La rápida reacción de sus guardaespaldas tras la explosión no evitó que Nicolás Maduro apareciera vulnerable.
De acuerdo a la versión oficial, uno de los dos drones usados para el ataque explotó muy cerca del escenario donde hablaba.
Maduro salió ileso, pero el hecho dejará en el recuerdo una imagen que revela la dimensión del conflicto político en el que está inmerso Venezuela.
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“Fue un evento televisivo muy impactante en lo simbólico”, le dijo a BBC Mundo Dimitris Pantoulas, analista político experto en Venezuela y en el chavismo.
El susto de la esposa del presidente, Cilia Flores, la reacción de los guardaespaldas de Maduro y la estampida de algunos miembros de la Guardia Nacional que participaban en el desfile fueron material para los ingeniosos creadores de memes en un domingo de agosto de periodo vacacional.
Pero el hecho fue insólito.
“Muestra a un presidente vulnerable, atacado con un dron, las fuerzas armadas se disuelven de repente… La imagen de que sufre un atentado no es muy común”, agregó Pantoulas.
Para el experto no sólo es una señal de la inestabilidad del gobierno en la peor crisis económica del país en la historia reciente, sino también de la oposición y de la desesperación de sectores extremistas.
Cohesión interna
Tras ganar en mayo unas elecciones presidenciales en las que no participó gran parte de la oposición por considerar que no eran unos comicios justos ni limpios, Maduro había anunciado algunas reformas para poder tratar de mejorar la economía del país.
A partir del 20 de agosto llega la reconversión monetaria de un país en hiperinflación y se esperan más medidas relacionadas con el precio de la gasolina. Esta semana se aprobó una flexibilización del estricto control de cambio.
La oposición se muestra crítica con esas medidas que ahora pueden quedar de nuevo en un segundo plano ante el discurso de la conspiración política.
El gobierno chavista justifica los problemas económicos del país, e incluso los del suministro eléctrico, con guerras externas financiadas desde el exterior.
Desde este sábado podrá reforzar esas posiciones que pueden generar cohesión interna entre el chavismo. Algunos de sus componentes se habían mostrado críticos durante el reciente congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que finalmente reafirmó el poder de Maduro, sustituto del histórico Hugo Chávez.
El sábado, Maduro ya acusó al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y a sectores desestabilizadores de Florida, en Estados Unidos.
Muchos críticos del gobierno sopesan la teoría de la conspiración, del “autoatentado”. En Venezuela, el fallecido Hugo Chávez solía hablar de intentos frustrados de asesinarle.
De existir, sin embargo, no llegaron tan lejos como el del sábado.
Lo que seguro reveló el suceso que el gobierno califica como un “intento de magnicidio en grado de frustración” es la debilidad del sistema de seguridad, aunque este domingo en la televisión estatal se elogiaba a los sistemas de inhibición como parte del éxito de que se desbaratara el atentado.
La estampida de los agentes de la Guardia Nacional, además de generar bromas y memes en Internet, deja también en entredicho a las Fuerzas Armadas.
Sucesión de conspiraciones
Si se confirma la versión del gobierno, el del sábado sería un paso más en una sucesión de conspiraciones, que incluyen intentos de alzamiento de policías y soldados.
En junio de 2017, el miembro de la policía científica Óscar Pérez robó un helicóptero, sobrevoló el centro de Caracas y lanzó artefactos a las sedes del Tribunal Supremo y del Ministerio Público (Fiscalía), dejando mal de nuevo a las fuerzas de seguridad.
Pérez inició así una fuga de renegado durante meses. Junto a su grupo, con el que buscaba recuperar la libertad de Venezuela, según decía en los videos publicados en redes sociales, se sumergió en la clandestinidad.
En enero de este año ya no pudo evitar más a las fuerzas de seguridad. Pérez murió durante un enfrentamiento del que se desconocen los detalles. Algunas organizaciones acusan al gobierno de haberlo asesinado.
Hace justo un año, otro grupo de integrantes de las fuerzas armadas asaltó el Fuerte Paramacay y robó armamento. Uno de los alzados participó en el atentado de este sábado, según dijo el ministro del Interior, Néstor Reverol.
En un país de tradición golpista -tres intentos fallidos en los últimos 26 años- reapareció el fantasma del golpe por el descontento en parte del Ejército.
La oposición institucional rechaza soluciones violentas, pero ha hecho llamamientos a las fuerzas armadas para “reconstruir el hilo constitucional”
La agencia Bloomberg informó en junio que antes de las elecciones presidenciales del 20 de mayo existía un plan llamado Operación Constitución para deponer a Maduro y llevarlo a juicio.
Unos 30 oficiales fueron detenidos, algunos acusados de traición, una vez descubierto el plan. El tribunal militar aseguró que tuvieron respaldo desde Colombia y Estados Unidos.
El senador estadounidense Marco Rubio, quien parece estar detrás de la dura posición del presidente Donald Trump contra el gobierno de Venezuela, ha hablado abiertamente de respaldar una rebelión militar.
En los últimos meses se han sucedido las detenciones por lo que dentro de los cuarteles reconocen como “intentonas golpistas”.
Hay más de 50 militares detenidos desde el inicio de año, algunos de ellos de alto rango.
También el mayor general retirado Miguel Rodríguez Torres, ministro del Interior de 2013 a 2014, compañero de armas de Hugo Chávez en el fallido intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 y desde hace algunos años crítico con el gobierno de Maduro.
Rodríguez Torres está “incurso en acciones contra la paz y la tranquilidad públicas, y en conjuras y complots que perseguían la intención aviesa de atentar contra la unidad monolítica de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, dijo el gobierno en un comunicado tras su detención en marzo.
El 28 de febrero, Maduro firmó dos decretos en los que degrada o expulsa del Ejército a un total de 24 miembros de la fuerza armada.
Entre las razones esgrimidas está “haber Intentado por medios violentos cambiar la forma republicana de la Nación”.
El “temor a la implosión”
“El gobierno debe temer a la implosión a y a sus enemigos internos y externos, que están activos”, dijo a BBC Mundo el analista Luis Vicente León, que cree que un golpe o un atentado “no es descabellado”.
Para el analista Dimitris Pantoulas, todas estas conspiraciones son resultado tanto de la inestabilidad del gobierno como de la de la oposición, fragmentada y en busca ahora de una nueva estrategia en el arranque del segundo mandato de Maduro y sin salidas electorales en el futuro cercano.
“No hay liderazgo de la oposición parlamentaria o democrática, por lo que aumentan las ideas y los intentos extraconstitucionales de atentados, conspiraciones, golpes, fantasías e intervenciones militares”, dijo a BBC Mundo.
“El gobierno corta las libertades, deja espacios pequeños, que no se llenan por la oposición formal, y surge la tercera ala“, afirma.
Y todo esto genera inestabilidad que afecta no sólo a la dirigencia gobernante.
“Es un país ingobernable ocupado de lo político con tensiones y con extremistas. Vamos a ver más cosas parecidas. Va a ser lo cotidiano y es muy malo para un país”, vaticinó Pantoulas.
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