relató la sobrina, de 59 años. “La casa de ella es grande; al ella estar tan solita, la casa mojá’, ¿quién se la arreglaba?”, continuó.
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“Influyó, influyó”, aseguró María del Carmen, en referencia a la relación de los efectos del huracán María con la muerte de su tía Isabel. Según dijo, ya desde antes del huracán, Isabel enfrentaba problemas con el servicio de agua, pues alegaba que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) le facturaba más de lo que consumía y le habían retirado el servicio. “Ella venía aquí a buscar agua y se bañaba en la casa de mi mamá. Se bañaba en casa de una amiga también, en el pueblo”, relató María del Carmen. Sin embargo, con el paso de la tormenta, el acceso al agua se complicó para toda la comunidad. No fue hasta “cuatro o cinco meses” después de María, que fue restaurado ese servicio. El servicio de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), no fue restaurado hasta el 5 de marzo del 2018, casi dos meses después de la muerte de Isabel.
De acuerdo con el relato de los hechos, la mujer llegó con vida al hospital Menonita el día jueves 11 de enero, cuando, presuntamente, sufrió el ataque mientras se encontraba en un establecimiento en Aibonito. “Nosotros (María del Carmen y su esposo) fuimos a la casa (de Isabel) a buscarle ropa cuando le dio el mal (en referencia al infarto) y la casa estaba mojá’ en el piso. Se le metía el agua por causa del huracán”, indicó la sobrina, quien reiteró que, de alguna manera, las circunstancias en las que vivió Isabel luego de la catástrofe del fenómeno, deterioraron el ya mal estado de salud de la víctima.
“Ella estuvo solita y, ¿qué pasaba por esa mente?, nadie sabe, ella pasaba todo el día ahí solita, solita, solita, con su casa toda dañá’, sin luz, sin agua”, indicó.
Los datos entregados la pasada semana por el RD al CPI tras la orden del tribunal muestran que, de los ocho fallecidos cuyos nombres no están en la lista oficial, pero sí en la base de datos del Registro Demográfico, dos murieron el 20 de septiembre de 2017, justo en medio del paso del fenómeno atmosférico que atravesó la isla, pero se registraron el 4 de mayo de 2018.
En noviembre se informó otra muerte, que no fue certificada hasta mediados de febrero del año corriente. Ocurrieron otras dos muertes en diciembre, certificadas el mismo mes, una de ellas incluso el mismo día. Dos más fueron clasificadas con el código X37 en enero de este año, certificadas ese mismo mes. Uno de esos casos es el de Isabel, cuya muerte fue certificada el mismo día. Además, se reportó un caso adicional en febrero bajo el mismo código, según el propio RD.
Un análisis de la información disponible sugiere que dos esas muertes, cuyos nombres no están en la lista oficial, corresponden posiblemente a dos residentes de Utuado ya identificadas en la base del Registro Demográfico y clasificadas con X37 en su primera causa de muerte. Si esto se confirma, la cifra oficial de muertes debió haber sido establecida por el Gobierno de Puerto Rico en, al menos, 70.
A pesar de tener toda esta información, en algunos casos durante meses, al cierre de esta edición la cifra oficial se mantenía en 64, el número en el que se congeló desde la última actualización el 9 de diciembre de 2017. La lista, además, mantenía siete muertes de personas sin identificar, nombrados como John Doe.
Cuando Metro y el CPI pidieron una actualización de los datos, el DSP confirmó que uno de esos casos sin identificar correspondía a una persona fallecida en Vieques que estaba entre los casos cuya información el RD ya había documentado en su base de datos, pero Seguridad Pública no había actualizado la información en su lista oficial. A petición de estos medios, el DSP entregó una nueva lista verificada, que incluía dicho nombre: Lawrence Potter.
Los ocho nombres que no forman parte de la lista oficial, pese a su clasificación, corresponden a residentes de Utuado, Humacao, Patillas, Aibonito y Yabucoa. Se trata de cinco mujeres y tres hombres que fluctúan entre las edades de 55 a 92 años de edad.
Según varias consultas con expertos, luego de que un patólogo forense, médico forense o médico clínico completa un certificado de defunción, el Registro Demográfico debe codificar los casos y registrarlos en su base de datos. Luego se envía la documentación al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). El CDC devuelve la información verificada al Registro.
De acuerdo con la información contenida en el certificado, el RD puede codificar hasta diez causas de muerte. “La causa principal que se adjudica es la que está en la primera columna”, explicó la demógrafa Nancy Vega, exdirectora del Registro Demográfico, en entrevista con CPI y Metro.
La clasificación X37 depende directamente de lo que escriba la persona que completa el certificado de defunción en el encasillado 25, que da el espacio para describir las circunstancias de la muerte.
“Dependiendo de lo que escriban ahí, pueden atarla (la muerte) al evento (huracán María) o no”, indicó la demógrafa.
A partir de esa información, el CDC clasifica las causas de muerte desde la primera en adelante.
“Los que están en la primera columna relacionados con el huracán (con el código X37), esos son los casos directos, los que tengan en alguna otra columna algo relacionado con la tormenta son los casos indirectos”, continuó Vega.
Las muertes identificadas con el código X37 representan solo una parte del total de muertes que podrían estar relacionadas con el huracán, ya que hubo muchas que no se certificaron con ese código, aunque sí estuvieron relacionadas. Y también hay casos, como los muertos por leptospirosis, que el Gobierno ha admitido que estuvieron relacionados con el huracán, aunque muchos no han sido añadidos a la lista de 64.
“La mayoría de los casos no deben tener nada relacionado con el huracán porque no están bien documentados”, apuntó la demógrafa.
Entre septiembre de 2017 y el 11 de junio de 2018, fecha en la que todavía son palpables los efectos de María, el Registro Demográfico emitió alrededor de 22 mil certificados de defunción, de los cuales aún no ha entregado unos 20 mil al CPI, a pesar de una orden del tribunal. El Gobierno se comprometió a entregarlos para el próximo martes, 19 de junio.
No hubo un protocolo para definir las circunstancias de las muertes
A pesar de que el Departamento de Salud y el Registro Demográfico tenían conocimiento de que existe la clasificación X37 para relacionar una muerte a un evento catastrófico como lo fue el huracán María y sus secuelas, dicha agencia nunca estableció un protocolo de emergencia que sirviera de guía o hiciera hincapié en las circunstancias particulares a las cuales un médico forense, patólogo forense o médico debía estar atento al momento de completar los certificados de defunción.
De acuerdo con declaraciones de la doctora Eda Rodríguez, patóloga forense del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) y exdirectora de dicha dependencia gubernamental, la administración de esa agencia nunca dio instrucciones a su personal para que estuviera atento a las circunstancias particulares que pudieron haber rodeado las muertes luego del paso del huracán. Este reportaje se publica en Metro gracias a una alianza con el Centro de Periodismo Investigativo. Puede acceder su versión original en www.periodismoinvestigativo.com