Tato (nombre ficticio) se levanta temprano y sale de su casa al cultivo clandestino de marihuana. Se toma entre una a tres horas tratando las plantas y preparándolas. Le toma otro rato empacarlas, y sale a distribuirlas en una jornada que acaba en las tardes, a veces ya entrada la noche. Pero las cosas han cambiado. “Fácilmente, ha tenido que bajar como un 30 % y cuidado si un poquito más”, comentó sobre el ritmo de su negocio con el conocimiento y la seguridad que puede tener una persona que hace 18 años se dedica al cultivo y la venta ilegal de “yerba”.
Hace dos años, se estableció la Ley para Manejar el Estudio Desarrollo e Investigación del Cannabis para la Innovación, Normas Aplicables y Límites”; la Ley Medicinal. Desde entonces, vendedores y clientes atestiguan el impacto que la industria del cannabis medicinal ha tenido en el mercado subterráneo.
PUBLICIDAD
“Hace cuatro años, las libras de marihuana de alta calidad. aquí le llaman cripy, estaban en $4,000. Ahora mismo tú puedes conseguir libras a $2,000; lo más caro $3,000. Digamos que un rango de $2,500”, explicó Tato.
“Hace un tiempo, las octavas (un octavo de onza de marihuana, o 3.5 gramos) las vendían a $60. Ahora mismo yo vendo eso hasta en $35 o $40”, agregó.
Un consumidor se hizo eco. Lo que antes le costaba $20, ahora lo puede conseguir hasta a mitad de precio si compra en mayores cantidades y hasta lo llaman con ofertas, contó a Metro.
Aunque Tato es consciente de que otros elementos influyen en la reducción de la demanda y los costos, como la baja poblacional y un aumento del producto si es traído desde Estados Unidos, reconoce que han perdido muchos consumidores porque han optado por solicitar la licencia para el consumo del cannabis regulado.
Ese es el caso de Leo (nombre ficticio), quien tiene 24 años y fuma marihuana desde los 22. Hace unos meses le recetaron cannabis medicinal para tratar su depresión y ya no necesita un dealer.
PUBLICIDAD
“Es más económica y, en algunos casos, más potente. Es una ventaja saber qué tipo de yerba estás comprando”, arguyó Leo.
El doctor Jaime Claudio Villamil, de la Sociedad de Clínicos del Cannabis, estimó que 1 de cada 4 pacientes había experimentado con la marihuana antes de licenciarse. “En esencia, había mucha gente que estaba en el mercado ilegal, que cualifica para el cannabis medicinal, y, obviamente, esa población ya no está necesitando ese producto ilegal”, dijo en entrevista con Metro.
Del mismo modo, la licenciada Ingrid Schmidt, presidenta de la Asociación de Cannabis Medicinal (AMC) aseguró que, aunque no existen estadísticas que confirmen lo que han experimentado estas fuentes, no le sorprendería el fenómeno.
“Cuando comenzó el programa sabíamos que había un gran grupo de pacientes que lo utilizaban a través de foros ilegales”. Ante la presencia de un espacio donde se conoce al detalle el desarrollo, los efectos, los métodos de producción y su consumo que se atemperen a las distintas condiciones médicas, no le asombra que los asiduos hicieran el cambio.
Según Tato, este panorama se discute con frecuencia en el “bajo mundo”. “Hay business para el underground, para el black market, como ustedes lo quieran llamar, pero sí me da miedo que, si se convierte en recreativa, ahí sí puede que se cabe el guiso”, dijo.
“Yo tengo panas que no le tienen miedo para nada. Que me dicen: ‘No, chico, tranquilo. Esto va a seguir, aunque venga la recreativa”. Me dicen que mejor, más relax estamos trabajando. Pero te lo juro que a mí me asusta”, continuó.
Hasta el momento, hay cerca de 60,000 pacientes licenciados, 70 dispensarios, 20 establecimientos de cultivo y 20 de manufactura, precisó Schmidt.
Además, frente a la reducción en la cantidad y la calidad de investigaciones criminales, así como de agentes de la Policía, Tato afirmó que el temor a ser procesados ha disminuido.
“Además, a los Estados Unidos ya ni les importa si son casos pequeños de marihuana. Ellos lo que quieren son toneladas que vengan de yo no sé dónde y bregan un poco más fuerte con otras drogas como la cocaína, la heroína y otras”, argumentó.
Medicinal: un negocio inaccesible
“No me he movido para la medicinal porque eso está hecho para los ricos”, dijo Tato, categórico.
Él no tiene los miles de dólares que se requieren para levantar un dispensario, o los millones si quisiera cultivar bajo la ley.
“Me han dicho para trabajar ‘picando’, pero son como $8 o $10 la hora. Si tuviera la necesidad, lo haría, pero todavía gano más vendiendo underground”, afirmó.
Para intentar proteger el mercado local, la ley establece que un 51 % de la titularidad de los establecimientos tiene que provenir de capital de Puerto Rico, pero “como tiene muchos requisitos, requiere una inversión importante”, aclaró Schmidt.
Los efectos del huracán María
Según Tato, el paso del huracán María destruyó la mayoría de los cultivos en Puerto Rico y obligó a los vendedores a traer marihuana desde Estados Unidos, lo que también ayudó a reducir sus costos.
“Allá afuera tú compras libras regaladas a $800 y $900. Obvio, eso es una cadena, pero tal vez llega aquí a tus manos en $1,500 y eso era un “súper deal”, comentó.