Una adolescente de 15 años y un hombre de 35 permanecen internados con riesgo de vida tras ser golpeados con bombas lacrimógenas cuando participaban en una manifestación pacífica en una plaza del centro de Santiago de Chile, a casi dos meses del estallido social que convulsionó al país.
Las denuncias de que serían efectivos antidisturbios los que los hirieron llevaron al gobierno a disponer una reestructuración en esa dependencia.
El autónomo Instituto Nacional de Derechos Humanos citó a una jefa de turno del recinto médico adonde fueron operados ambos heridos y sostuvo que están con “riesgo vital producto del impacto de bombas lacrimógenas en su cabeza durante manifestación en Plaza Italia”.
La fiscal del caso, Débora Quintana, aludió a los heridos como impactados por objetos contundentes y añadió que “de acuerdo a los primeros antecedentes, éstos elementos podrían ser coincidentes con arrojamiento de bombas lacrimógenas de funcionarios de Carabineros (policía) que estaría controlando el orden público en el momento de la manifestación en los al rededores de Plaza Italia”.
El doctor Juan Villagra, del grupo médico Salud a la Calle -que asiste a los heridos en manifestaciones- dijo que la joven “llegó inconsciente producto del impacto de una bomba lacrimógena directo en su frente”.
El ministro del Interior, Gonzalo Blumel, informó el miércoles que los policías involucrados en la represión de las protestas de la víspera fueron apartados de sus funciones mientras dure la investigación de los hechos.
Añadió que el gobierno pidió a la jefatura policial convertir a los efectivos de fuerzas especiales en una prefectura de orden público para “mejorar la efectividad de control, el trabajo y las capacidades operativas y también el respeto por los derechos humanos”. No dio otros detalles.
La doctora Patricia Méndez, directora del Servicio Metropolitano de Salud, dijo que recibieron 11 heridos la víspera.
En Plaza Italia, un céntrico lugar de la capital chilena, se registran casi a diario protestas aunque con un número de participantes muy reducido en comparación con las multitudinarias manifestaciones de octubre y mediados de noviembre. En la periferia de las protestas casi siempre enmascarados se enfrentan con la policía, que los reprime con gruesos chorros de agua y profusos gases lacrimógenos.
Desde el estallido social el 18 de octubre han muerto 26 personas y miles han resultado heridas, unas 300 con graves traumas oculares.
La policía chilena ha sido cuestionada local e internacionalmente por los abusos a los derechos humanos en la represión de las manifestaciones y a mediados de noviembre se suspendió temporalmente el uso de escopetas antidisturbios. El ministro Blumel recordó que hace algunas semanas la jefatura policial dispuso un reentrenamiento de los efectivos antidisturbios.
En las últimas semanas han crecido las denuncias de que algunos agentes estarían disparando bombas lacrimógenas al cuerpo y que el agua del carro lanza agua tendría algún tipo de químicos que queman la piel.
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