Cada año en 8 de marzo, Día de la Mujer, nunca falta aquella furia de machos alfa preguntándose por qué las “malvadas feminazis” no quieren que las feliciten ni les regalen rosas y chocolates. Y bueno, hay una razón muy clara: este día no es un festejo ni una fiesta. ¿Qué pasó, entonces, qué nos hizo comenzar a conmemorarlo? Esta es su historia.
¿Por qué se conmemora el Día de la Mujer?
Todo comenzó un 8 de marzo de hace muchos, muchos años: de 1908, para ser exactos. Ese día ocurrió una desgracia que marcaría la historia y comenzaría, sin saberlo, una revolución feminista.
La historia se dio en Nueva York, Estados Unidos. Ahí, 129 mujeres trabajadoras de la fábrica Cotton decidieron declararse en huelga presencial. Tomaron las instalaciones de la fábrica hasta que se cumplieran sus demandas: reducción de su jornada laboral a 10 horas, igualdad de salario con sus compañeros hombres que desempeñaban exactamente las mismas actividades y mejora general de sus condiciones de trabajo (que rayaban en esclavitud).
Sin embargo; la respuesta del dueño de la fábrica fue encerrarlas a todas dentro de la fábrica. Y así, encerradas, estaban cuando se desató un incendio (¿provocado?). Todas murieron quemadas vivas.
A partir de ahí; el Día de la Mujer comenzó a nacer, poco a poco. En 1910 se declaró ese día como el Día de la Mujer Trabajadora; y en 1977, la ONU lo declaró como el Día Internacional de la Mujer.
Con el paso de los años; este día se conmemora en honor de las 129 mujeres que murieron en aquella fábrica neoyorquina; además de tantas otras que han sido víctimas de feminicidios en todo el mundo. También señala la lucha constante de colectivos de mujeres para lograr la equidad que se ha buscado desde hace tanto tiempo.
Por todo esto, el 8 de marzo no es un día para festejar que somos mujeres; ni mucho menos para hacer referencia al papel de madre: es un día para recordar que se debe seguir luchando por equidad. Y así la historia.