Caracas – Dijo que era el momento de que los venezolanos recuperasen su democracia de una vez por todas. Pero a medida que pasaban las horas, el líder opositor Juan Guaidó se quedó solo en un paso elevado sobre una autopista de Caracas con el mismo pequeño cuadro de soldados con los que lanzó el audaz esfuerzo de provocar un alzamiento militar para resolver la agonizante lucha por el poder en Venezuela.
Como en anteriores intentos de derrocar al presidente Nicolás Maduro, la oposición pareció verse superada de nuevo el martes. Lo que Guaidó bautizó como “Operación Libertad” provocó un patrón ya conocido: las fuerzas de seguridad emplearon tácticas represivas para aplastar a pequeños grupos de jóvenes que arrojaban piedras mientras millones de venezolanos seguían el drama con una mezcla de miedo y exasperación.
Las esperanzas opositoras de dividir al gobierno no se materializaron, un avión que según Estados Unidos esperaba para llevar a Maduro al exilio nunca despegó y, por la noche, uno de los más férreos opositores al gobierno, que desafió a su arresto domiciliario para unirse a la insurrección, se refugió con su familia en una embajada extranjera.
Guaidó, el telegénico y joven líder de la opositora Asamblea Nacional a que Estados Unidos y más de 50 naciones reconocen como el presidente legítimo de Venezuela, presionó sin embargo exhortando a una nueva rondas de protestas callejeras masivas el miércoles. Las fuerzas de la oposición esperan que los venezolanos enojados por las imágenes en las que vehículos blindados trataban de atropellar a manifestantes y hartos de la grave crisis humanitaria que sacude a la nación llenen las calles en todo el país.
En un golpe para Maduro, el jefe de la temida agencia de inteligencia anunció que retiraba su lealtad al asediado líder socialista.
“Debemos continuar con la presión”, dijo Guaidó en un video difundido en Twitter. “Estaremos en las calles”.
El último capítulo en la crisis venezolana es además la amenaza más seria hasta la fecha al cuestionado mandato de Maduro. El líder, que ha contado en el apoyo de Rusia y China, estuvo en su mayoría ausente durante la jornada del martes. Compareció a última hora de la noche para calificar el levantamiento a pequeña escala de un fracasado intento de golpe de Estado respaldado por Washington.
Hablando en la televisora estatal, Maduro dijo que los disturbios fueron sofocados y que Caracas no sucumbirá al intento de las fuerzas de derechas de “someter” a la nación a un modelo de “dominación económica neocolonial y esclavizar a Venezuela”.
El mandatario afirmó que ahora podía verse a un país “en gran parte en paz”, pero los venezolanos esperaban a ver si la situación se mantenía el miércoles.
El alzamiento podría obligar a Maduro a tomar una decisión sobre el destino de Guaidó, explicó Giancarlo Morelli, del grupo de análisis británico Economist Intelligence Unit, agregando que el socialista enfrentará peligros sea cual sea el camino que tome.
“No detener al señor Guaidó podría percibirse como un importante síntoma de debilidad en el señor Maduro”, apuntó Morelli. “Pero al arrestar al señor Guaidose arriesga a una fuerte reacción de Estados Unidos” que ya impuso sanciones a Caracas.
La lucha por consolidar el poder derivó en uno de los días más sorprendentes hasta la fecha en un país que, pese a tener la mayor reserva conocida de petróleo del mundo, enfrenta una crisis económica peor que la Gran Depresión estadounidense.
Los disturbios del martes comenzaron cuando Guaidó, flanqueado por varias docenas de guardias nacionales y algunos vehículos blindados utilizados para controlar multitudes, publicó un video de tres minutos filmado cerca de la base aérea de La Carlota, en la capital.
Por sorpresa, Leopoldo López, el mentor político de Guaidó y uno de los activistas opositores más destacados del país, estaba junto a él. Detenido en 2014 por liderar una ronda previa de disturbios antigubernamentales, López dijo que fue liberado del arresto domicilio por las fuerzas de seguridad siguiendo órdenes de su pupilo.
López llamó a los venezolanos a salir a las calles “en paz” para derrocar a Maduro.
Mientras los dos líderes opositores coordinaban acciones desde un paso elevado en una autopista, tropas leales a Maduro disparaban gases lacrimógenos desde el interior de la base aérea próxima.
