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Opinión de Raúl Maldonado: "Igualdad bajo la soberanía y la estadidad: un mismo camino"

Lea la columna de opinión de Raúl Maldonado

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Puerto Rico está en una encrucijada, y tenemos que definir como pueblo nuestro destino. La definición del estatus, estadidad o soberanía, es crucial para nuestro desarrollo social y económico a largo plazo. Sin embargo, tenemos mucho camino que recorrer para que la decisión final sea informada, consciente y propia de un pueblo educado y capaz de decidir sabiamente. Esta meta para cualquiera de las dos opciones, estadidad y soberanía, tiene los mismos retos que son necesarios para que sean viables. Requiere con prioridad cambios radicales en nuestro sistema educativo y en el enfoque del desarrollo económico. Son imperativos la educación de calidad mundial y el desarrollo económico que permitan acceso a la riqueza a todos los sectores de nuestra sociedad.

En educación, tenemos que medirnos con pruebas que nos indiquen cómo estamos en comparación con otros países. Por ejemplo, las pruebas Pisa. Este programa internacional de evaluación de alumnos evalúa el desarrollo de las habilidades de estudiantes de 15 años mediante tres pruebas principales: lectura, matemática y ciencias. Tenemos que imponernos la meta de estar entre los 10 países con mejor desempeño en estas pruebas. Una educación de calidad mundial de nuestros niños y jóvenes es el primer paso en la reconstrucción de nuestro país. Este paso incide directamente en la reducción en la criminalidad y en el incremento de los recursos necesarios para el desarrollo económico.

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No hay que reinventar la rueda ni contratar asesores externos con contratos millonarios. Tenemos académicos en Puerto Rico con amplia experiencia, que pueden incorporar los programás exitosos de otros países. Por ejemplo, los programas implantados en Irlanda y Singapur (países con los que estamos compitiendo por atraer inversionistas y empresas) se destacan también Canadá, Macao y Estonia entre otros. Programas enfocados en resultados tangibles, conocimientos aplicados a problemas reales y compromiso de maestros y padres son claves. No hay espacio ni tolerancia a batatas políticas en el sistema educativo, por lo que el cambio en paradigma es crucial y necesario.

El enfoque en desarrollo económico debe darle prioridad al empresario local y fomentar el empresarismo en nuestros jóvenes. Los países que han salido de contracciones económicas han reenfocado los recursos en fortalecer sus industrias nativas. Una vez detenemos la contracción económica y estabilizamos la economía, mediante una reducción en la brecha de la desigualdad de la riqueza y una mejora sustancial medible en la educación de nuestros jóvenes, entonces estamos listos para decidir nuestro futuro, estadidad o soberanía.

Tanto para los que creemos en la estadidad como para los soberanistas, es necesario que mejoremos la calidad de vida del pueblo; el camino es el mismo. Una vez caminemos juntos las mejoras en la educación y en el desarrollo económico sostenible, entonces estaremos preparados para decidir nuestro destino político final. Desde un punto de vista económico, humildemente expongo que estadidad o soberanía son las únicas dos opciones viables. La simbiosis con la economía de Estados Unidos es un vínculo que no se puede romper sin consecuencias nefastas para nuestro país, en particular los más vulnerables. Nuestra relación económica, social y legal con Estados Unidos definió nuestra historia en el siglo pasado y define las opciones disponibles para nuestra historia por escribir. Soy estadista porque creo que es la mejor opción para el bienestar de nuestra población más vulnerable, los fondos billonarios que recibimos para esa población son insustituibles. Educación, salud y vivienda se sostienen por los fondos federales, beneficiando mayormente a la población bajo el nivel de pobreza.

La opción de una soberanía negociada es difícil y compleja, pero viable económicamente, manteniendo fondos federales en áreas críticas. La falta de territorio neutral entre los demócratas y los republicanos en el Congreso actual nos presenta un escenario complicado para adelantar la definición de nuestro estatus. El cambio en la tributación de las compañías americanas haciendo negocios fuera de Estados Unidos imponiéndoles cargas contributivas adicionales, nos quita incentivos para atraer inversionistas (las 154) y la política de tarifas a los productos importados nos presenta un escenario distinto para competir en un mercado global. Las compañías 154 representan un 33 % de nuestros recaudos y empleos bien remunerados.

Enfrentarnos a estos retos requiere un propósito claro y esfuerzo común. Tanto la estadidad como la soberanía tienen en común el mismo camino y requieren el mismo esfuerzo a corto plazo para desarrollar un Puerto Rico capaz de tomar control de su desarrollo económico. Vamos a caminarlo juntos por el bien de nuestro pueblo y que la decisión final, estadidad o soberanía, sea bajo condiciones de empoderamiento de una población educada y trabajadora.

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