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Viva la esperanza de restaurar sus hogares

Residentes de las zonas más afectadas de Canóvanas y Loíza narran las vicisitudes que han pasado durante los últimos doce meses luego de que el huracán les destrozara sus hogares

Una luz matizada de azul se embiste por algunos huecos del techo de la casa de Maritza Santiago, que le recuerdan la destrucción de la que –a cuenta gotas– se ha ido recuperando.

Su solar ubica en el barrio Villa Hugo II, en Canóvanas, donde la furia del temporal se llevó gran parte de las residencias y el Río Grande de Loíza trajo varios pies de agua que inundaron la mayoría de las estructuras.

Sin embargo, pese a la tragedia que hoy cumple un año, pero que Santiago aún recuerda como si fuera ayer, ha decidido tener una actitud positiva y a la expectativa de un nuevo comienzo. “Dios nos ha sostenido en todo, FEMA nos ayudó, ha venido mucha a ayudar. Realmente estoy feliz, positiva, agradecida porque todo este proceso nos ha unido más como familia y estamos con más deseos de seguir adelante”, manifestó Santiago, quien vive en el lugar con tres de sus cinco hijos, uno de los que estuvo varios meses pernoctando en una caseta de acampar mientras el resto de la familia dormía en un pequeño cuarto.

Inicialmente la casa quedó destrozada, aún conservan el toldo en el techo, pues si bien tiene planchas de zinc que le ayudaron a instalar empleados de FEMA, algunas zonas están a la intemperie. Las paredes han vuelto a estar de pie, pero en madera. Sin embargo, en la parte de atrás se aprecia cómo se está comenzando a hacer realidad su deseo de una casa en cemento, la cual espera terminar para el próximo verano.

“Ahora la voy a hacer alta, la casa será arriba, abajo será tipo marquesina, para evitar que no se inunde”, explicó.

Santiago había narrado su historia a Metro tan solo tres semanas después del huracán. Recordó que, debido al reportaje, sus primas llegaron de Estados Unidos con una casita decorativa en miniatura que en su interior tenía $500.

En plena reconstrucción

A unos 15 minutos del barrio Villa Hugo II, en el sector el Richard, en Loíza, Pascuala Ramos Ayala, con una sonrisa en sus labios disfruta de su vivienda que reconstruyó –esta vez en cemento- luego de que el huracán se llevara hasta sus cimientes.

Ramos Ayala vive sola junto a su hijo de 48 años que tiene impedimentos, entre ellos, padece de epilepsia y retardación mental. Otro de sus seis hijos falleció pocos meses después del huracán. “Se me dañó todo, los muebles, el juego de cuarto, la nevera, todo”, expresó.

La mujer relató que su hermano le hizo un cuarto y a partir del mismo construyó la residencia con el dinero que brindó FEMA. Al presente, aún le faltan algunas puertas, las lozas para el piso, empañetar las paredes y construir el techo, que temporeramente levantaron en zinc. “Le doy gracias a Dios que me han ayudado, a FEMA, a la iglesia y los que han venido a ayudar”, manifestó.

Entidad reconstruye su hogar

A dos solares de distancia de la casa de Ramos Ayala se encuentra la residencia de Juan Fuentes, ya reconstruida en su totalidad. Indicó que no recibió ayuda alguna del gobierno, fue gracias a la Fundación Ricky Martin que logró tener el piso, techo, puertas y hasta la pintura de su renovado hogar. FEMA denegó sus ayudas, aunque apeló en varias ocasiones, no pudo obtener un monto que le sirviera para al menos arreglar el techo que se afectó por el temporal.

A raíz de la negativa gubernamental, llegaron algunos voluntarios de la Fundación, que según Fuentes, “cayeron del cielo”. Narró que aparecieron dos personas en su residencia que le preguntaron qué necesitaba a lo que les solicitó “varias planchas de zinc”, pero estos señalaron que le reconstruirían su vivienda.

Empero, Fuentes asegura sentirse seguro de cara a un próximo huracán en la residencia que ubica a pasos de la costa, pues entiende que el techo ahora está “mejor ajustado y atornillado”.

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