Un año y siete meses han pasado desde el impacto del huracán María en Puerto Rico, y aún quedan incontables viviendas bajo la sombra de un toldo azul. Así lo ha constatado la organización Heart 9/11, que a tres días del ciclón llegó a la isla con el objetivo de construir techos, se instalaron en una ferretería en Orocovis y desde entonces no han parado, gracias a las redes de comunidades organizadas y a pesar de que no cuentan con apoyo gubernamental.
“Conseguimos a un viejito de 86 años de edad. Vivía bajo un toldo. Conseguimos a unas señoras que estaban embarazadas. Una de ellas dio a luz dos días después que le montamos el techo”, recordó Juan Delgado, gerente de proyecto de la organización sin fines de lucro que nació en respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York. Al grupo los recibió Neftalí Burgos, presidente del Consejo de Seguridad Vecinal de Bajuras, en Orocovis.
Ya han regalado alrededor de 250 techos en madera y zinc, también en Morovis y en las comunidades Cantera y Playita, en San Juan. No cobran nada. No piden títulos de propiedad o documentos como requisito. No le dan valor alguno a que la residencia esté o no en una zona a la que llamen “invadida”. La comunidad, a través del Consejo que dirige Burgos, levantó un censo de casas necesitadas y allá llegan ellos, priorizando a los más viejos y familias con niños. Todo sin intervención del Estado y a pura fuerza de donaciones privadas.
“Queremos evitar la política. La política no pone techos; nosotros ponemos techos. La política no sabe la necesidad de las personas y no estamos aquí por este o aquel partido. Estamos aquí por las necesidades de las personas”, dijo Delgado. Por eso no verán legisladores o funcionarios agarrando un martillo y buscando una buena foto. Recibieron al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, pero la visita pasó desapercibida en Puerto Rico.
Apenas cinco municipios consultados por este medio a mediados de abril —Loíza, Vega Alta, Morovis, Patillas y Jayuya— suman 394 familias viviendo una lona, o fuera de sus hogares a falta de techo. Burgos estima que un promedio de 200 unidades de vivienda continúan destechadas en los pueblos del centro de la isla, sin contar las residencias en las que se iniciaron reparaciones con fondos de FEMA sin hacer el cálculo exacto del total, y han quedado a medias, casos con los que también se han encontrado.
Uno de los cuatro voluntarios que llegaron inicialmente a nombre de Heart 9/11, lo hicieron apenas tres días después del impacto del huracán.
Desde entonces, han regalado techos a más de 250 familias sin importar si tienen el título de propiedad de la estructura, si están una zona a la que llaman invadida o cualquier otro elemento. Lo importante para ellos es brindarle un techo.
Otro legado: la formación de nuevos carpinteros
Heart 9/11, presidida por Bill Keagan, ha tenido además un impacto económico, porque en lugar de enfocarse en traer personal de Estados Unidos, forma a personas aquí y los pone a trabajar. Su operación implica un pago semanal de $17,400 en nómina (que desde septiembre suma alrededor de un millón y medio). También han rentado dos casas, cinco camiones, una minivan y un vehículo.
Además, se han esforzado en formar personas en carpintería a través de un intensivo, y los aprendices reciben un estipendio de $350 semanal. Alrededor de 40 personas han sido certificados. El resultado ha sido el apoderamiento de las comunidades impactadas, destacaron.
“En el caso de esta emergencia que no ha terminado, o una emergencia futura, esas personas pueden hacer el trabajo y tener una respuesta inmediata”, dijo Burgos. Aquellos interesados pueden integrarse a los trabajos a través de su mano de obra o hacer donaciones a través de www.heart911.org.