A pesar de que el Departamento de Estado aseguró que apoyó a las organizaciones sin fines de lucro que se acercaron buscando orientación sobre el traslado de personas a Estados Unidos, la subsecretaria de la agencia no pudo mencionar el nombre de ninguna.
Con lo que algunos de estos pacientes no contaban, sobre todo los de diálisis y cáncer, era con que al llegar a Estados Unidos enfrentarían problemas para acceder a sus tratamientos y medicamentos, según encontró la investigación. Se desconoce cuántas personas adicionales a las documentadas por el CPI salieron en condiciones similares de manera individual, y cómo terminaron sus historias.
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En el caso de los beneficiarios de Medicaid y Medicare, cada estado tiene sus propias reglas y burocracia, mientras que el costo de los planes privados en Estados Unidos es mucho mayor que en Puerto Rico.
Otros pacientes que se fueron con el apoyo de coordinación desde la isla por parte de organizaciones como la Fundación PACIV y la Sociedad Americana contra el Cáncer (SAC) recibieron servicios médicos y hospitalarios sin contratiempos, al llevar cita previa con los hospitales donde iban a ser atendidos, según los directivos de estas organizaciones.
En decenas de ocasiones se evitó que se perdieran más vidas. En Puerto Rico, el panorama que existía en ese entonces era de falta de los servicios básicos, oficinas de médicos cerradas y hospitales en crisis, que redundó en un aumento sin precedentes modernos en la mortalidad de Puerto Rico. No obstante, en el caso de la Sociedad Americana del Cáncer, murieron cinco de los 60 pacientes que se fueron para Estados Unidos, cuyas condiciones de salud eran críticas cuando salieron de la isla. La Fundación Stefano, que también ayudó a 500 enfermos y cuidadores a salir del país durante la emergencia, ha documentado cinco fallecimientos adicionales entre sus beneficiarios, pero su directora Zorimar Betancourt estima que son más.
La mayoría de las organizaciones que ayudaron en la coordinación y traslado de pacientes obtuvieron comunicación con estos hasta diciembre de 2017. La SAC, sin embargo, los contactó durante este año para saber cómo se encontraban.
El CPI ha documentado seis muertes en los Estados Unidos a través de informantes y de su formulario en línea sobre muertes relacionadas con el huracán María. Entre ellas, la de Eric Vélez Aymat, de 83 años y residente de Hormigueros, quien se fue a Atlanta, Georgia, una semana y media después del azote de María. Su hija, Marieli Vélez, y su hermano Eric J. Vélez , tenían problemas para comunicarse con sus padres en Puerto Rico y vinieron a socorrerlos. Marieli sabía que su padre estaba “aturdido” por el calor y no había podido ponerse la insulina como le correspondía.
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Vélez Aymat había sufrido una caída provocada por el agua de lluvia que entró en su casa tras María, golpeándose en la cabeza con la puerta. No fue al hospital por la “incertidumbre” que sentía al saber que los hospitales estaban trabajando sin electricidad en ese momento.
Enfrentan dificultades pacientes de diálisis
Los pacientes de diálisis que se fueron sin la coordinación necesaria para recibir su tratamiento en Estados Unidos se enfrentaron a la situación de que su plan médico no les cubría y no tenían dinero para pagar. Incluso, tuvieron dificultades para adquirir medicamentos, según documentó Ángela Díaz, directora del Consejo Renal.
“Pensaban que iban a estar mejor, pero llamaban a Puerto Rico para ver cómo los ayudábamos”, dijo.
Luego del huracán María, 620 pacientes renales salieron de Puerto Rico buscando seguir con sus tratamientos en diferentes estados, siendo Florida el principal destino con 281 pacientes, según datos del Quality Insight Renal Network (QIRN3), que es la entidad que lleva el registro de pacientes renales en Puerto Rico.
Este reportaje se publica en Metro gracias a una alianza con el CPI. Puede accederlo completo en periodismoinvestigativo.com
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