MANILA, Filipinas — Un tribunal de Filipinas declaró a la exprimera dama Imelda Marcos culpable de soborno y ordenó su detención el viernes en una extraña condena que tiene previsto recurrir para evitar perder su escaño en el Congreso.
La corte especial de Sandiganbayan sentenció a Marcos, de 89 años, a entre 6 y 11 años de prisión por cada uno de los siete cargos por violar una ley anticorrupción al desviar ilegalmente alrededor de 200 millones de dólares a fundaciones en Suiza en la década de 1970, cuando era gobernadora del área metropolitana de Manila.
Ni Marcos ni ningún miembro del equipo que la representa asistió a la vista judicial.
En un comunicado, Marcos dijo que la decisión judicial estaba siendo estudiada por uno de sus abogados, que notificó a la familia que tiene intención de recurrir.
Activistas contrarios a la congresista y víctimas de abusos de derechos humanos recibieron la esperada condena con satisfacción.
El tribunal descalificó a Marcos para ocupar un cargo público, pero podrá continuar en su banca de la poderosa Cámara de Representantes mientras apela el fallo. Su mandato en el Congreso terminará el año que viene, pero ya se registró para intentar sustituir a su hija como gobernadora de la provincia de Ilocos Norte.
“Di saltos de alegría de incredulidad”, dijo la expresidenta de la Comisión de Derechos Humanos Loretta Ann Rosales, que fue una de los muchos activistas encarcelados por el esposo de Imelda, el presidente Ferdinand Marcos, cuando declaró la ley marcial en 1972.
Según Rosales, la decisión era un importante revés en los esfuerzos de la familia de revisar la historia negando muchas de las atrocidades cometidas durante la dictadura, e instó a los filipinos a luchar contra todas las amenazas a la democracia y a las libertades civiles.
El exsenador Aquilino Pimentel Jr., quien también pasó por la cárcel durante la dictadura de Marcos, señaló los votantes pueden decidir en las elecciones locales del 13 de mayo del próximo año, en las que Imelda Marcos se presentará como candidata, si quieren a “alguien que tiene mala reputación representándolos”.
El esposo de Marcos fue derrocado por una revuelta “popular” respaldada por el ejército en 1986. Murió en un exilio autoimpuesto en Hawaii en 1989 pero su esposa e hijos regresaron a Filipinas. La mayoría de ellos fueron elegidos para cargos públicos en un sorprendente regreso político.