Una multitud que enseguida llegó a ser de varios miles de personas corrieron para ponerse a salvo y reaparecieron más tarde con Guaidó en una plaza a varias manzanas de distancia. Un grupo más pequeño de jóvenes enmascarados se quedó sobre el puente, arrojando piedras y bombas incendiarias hacia la base aérea y prendiendo fuego a un autobús del gobierno.
“Es ahora o nunca”, dijo uno de los jóvenes soldados rebeldes, que llevaba la cara tapada con un pañuelo azul como el que llevaban sus compañeros sublevados.
En medio del caos, varios vehículos armados superaron una mediana y se dirigieron a gran velocidad hacia la multitud. Dos manifestantes, tendidos sobre el piso con la cabeza y las piernas ensangrentadas, fueron sacados del lugar en motocicletas mientras los blindados se alejaban rápido esquivando las bombas incendiarias.
El director de un centro médico próximo al lugar donde se registraron las batallas callejeras señaló que los médicos estaban atendiendo a más de 50 personas, de las cuales la mitad presentaban heridas provocadas por balas de goma. Al menos una persona recibió disparos con munición real. El grupo de derechos humanos venezolano Provea reportó que un hombre de 24 años fue abatido durante una protesta antigubernamental en la ciudad de La Victoria.
Más tarde el martes, López y su familia buscaron refugio en la residencia del embajador de Chile y luego se trasladaron a la embajada de España. Además, otros 25 soldados que estaban con Guaidó habrían huido a la legación diplomática de Brasil, según reportes.
En medio de los disturbios, los comandantes del ejército de Maduro comparecieron en la televisora estatal proclamando su lealtad al líder socialista. Flanqueado por generales, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, calificó la maniobra de Guaidó de acto “terrorista” e “intento de golpe de Estado” encaminado al fracaso como alzamientos previos.
“A Miraflores no se llega por la violencia”, dijo refiriéndose al palacio presidencial, donde cientos de partidarios del gobierno, muchos de ellos con armas de fuego, respondieron a un llamado de Maduro a movilizarse.
Pero en un posible indicio de escisiones en el círculo más cercano a Maduro, el jefe de la policía secreta escribió una carta en la que se distanciaba del socialista.
En su misiva al pueblo venezolano, Manuel Ricardo Cristopher Figuera, máximo responsable de la temida SEBIN, dijo que siempre había sido leal a Maduro pero que ahora era tiempo de “reconstruir el país”. La corrupción está tan extendida que “muchos servidores públicos de alto nivel (la) practican como deporte”, agregó.
“Llegó la hora de buscar otras formas de hacer política”, escribió Figuera.
La autenticidad del texto que circuló por redes sociales fue confirmada por un alto cargo estadounidense, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a divulgar detalles. La esposa del general estaba fuera de Venezuela, apuntó.
Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó que Maduro tuvo el martes en la mañana un avión “en la pista” y que estaba dispuesto a huir, pero fue disuadido por “los rusos”. El presidente ridiculizó esa afirmación en un discurso televisando señalando “señor Pompeo, qué falta de seriedad”.
La mayoría de las tiendas y los negocios cerraron y las calles de la capital estaban inusualmente tranquilas mientras la gente esperaba en sus casas el desenlace.
Guaidó dijo que llamó a la insurrección para restaurar un orden constitucional que se quebró cuando Maduro asumió a principios de año un segundo mandato como presidente tras unos comicios boicoteados por la oposición y considerados ilegítimos por docenas de países.
A medida que se desarrollaban los acontecimientos, los gobiernos de todo el mundo expresaron su respaldo a Guaidó y reiteraron sus llamados a evitar una confrontación violenta.
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, dijo que el gobierno de Donald Trump estaba a la espera de que tres funcionarios clave, incluyendo el ministro de Defensa de Maduro y el jefe de la Corte Suprema, actuasen sobre lo que calificó de compromisos privados para destituir a Maduro. “Todos estuvieron de acuerdo en que Maduro tiene que irse”, afirmó Bolton.
Por el momento, Maduro se ha negado a detener a Guaidó, pero el mandatario dijo el martes en la noche que el procurador general del país nombró a tres funcionarios para investigar el alzamiento y prometió que “habrá acusaciones penales”.