La furia que el poderoso huracán María dejó sobre Puerto Rico representó el reto más grande que la isla ha enfrentado en su historia moderna. A un año de la devastación, el mundo debe aprender las lecciones que la tormenta proporcionó para construir una sociedad más resiliente.
“Nadie estaba preparado para atender un fenómeno de esta magnitud”, le dijo a Metro Carlos Acevedo, director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Aemead).
1. Vivir solo e incomunicado
Por semanas, la comunicación en la isla pendió de un hilo. Establecer contacto con un familiar o ser querido resultó ser una tarea imposible tras el colapso del 95% de las redes de comunicaciones. Según Acevedo, ahora los negociados municipales cuentan con un sistema satelital de comunicaciones.
2. Las noches que volvimos a ser gente
Aunque el poderoso huracán se llevó el verdor de las montañas, las relaciones interpersonales florecieron. Al día siguiente volvimos a compartir el azúcar con el vecino y los balcones de las casas volvieron a servir como centro de reunión.
3. ¿64, 2,975 ó 4,645?
Aún se desconoce con exactitud las muertes que provocó el ciclón y el gobierno estableció una estimado como cifra oficial que tan siquiera es reconocida por el propio presidente de los Estados Unidos. Tanto el gobierno como las agencias pertinentes han unido esfuerzos para establecer un protocolo de defunción durante una catástrofe.
4. Bases comunitarias como clave
Tras la respuesta tardía de las autoridades, las comunidades superaron la dependencia gubernamental y reconocieron que la ayuda sería a través de los voluntariados con la entrega de suministros.
5. Con fines de lucro
No siempre el primero que ofrece ayuda es el más conveniente. El dolor ajeno atrajo intenciones disfrazadas de algunos para sacar provecho y llenarse los bolsillos. Ese reflejo se vio tanto en las aerolíneas, comercios y personalidades que cobraron su parte por una labor que aseguraron era de caridad.
6. El pez chico se comió al grande
La falta de transparencia durante el proceso de contratación laceró la credibilidad de la isla ante el gobierno federal cuando quedó al descubierto un contrato apresurado y sin la capacidad probada para recuperar uno de los servicios más vitales durante la emergencia: la energía eléctrica.
7. Mejor precaver que lamentar
Por años, la consigna común era “eso no va a venir”, ante el anuncio de cualquier evento atmosférico. A poco tiempo del huracán María y en plena temporada de huracanes los puertorriqueños aún no se sienten listos para revivir la catástrofe y toman con mayor seriedad los boletines informativos relacionados a las condiciones del tiempo.
8. Un nuevo aire a la energía renovable
A cinco meses del paso del huracán María, el municipio de Yabucoa sólo tenía un 18% de energización. El colapso de la red de energía eléctrica llevó a ciudadanos, hospitales y empresas privadas a disminuir la dependencia de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y buscar fuentes de energías alternas.
9. Inclusión del sector privado
Las ayudas que el país estaba acostumbrado a recibir comenzaron a llegar de otra forma y ya no era un asunto únicamente de las agencias gubernamentales. Tanto así que compañías privadas y personas comunes dieron el brazo a torcer por ofrecer lo mejor de sí.
10. El patriotismo como motor de supervivencia
A pesar de las vicisitudes, el país mantuvo una visión positiva de sí mismo a través de la bandera de Puerto Rico que se convirtió en el símbolo de fortaleza hasta en la diáspora.
11. Gota a gota, la ayuda llegó a cuentagotas
Acceso a agua limpia, comida y productos de primera necesidad se mantuvo estancado en los puertos y aún siguen en el olvido suministros que desviaron su ruta dejando con las manos vacías a quienes les esperaban. Como modo de solución, el director de Aemead contó a Metro que ya los 78 municipios cuentan con suministros para atender un evento de tal magnitud.
12. Inventario de comunidades vulnerables
A más de un año de la catástrofe, tanto FEMA como el gobierno local continúa su labor y admitieron que reforzarán su protocolo de preparación para emergencias, enfocados en las comunidades de envejecientes para incluir sistemas de salud y planificación de oxígeno para la próxima desastre.