Los medicamentos antimaláricos promovidos por el presidente Donald Trump como tratamiento contra el coronavirus no funcionaron y estuvieron vinculados a un mayor riesgo de muerte y arritmias en un nuevo estudio publicado el viernes que abarcó a casi 100.000 pacientes en diversas partes del mundo.
El documento publicado en la revista Lancet no es un estudio riguroso sobre la hidroxicloroquina o la cloroquina, pero constituye el vistazo más amplio hasta la fecha a su utilización en escenarios reales: 671 hospitales de todas partes del mundo.
“No sólo no hay ningún beneficio, sino que vimos un indicio constante de perjuicio”, dijo uno de los líderes del estudio, el doctor Mandeep Mehra, especialista del corazón del Hospital Brigham and Women’s, en Boston.
Los investigadores calculan que la tasa de muerte atribuible al uso de esos medicamentos, acompañados o no de un antibiótico como la azitromicina, es aproximadamente 13%, por 9% de los pacientes que no los toman. El riesgo de desarrollar un problema grave de arritmia es más de cinco veces mayor.
Aun cuando es únicamente observacional, el estudio tiene una gran repercusión por su magnitud y alcance, dijo el doctor David Aronoff, director de enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
El estudio “nos da realmente cierto grado de confianza de que es improbable que veamos grandes beneficios con estas medicinas en el tratamiento de COVID-19 y sí posiblemente daños”, dijo Aronoff, quien no participó en la investigación.
Trump ha promovido ambos medicamentos antimaláricos y afirma que toma hidroxicloroquina para prevenir una infección o minimizar los síntomas de COVID-19.
Los medicamentos están aprobados para tratar el lupus y la artritis reumatoide así como para prevenir y tratar la malaria, pero en ningún estudio grande y riguroso se ha determinado que sean seguros o efectivos para prevenir o tratar el COVID-19.
No es igual el uso por parte de personas con coronavirus que ameritan hospitalización porque están suficientemente enfermas que de personas saludables en otras situaciones, por lo tanto, no puede asumirse que sean seguros por su uso previo, declaró Mehra.
Estos medicamentos tienen además posibles efectos colaterales graves. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha advertido que no se tome hidroxicloroquina con antibióticos y ha dicho que el antimalárico sólo debe ser utilizado en estudios formales sobre coronavirus.
A falta de resultados de estudios más estrictos, “uno necesita examinar las evidencias disponibles en el mundo real” para medir la seguridad o la eficacia, declaró Mehra. Los resultados sobre estos pacientes, obtenidos de una base de datos de investigación global creada hace mucho tiempo, corresponden “a la realidad de una base de datos”, agregó.
Su estudio abarcó a casi 15.000 personas con COVID-19 a las que se suministró uno de los antimaláricos con o sin uno de los antibióticos sugeridos y a más de 81.000 pacientes a los que no se dio ninguno de esos medicamentos.
En total, 1.868 tomaron cloroquina solamente; 3.873 cloroquina y un antibiótico; 3.016 hidroxicloroquina nada más, y 6.221 hidroxicloroquina y un antibiótico.
Aproximadamente 9% de los pacientes que no tomaron ninguno de los medicamentos murieron en el hospital en comparación con 16% a los que se suministró cloroquina, 18% hidroxicloroquina, 22% cloroquina y un antibiótico, y 24% hidroxicloroquina y un antibiótico.
Después de considerar la edad, tabaquismo, diversas afecciones de salud y otros factores que afectan la sobrevivencia, los investigadores afirman que el uso de medicamentos podría haber contribuido a entre 34% y 45% del riesgo excedente de muerte que observaron.
Aproximadamente 8% de quienes tomaron hidroxicloroquina y un antibiótico desarrollaron arritmia, en comparación con el 0,3% de los pacientes que no tomaron ninguno en el estudio. También se observaron más de estos problemas con los otros medicamentos.
Los resultados dejan entrever que estos medicamentos “no son útiles y pueden ser perjudiciales” para las personas hospitalizadas con COVID-19, dijo el profesor Christian Funck-Brentano, de la Universidad Sorbona de París, en un comentario presentado en la publicación. Él no participó en el estudio.
Los experimentos que están en marcha ahora para probar estos medicamentos de manera más estricta “necesitan ser completados y no deben ser suspendidos de forma prematura”, dijo Aronoff.
Aunque el estudio publicado en Lancet fue amplio, como fue observacional, “no se puede controlar cada posible factor que pudo haber contribuido a los resultados observados”, apuntó.