Cuando Graysen Martínez Ocasio era un adolescente de entre 12 y 15 años, se iba todas las noches a la cama pidiéndole a Dios con desesperación que “por favor, por favor, por favor” lo cambiara. Pero todas las mañanas despertaba igual, con un aspecto femenino que le molestaba porque él nunca fue mujer, aunque así le designaron por su sexo.
Siempre pensó que fue su culpa. “¿Será que me tengo que hincar y hacerlo de otra forma? ¿Será que tengo que pasar más tiempo orando? ¿Será que tengo que leer más?” Leyó la Biblia, oró, imitó los manerismos de sus primas y se forzó a encajar. Hace unas semanas una de ellas le confesó: “Nunca te viste femenina”.
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Ahora lo recuerda y ríe. Martínez Ocasio, quien vive en Boston, Massachusetts, pule los trámites para convertirse en el primer puertorriqueño en la diáspora que cambia su género en el certificado de nacimiento, como lo han hecho un centenar de boricuas en la isla desde que el Registro Demográfico estableció un formulario el 17 de julio de 2018.
De acuerdo con datos preliminares de la oficina, a febrero de este año hubo 87 cambios de masculino a femenino y 25 de femenino a masculino, un total de 112 correcciones. Pero no fue hasta este año que se tradujeron los documentos al inglés para facilitar el proceso a personas que viven en Estados Unidos.
El director ejecutivo del Consejo Asesor LGBTT de Fortaleza, Alberto Valentín Camacho, explicó que buscan ampliar el acceso al procedimiento, que por ahora solo se puede gestionar en San Juan. Aunque se trata de un trámite bastante expedito, los pasos que le preceden “toman un tiempo, documentaciones, hormonas, y unos procesos que culminan, al final, con toda probabilidad, en el cambio de género en el certificado de nacimiento”, expuso.
Eso se podría complicar si la persona vive fuera de Puerto Rico, y si contratan abogados ajenos a las regulaciones locales, advirtió el licenciado. “Están engañando a muchas personas en Estados Unidos”, dijo refiriéndose a quienes asumen los casos sin estar al tanto de los cambios en la legislación de Puerto Rico.
Entre los documentos requeridos está un certificado negativo de antecedentes penales, así como de la Administración para el Sustento de Menores y de la corte de Quiebras. También necesitan una certificación médica que refleje el verdadero género de la persona u otro documento oficial que lo demuestre, como una identificación oficial.
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Martínez Ocasio, por ejemplo, peticionó el cambio de nombre en Massachusetts en diciembre del 2017, pero no fue hasta el pasado febrero que obtuvo la orden. Ahora espera que las autoridades locales validen la sentencia emitida por el tribunal para poder culminar el proceso, explicó su abogada, Ivellisse Quiñones Ocasio.
Más allá del papel
La transición de Martínez Ocasio, como la de cualquier otra persona transexual, ya había sido larga y compleja. A los dos años descubrió que le faltaba algo que el resto de los hombres tenían, y se echó a llorar. Su mamá lo consoló y lo abrazó. Su familia no tuvo reparos con que jugara con carros y pistolitas. Sabían que era diferente. Pero la adolescencia agregó presiones.
“Mi mamá me decía pásate maquillaje”, narró el también periodista. “En mi juventud no tenía nadie con quien pudiese hablar al respecto. Todo lo contrario, tuve que entonces optar por aprender a usar manerismos femeninos”, recordó.
“Tenía que aprenderlos, mirar a mis primas, mirar a mis amistades y ver cómo ellas se desarrollaban en el mundo en que se sentían cómodas y tratar de ser así”.
Para que no exista dudas, Martínez Ocasio es un hombre heterosexual, aunque su cuerpo no siempre lució como el de un hombre. Siempre le gustaron las mujeres, pero se esforzó por salir con muchachos aunque fuera tortura.
“No es bueno ni para el cuerpo, ni para el alma, ni para las emociones. Me sentía en un estado de náuseas, de asco, de incomodidad”, lanzó.
No fue hasta después de los 30 que salió de lo que llamó el primer clóset: “no puedo salir con hombres”. Le tomó alrededor de 15 años más para deshacerse del otro: “fui donde mis padres y les dije sobre la transición física”.
Ya entonces estaba casado con Nicole Lashomb, con quien co-dirige la organización Project Out y con quien fundó el periódico The Rainbow Times. Justo en esos espacios descubrió que cambiar su “presentación” era posible, y así lo hizo de la mano de su esposa.
“No voy a permitir que yo sea enterrado en una presentación que no es la mía. Ahora yo decido. La sociedad no va a escoger por mí nada más”, declaró.
Fue su madre la primera en acudir a una oficina del Registro Demográfico, en Arecibo, para orientarse. Allí no tuvo respuestas. Fue a una segunda oficina, y tampoco, aún después de que se creara el formulario. Más allá del papel y de buscar ampliar los servicios, el Gobierno también intenta mejorar el trato a esta población con adiestramientos y algo de sensibilidad.
Los privilegios de ser hombre
Pocos han vivido lo que él: las experiencias de que el mundo lo tratara como mujer, y luego como hombre. Para el comunicador, la diferencia es evidente hasta en los detalles más pequeños. Ahora él siente que lo tratan con más respeto, es a él a quien le dan la cuenta y ya no se acercan a coquetearle a su esposa cuando salen.
Eso le incomoda a Martínez Ocasio. Lashomb, su esposa, también siente la diferencia, y él lo reconoce y lo asume con cuidado, porque está dispuesto a combatir lo que le llaman “masculinidades tóxicas”. Pero años siendo tratado como mujer le dan las herramientas para hacerlo.
Ahora que tomó el control, que su identificación oficial lo reconoce como lo que es, que ya no le toca reprimirse ni esconderse, recuerda el duro camino que le tocó andar, los avances que restan por hacer, y los triunfos individuales que espera que se repitan en otras historias.
Ayer, 31 de marzo, fue el Día Internacional De Visivilidad Transgénero, cuando “podemos mostrar que somos miembros productivos de la sociedad. Más aún, demostramos ese día que somos profesionales, hijos, padres, hermanos, colegas, vecinos, de 5 años y de 75, de diferentes razas y etnias”, expresó Martínez Ocasio.