Las historias heroicas tras el paso del huracán María no tienen límite de edad y, a más de un año del paso del fenómeno atmosférico, continuamos topándonos con pequeños actos llenos de grandeza. En la Escuela Vocacional República de Costa Rica, en Caguas, un grupo de estudiantes junto con varios de sus maestros se dieron a la tarea de restaurar y reorganizar las dos cooperativas juveniles que dirigen los mismos alumnos.
“Esa experiencia con el huracán María fue difícil para nosotros, ya que el taller se inundó, había dos pies de agua, los acústicos se dañaron, tuvimos que volver a pintar todo el taller y fue una experiencia ardua”, relató Alejandra Millán Velázquez. La joven de 17 años es la presidenta de Ébano Coop, una cooperativa juvenil que les permite a los estudiantes del curso de diseño y producción de proyectos, desarrollar un laboratorio ocupacional dentro de las instalaciones de la escuela, donde aplican lo aprendido al tiempo que generan ganancias para los socios y para el plantel.
“Tuvimos un proceso bien grande y largo de limpieza, de reorganización, tuvimos que recoger, lijar, hacer un proceso inmensamente largo para poder tener el taller como lo tenemos aquí presente hoy”, expresó Samuel Dodd, uno de los alrededor de 32 socios actuales de la cooperativa. “No tan solo fue en el taller, nosotros trabajamos por toda la escuela, hicimos cambios, tuvimos que, realmente, esforzarnos y dedicarnos”, continuó el joven de 16 años.
Ébano Coop fue incorporada el 20 de noviembre de 2014 y es una de las alrededor de 300 cooperativas juveniles activas actualmente en las escuelas del sistema público y privado de Puerto Rico, así como en algunas universidades. Nació por iniciativa del profesor Orlando Aponte, maestro consejero de la cooperativa y quien, además, imparte el curso en el Taller de Ebanistería.
“Vi la oportunidad de que una cooperativa es un ente importante, donde los estudiantes practicando podían hacer productos para las personas de la comunidad y poder ganar un incentivo que les ayudara a ellos en su vida personal luego de graduarse”, afirmó, añadiendo que ha notado un mayor compromiso por parte de los estudiantes, luego de la creación de la cooperativa.
“Mi función en este taller es trabajar con mis compañeros”, apuntó Jomar Rivera Rivera, estudiante del Taller de Ebanistería y socio de la cooperativa, mientras mostraba las instalaciones y se acercaba a las sierras de banco.
“En esta área se hacen los cortes. Esa sierra es utilizada para hacer cortes precisos”, explicó el joven de 17 años. “Esto me ha ayudado a ser más abierto, a coger consejos, que hay muchas personas que no les gusta que les digan cómo hacer las cosas. Y siempre estar dispuesto por mis compañeros, darles la mano, ser humilde y agraciado por tenerlos aquí, siempre a mi lado dándome la mano en todo momento”.
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Emprendimiento, autogestión y liderato a través del cooperativismo
Las cooperativas juveniles son talleres educativos y laboratorios empresariales para la práctica cooperativa en Puerto Rico. En la isla, fueron creadas bajo la Ley 220 del 29 de agosto de 2002 y, en ellas, los jóvenes estudiantes son el eje central de todas sus actividades. Son espacios en los que viven experiencias que estimulan su creatividad, capacidad y potencial de liderazgo y aprenden, además, a resolver sus problemas colectivamente y trabajar hacia una meta común. Hoy, en el contexto del Mes del Cooperativismo, se celebra el Día del Cooperativismo Juvenil en Puerto Rico.
“Yo soy producto de cooperativas juveniles y fui testigo de todo lo que estas cooperativas son capaces de hacer en los jóvenes, en las escuelas de Puerto Rico, sembrando esa semilla de emprendimiento, de autogestión, de destrezas, liderato en cada uno de nuestros niños y aportando eso a mi vida personal como estudiante”, relató Ivelisse Torres Rivera, comisionada de la Comisión de Desarrollo Cooperativo de Puerto Rico (CDCoop), en entrevista con Metro.
Como estudiante del sistema público, Torres fue parte de la Junta de Directores de la Cooperativa Juvenil Hormiguita Borinqueña en la Escuela Segunda Unidad Francisco Jordan en Utuado.
“Aquí (en las cooperativas juveniles) se establece una Junta de Directores en la que los estudiantes son los dueños y los que toman las decisiones respecto al destino de esta cooperativa, guiados por un maestro consejero y con el patrocinio y el respaldo del director escolar”, explicó Torres.
Por ley, toda cooperativa juvenil debe separar de sus ganancias una reserva social de entre un 10 % y un 30 %, una reserva de servicios de 10 % y una reserva de 30 % para donativos a la entidad auspiciadora, en este caso, la escuela. Luego de separar las reservas, el sobrante se divide entre los socios de la cooperativa.
En el caso de La Posada Coop, la cooperativa juvenil de consumo del mismo plantel escolar registrada en 2013, genera alrededor de mil dólares diarios en ventas y, actualmente, cuenta con 65 socios-estudiantes, aunque la meta es lograr que más del 50 % de la matrícula de la escuela —que alcanza unos 723 alumnos— se convierta en socio, destacó Leyshka Gómez, tesorera de la cooperativa.
“Entiendo que me ha encaminado a sentirme segura de lo que quiero estudiar en la universidad, que es contabilidad gerencial. Esto ha sido de gran ayuda para mi desarrollo, académico y social, porque tenía unas deficiencias en lo que es lo social y me ha ayudado mucho ha desarrollarme como ser humano”, aseguró Gómez, de 16 años. Las antiguas instalaciones de La Posada también fueron destruidas por el huracán, pero los miembros de la cooperativa junto con personal del plantel habilitaron otro espacio que estaba en desuso y convirtieron la nueva sede en un centro de estudiantes donde pueden tener un rato de ocio, compartir, consumir alimentos o realizar sus tareas.
Las cooperativas juveniles aportan, además, a la economía de la Isla mediante la creación de empleos. Según datos de CDCoop, actualmente estas cooperativas tienen un total de 127 empleados contratados, es decir, que no son alumnos. Tal es el caso de Gabriel Medina Rivera, administrador de La Posada Coop.
“El regresar a mi escuela y ver este tipo de modelo de cooperativa ha sido una cosa brutal, porque lleva a los estudiantes a empezar a ver lo que es ser socio de una cooperativa y empezar a ver lo que ellos pueden hacer para ir ahorrando y que cuando se gradúen de grado 12 vean ese dinero”, expresó el joven de 22 años, quien fue estudiante de la Escuela Vocacional República de Costa Rica.
“El tiempo que estoy aquí mayormente me gusta ayudar a las personas y estar compartiendo con los demás”, dijo por su parte Bryan Rodríguez Colón, estudiante que forma parte del Comité de Supervisión de la Cooperativa. “Formar parte de ese comité me enseña a mi a ayudar a mis compañeros, trabajar en conjunto con ellos, me enseña cosas que yo todavía no he aprendido sobre la vida, cosas nuevas”, sostuvo el joven de 15 años.