CIUDAD DE GUATEMALA — Los guatemaltecos votaron a quien podría convertirse en el primer hombre abiertamente gay y viviendo con VIH en ocupar una banca en el Congreso de la República. Pero no será una tarea fácil para Aldo Iván Dávila Morales en un país en su mayoría conservador, religioso y homofóbico.
Dávila Morales, un defensor de los derechos humanos de 41 años, se postuló por el Movimiento político Winaq fundado en 2009 por la Premio Nobel de la Paz de 1992, Rigoberta Menchú. Aunque aún no ha sido notificado oficialmente por el Tribunal Supremo Electoral, según expertos su partido alcanzó cuatro diputaciones, incluida la suya.
“Estoy contento, con muchos sentimientos encontrados, preocupación por irse a meter a un nido de víboras, pero también… estoy dispuesto a dar batalla cuando tenga que darla, tengo las capacidades”, aseguró durante una entrevista con The Associated Press.
Su orientación sexual no fue el eje de su campaña electoral, en la que prometió concentrarse en la lucha contra la corrupción, el derecho a la salud y la defensa de los derechos humanos. Pero lo más probable es que sea el centro de los ataques en su contra.
“Una trabajadora del Congreso me llama y me felicita y me dice ‘prepárese, lo van a humillar, lo van a atacar, insultar, provocar’. Lo malo es que saben el carácter que tengo, pero trataré de no responder a los ataques”, aseguró.
El Estado guatemalteco ha dado pequeños pasos en el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ: la fiscalía adoptó medidas para identificar los delitos de odio específicos contra esa población y el Registro Nacional de Personas actualizó sus protocolos para que la imagen que aparece en el documento refleje la identidad de género. También existe la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo (CODISRA), pero según Dávila Morales está enfocada casi exclusivamente en la discriminación étnica.
Gabriela Tuch, abogada y exdefensora de los derechos de la comunidad LGBTIQ de la Procuraduría de Derechos Humanos, no cree que la elección de Dávila Morales se deba a un avance en la sociedad guatemalteca. “No es que la sociedad haya dicho un hombre gay, una acción afirmativa, votemos por él”, aseguró Tuch.
Agregó que “aunque sí hay pequeños avances en las instituciones, el reto va a ser ahora”.
Uno de los proyectos contra los que Dávila Morales promete luchar es la iniciativa presentada por un partido de derecha que pretende criminalizar el aborto y prohibir el matrimonio, las uniones y la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo.
“No podés ser espectador cuando tu Guatemala se está cayendo, tenés que ser protagonista”, dijo sobre el motivo que lo llevó a aceptar el ofrecimiento de Winaq.
Se reconoce como un hombre afortunado por el amor de su familia, que siempre fue abierta con su elección de vida. Su propia madre lo acompañó a la primera Marcha del Orgullo Gay en el año 2000. “Cuando encontrás el amor como respaldo sos un privilegiado, la mayoría de mis pares no (tienen ese privilegio)”, dijo. Vive con su pareja con quien lleva 19 años de relación y su perro, un schnauzer gris llamado Valentino, que son su refugio.
A los 22 años, al sufrir una meningitis, descubrió que tenía VIH. “Hoy yo estoy indetectable, no estoy curado pero soy indetectable, tampoco lo transmito”, aseguró. Su pareja está libre del virus.
Es consciente de que por su enfermedad podría ser objeto de discriminación. “No van a querer ni sentarse a la par mía”, dijo, pero resaltó que es más por ignorancia. “En este país ya nadie debería morirse de SIDA, te mata el estigma y la discriminación”, dijo.
Hasta hace poco era director de la organización Gente Positiva, que ayuda a personas viviendo con VIH, y recibía denuncias constantes. “’Mire aquí están mis diplomas, mis trofeos, pero me despidieron porque se enteraron de que soy gay’, así son las cosas aquí. Te dejan de último en los hospitales para atenderte”, sostuvo.
Según Gloria Santos, actual directora de Gente Positiva, en Guatemala hay más de 35.000 personas que viven con VIH. “El 50% pertenecen a la comunidad LGBTIQ”, aclaró.
El camino de Dávila Morales fue allanado por Sandra Morán, la primera diputada que se reconoció abiertamente lesbiana. Su mandato no fue fácil e incluso algunos de sus pares en ocasiones la insultaron por su orientación sexual. “Ella es una mujer muy valiente y que de alguna manera me inspiró”, dijo.
Carlos Valenzuela, un administrador de empresas gay de 36 años, se siente esperanzado con la posible llegada de Dávila Morales al Congreso.
“Me parece fantástico porque lo que más buscamos es sentirnos representados. Todas las minorías deben estar representadas”, dijo Valenzuela, aunque admitió que “las agendas progresistas no son fuertes porque no son populares y menos dentro de una sociedad tan conservadora”.
José Arriaza, un hombre queer de 24 años, dijo que la sociedad guatemalteca “tiene que aprender a respetar a quienes vivimos de forma diferente” y resaltó que Dávila Morales “no es el típico hombre blanco, privilegiado, como son la mayoría de los congresistas que están actualmente. Para mí es un ejemplo a seguir, él es alguien empoderado con ideales y que ayuda a la comunidad”.
Dávila Morales reconoció que su tarea de enseñanza será paso a paso y que a la sociedad guatemalteca le llevará tiempo cambiar su actitud hacia los integrantes de la comunidad LGBTIQ y sus demandas de más derechos.
“Tenemos que trabajar mucho en educar, en exigir que el Estado sea laico y que se deje de meter la Iglesia en lo que no le importa. Que se legisle con la constitución y no con la biblia”, dijo.