Después de un receso de 77 años, las plantas de hemp están creciendo nuevamente en suelo estadounidense. Si escuchas a granjeros de Carolina del Sur a Hawái gritando “God Bless America”, la razón no es porque Thomas Jefferson haya redactado la Declaración de Independencia en papel de hemp. Es porque la política pública de Estados Unidos, finalmente, reconoce que el hemp puede ayudar a restaurar la economía agrícola, jugar un rol clave en el cambio climático y, mejor aún, permitir a los agricultores estadounidenses entrar en un mercado de hemp, que, en Canadá, está llegando a producir más de mil millones de dólares al año.
El hemp es una variedad de cannabis, y por lo tanto, un primo de la marihuana, que contiene 0.3 % o menos del componente THC. (Las plantas de marihuana típicamente contienen 5 % a 20 % de THC). En ese sentido, el hemp no se utiliza como “droga”; sin embargo, a partir del 1937, las leyes de drogas de los EE. UU. prohibieron su cultivo.
Finalmente, la industria del hemp de EE. UU. está de vuelta. Una disposición de la Ley Agrícola de 2014 firmada por el presidente Obama eliminó el hemp, cultivado con fines de investigación, de la Ley de Sustancias Controladas.
Enhorabuena. Los agricultores estadounidenses han estado observando cómo los agricultores canadienses obtienen enormes beneficios del cáñamo: $250 por acre en 2013. Las ganancias extraordinarias de Canadá se han debido en gran parte a la demanda estadounidense de aceite de hemp con equilibrio de omega. Pero el hemp también sirve de materia prima para muchas cosas en todo el mundo. Por ejemplo, hace poco, en una fábrica holandesa, tenía la fibra de hemp más resistente que el acero, que se usa en los paneles de las puertas de automóviles Mercedes Benz.
Esto representa una oportunidad para el sector agrícola en Puerto Rico. Desde una perspectiva agronómica, los agricultores deben comenzar importando docenas de variedades de hemp (conocidas como cultivares) de semillas en todo el mundo. Esto es vital porque la reserva estadounidense de semillas de hemp, que alguna vez fue la envidia del mundo, se perdió por la prohibición. Se requiere diversidad y cantidad porque el suelo y el clima de las distintas regiones agrícolas de Puerto Rico son diferentes, además de que la amplia variedad de aplicaciones del hemp requiere distintos cultivares.
Legalmente, para que los agricultores e investigadores de Puerto Rico puedan comenzar con programas piloto, se requiere legislación sobre el hemp para que puedan importar las semillas. La autorización de investigación permitiría que se cree un inventario de semillas, tal y como la industria moderna del cáñamo canadiense inició en 1998.
El potencial económico del hemp es demasiado grande para ignorarlo. De hecho, cuando era presidente de China, Hu Jintao visitó los procesadores de fibra de hemp de esa nación para exigir mayor cultivo por parte de los agricultores. Canadá, por su parte, financió su investigación de cultivares. Los agricultores e inversores puertorriqueños necesitan nuestro apoyo para ponerse al día con los desarrollos de la industria del cultivo del hemp, como en Canadá y el resto del mundo. En los estados continentales, ya están plantando hemp como una opción real para los pequeños empresarios de la agricultura. Hoy día, menos del 1 % de los estadounidenses dedican su vida a la agricultura; este número rondaba el 30 % cuando la industria de hemp estadounidense se vio obstaculizada en 1937. La cosecha es más valiosa hoy de lo que era entonces. Apoyemos este esfuerzo como un motor de desarrollo económico adicional para Puerto Rico.