SAN MARTÍN, El Salvador (AP) — La madre de un hombre que se ahogó junto con su hija de casi 2 años mientras intentaban cruzar el río Bravo rumbo a Texas dijo que le es difícil ver la desconsoladora fotografía de sus cuerpos, pero también encuentra consuelo en la forma en que se aferraron el uno al otro en sus últimos momentos.
“Se ve cómo la protegió, murieron abrazados”, dijo Rosa Ramírez.
Su hijo de 25 años, Óscar Alberto Martínez Ramírez, y su nieta Valeria Ramírez fueron arrastrados por la corriente el domingo cerca de Matamoros, México, y Brownsville, Texas. Una fotografía de sus cadáveres muestra a la niña metida en la camiseta de Martínez y abrazando a su papá del cuello, una imagen que ilustra los peligros que enfrentan los migrantes mientras intentan llegar a Estados Unidos y las medidas desesperadas a las que recurren ante las políticas diseñadas para disuadirlos.
“Es duro, es algo impactante, esa imagen que se ve, él siempre la protegió”, dijo Ramírez a The Associated Press en su vivienda en El Salvador. “Pero al mismo tiempo me da ternura, son tantas cosas que siento porque él en ningún momento la soltó, se ve que como la protegió, murieron abrazados”.
Ramírez compartía la vivienda —una humilde morada de paredes verdes con barrotes en las ventanas en San Martín, en las afueras de San Salvador— con su hijo, la esposa de él, Tania Vanessa Ávalos, de 21 años, y la hija que tenían, hasta que la joven familia decidió embarcarse en su odisea hacia el norte.
En el barrio de clase obrera de unos 40.000 habitantes donde vivían, Martínez trabajaba en una pizzería y Ávalos como cajera en un restaurante de comida rápida, dijo Ramírez.
La zona ha sufrido violencia pandillera pero estos días está más calmada, dijo la mujer, agregando que su hijo nunca estuvo involucrado con pandillas y que se fue por razones puramente económicas.
Ramírez relató que la joven pareja dormía en el dormitorio grande de la vivienda pero que ansiaba ahorrar dinero para tener su propia casa, y que por ello salieron rumbo a Estados Unidos a comienzos de abril.
“Yo le decía, ‘Hijo, no se vayan, pero si se van déjenme la niña’”, recordó Ramírez.
“Y él me decía, ‘No mamá, ¿cómo te vas a poner a pensar que te la voy a dejar?’. Él no tenía el valor de dejarla”.
Ahora, ella siente que su “vacío no lo puede llenar nadie, pero Dios me da fortaleza”, agregó.
Marta Argueta de Andrade, una vecina, dijo que conoció a la familia hace unos cinco años. Aseguró que eran “buena gente” y que Martínez era un hombre agradable.
Argueta, de 50 años, recordó que veía a Martínez caminando con la pequeña y que la parecía una escena muy dulce.
“Lo miraba pasar con la niña, yo le decía ‘colochita’, era bien linda”, dijo Argueta.
Las autoridades dijeron que los restos serían repatriados el jueves. Ramírez declaró que no estaba seguro de cuándo llegarían, pero aseguró que el gobierno pagaría los gastos.
“Yo le diría a los que tiene pensado migrar, que lo piensen mejor, porque no todos pueden cumplir ese sueño americano del que hablan, aquí podemos luchar, como me gustaría tener aquí a mi hijo y a mi nieta, como sea salimos adelante en nuestro país”, declaró la mujer.