El 1.o de enero de 2019, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, celebró el Año Nuevo con un mensaje que invitaba a la “defensa incansable de todo lo que construimos y levantamos juntos”. En sus expresiones, hablaba en nombre del pueblo cubano y el Gobierno revolucionario.
“Honor y gloria a los que en enero de 1959 pusieron fin a la larga noche de la dictadura batistiana y ganaron para Cuba el título de la Isla de la Libertad”, escribió Díaz-Canel en Twitter. Era el aniversario número 60 de la Revolución cubana, la sexta década desde aquel día en que su líder máximo, Fidel Castro, entró triunfante a la provincia de Santiago de Cuba.
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“Es una revolución que era necesaria por la corrupción que había bajo el Gobierno de [Fulgencio] Batista. Al mismo tiempo es una revolución que creó mucha esperanza para el pueblo cubano y cogió un camino equivocado”, afirmó el doctor Andy Gómez, profesor retirado de la Universidad de Miami (UM) y exdirector del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la UM.
“El pueblo cubano se merecía mucho más que lo ha podido vivir en estos últimos 60 años”, sostuvo. De acuerdo con el análisis del académico, la ausencia de un Gobierno democrático, la falta de instituciones cívicas y la injusticia social que se había disparado bajo la presidencia de Batista, hacía necesaria y fue fundamental en la victoria de la Revolución, que trajo, en principio, mejoras evidentes en la educación y la salud pública de los cubanos.
Gómez, una de las voces más reconocidas del exilio cubano en los Estados Unidos, era un niño cuando presenció el triunfo y esos primeros cambios.
“Me acuerdo como ayer. Tenía 4 años y medio el día que Fidel Castro entró en La Habana el día 8 de enero de 1959. La esperanza era salir de una dictadura y un gobierno corrupto de Batista y entrar en una época que, a lo mejor, traería algo mejor. Me acuerdo que había esperanza, pero esa esperanza se disminuyó una vez que él declaró que era un Estado comunista”, relató.
Su padre era uno de los administradores de la fábrica de Coca-Cola en La Habana, una de las empresas estadounidenses nacionalizadas por el Gobierno revolucionario, como muchas otras, una acción que la generación del padre de Gómez —relató el académico—, no vieron venir con el ascenso al poder de Fidel. La esperanza entonces se vio reducida y, en 1961, Gómez junto a su familia salió de Cuba.
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“Nuestra juventud defenderá la Revolución”, escribió Díaz-Canel el mismo primer de enero, en otro tuit publicado en su cuenta oficial. Para Gómez, sin embargo, la afirmación del presidente cubano se aleja de la realidad que vive la nueva generación cubana. A juicio del académico, el mayor problema del Gobierno cubano es, precisamente, cómo mantener viva la ideología de la Revolución.
“Eso se perdió”, manifestó. “La juventud se está dando cuenta de que lo que ellos oyeron, lo que les enseñaron en las escuelas es una contradicción de lo real”. Lo que está sucediendo, a juicio de Gómez, se debe principalmente al acceso a Internet, que se ha ido abriendo paulatinamente en la isla desde 2012. “[Los jóvenes] le piden al Gobierno cosas que el Gobierno ni les va a dar ni puede darles”.
Al mismo tiempo, reconoce que, 60 años después de la Revolución, la mayoría de los habitantes de Cuba ha crecido dentro de ese único contexto.
“De los 11 millones de cubanos que hay hoy en la isla, 9 millones nacieron después del 1959. En otras palabras, ellos son prisioneros del sistema”, sostuvo, aunque la retroalimentación entre el exilio y los residentes en Cuba —principalmente luego de la llamada “crisis de los balseros” en 1994—, también ha dado paso a que los cubanos en la isla conozcan las historias de “cómo es vivir en una democracia”.
“Avances sociales que prometió la Revolución, yo creo que han sido muy limitados, específicamente para el pueblo negro-mulato en Cuba”, manifestó Gómez.
