Más de 1,000 personas han muerto por un brote de ébola que comenzó en agosto en el oriente del Congo, informaron el viernes las autoridades, en un momento en que los ataques contra los centros de tratamiento y contra los trabajadores de salud socavan las tareas para contener la enfermedad.
Cuatro muertes en Katwa, el epicentro del brote, aumentaron el número de fallecidos a 1,008, dijo la ministra de Salud, Oly Ilunga, a The Associated Press. Dos muertes más fueron reportadas en Butembo.
El brote es ya el segundo más mortífero en la historia, y las labores para controlarlo se han complicado por una volátil situación de seguridad y la profunda desconfianza de la comunidad.
Los centros de tratamiento de ébola han sido atacados con frecuencia y un epidemiólogo camerunés que trabajaba con la OMS fue asesinado el mes pasado durante un ataque contra un hospital de la ciudad de Butembo. Se evitó otro ataque en la misma ciudad el jueves, dijo Mike Ryan, jefe de emergencias de la OMS.
La inseguridad se ha convertido en un “gran impedimento” para las tareas para controlar el brote de ébola, dijo Ryan a la prensa en Ginebra la mañana del viernes.
Agregó que se han registrado 119 ataques desde enero, 42 de ellos directamente contra los centros de salud, dejando a 85 trabajadores de salud heridos o muertos. Decenas de grupos rebeldes operan en la región, y el rechazo de la comunidad a los empleados de salud en parte es motivado por rivalidades políticas, dijo Ryan.
“Cada vez que hemos logrado recuperar el control del virus y contener su propagación, hemos sufrido grandes incidentes de seguridad”, dijo Ryan. “Prevemos un escenario de transmisión continua e intensa” de la enfermedad.
El brote en Guinea, Sierra Leona y Liberia, en el occidente de África, que se registró entre 2014 y 2016, atrajo la atención mundial cuando dejó a más de 11.000 personas muertas.