A 60 años de la Revolución y de cara al futuro, Gómez no vislumbra ningún cambio a corto plazo respecto a la situación política de la isla, al menos mientras figuras como Raúl Castro, quien ocupa el cargo de primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), y Ramiro Valdés (comandante de la Revolución y vicepresidente de los Consejos de Estado), continúen en el poder. Se trata de figuras protagónicas de la Revolución.
Cuando ya no estén, dijo, habrá que ver “qué va a demandar el pueblo cubano y aquellos que estén gobernando, qué capacidad van a tener”.
En Cuba, ciertamente, el liderazgo comunista mantiene puesta su confianza en la continuidad de la “obra de la Revolución” y el sistema de gobierno que desde 1959 ha operado en la mayor de las Antillas en el Caribe.
“El pueblo heroico de ayer y hoy orgulloso de su historia, comprometido con sus ideales y la obra de la Revolución ha sabido resistir y vencer en las seis décadas ininterrumpidas defendiendo el socialismo”, afirmó Raúl Castro, durante un acto conmemorativo del aniversario 60 de la Revolución cubana en Santiago de Cuba.
P&R
Profesor Efraín Vázquez Vera
Internacionalista, catedrático de la Universidad de Puerto Rico
¿Cómo se podrían resumir 60 años de Revolución cubana?
No podemos hablar de una sola Revolución cubana, porque a lo largo de 60 años podríamos decir que ha habido varias revoluciones que se han llamado la Revolución cubana. No es lo mismo el inicio de esa Revolución —esa primera etapa—, donde diríamos que existía un cierto consenso en Cuba de que su misión era una muy noble y donde el apoyo que tenía la Revolución era —se puede decir— universal, porque de lo que se trataba era de traer la democracia y terminar con una dictadura, que era la de Fulgencio Batista. Así que el triunfo de la Revolución responde a eso, a ese consenso que había de que la dictadura tenía que terminar.
Luego hay una segunda etapa que sería la revolución marxista, que ahí es donde entonces se empieza a romper ese consenso y ese apoyo que tenía la Revolución. El primer desencuentro norteamericano, muchos que habían participado en esa primera etapa de la Revolución, incluso [en ellos] existe un descontento. La revolución marxista básicamente se puede definir como una revolución ideológica, pero más bien nacionalista pro independencia. La Revolución cubana siempre se ha caracterizado por una revolución nacionalista-independentista. En esa segunda etapa, el marxismo sirvió como una herramienta para lograr el objetivo —no tanto marxista—, sino de mantener esa independencia y ese nacionalismo cubano. Es importante que lo entendamos porque cuando uno dice: “¿Cómo es posible que esta Revolución haya durado tanto?”, es que más que una revolución marxista, la Revolución cubana siempre fue una revolución nacionalista-independentista.
Pondría una tercera etapa, luego de la caída del bloque soviético. Siempre pongo como fecha 1989, es el año simbólico de la caída del marxismo, cuando la Revolución cubana, entonces, deja de ser menos marxista y más pragmática, y lo que permitió que, a pesar de la caída del muro marxista, fue ese pragmatismo con el que se introdujeron dentro de la economía cubana elementos del capitalismo para poder mantener ese proyecto nacionalista-independentista. Hoy estamos ante el umbral, específicamente con la nueva Constitución, y no es coincidencia que estos 60 años de la Revolución cubana vengan acompañadas con una reforma de la Constitución cubana. Lo que estamos viendo ahora es una Revolución más pragmática que nunca, y una Revolución que ya se puede definir como realmente una Revolución cubana. La definiría ahora como un esfuerzo para mantener unos logros de la Revolución, siendo pragmáticos, con mayores libertades, con mayor democracia, porque eso está viendo, mayor capitalismo, y no deja de ser independentista-nacionalista. Quizás estemos ante la antesala, luego de 60 años, de que sea una revolución genuinamente cubana.