CIUDAD DE MÉXICO— Las cenizas de 245 migrantes mexicanos muertos en Nueva York por COVID-19 llegaron a México en un vuelo de la fuerza aérea mexicana, un esfuerzo “sin precedentes” para repatriar a connacionales muertos en el exterior, informó la cancillería.
Las urnas, cuidadosamente empaquetadas, fueron bajadas del avión y colocadas en una mesa con flores blancas y custodiada por militares la medianoche del sábado. Representantes del gobierno mexicano hicieron una breve ceremonia en la que destacaron que esos hombres y mujeres habían muerto cumpliendo su deber de sostener a sus familias trabajando en Estados Unidos.
“Es la manera de México agradecer lo mucho que aportan nuestros migrantes desde el extranjero y por supuesto, además de darle el consuelo a sus familias, de poderles dar el último adiós en su tierra”, dijo Roberto Velasco, director general de América del Norte.
El sábado el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, realizó una misa en la catedral de San Patricio para bendecir las cenizas y el cónsul de México en esa ciudad, Jorge Islas, ayudó a organizar el servicio de oración “para rezar por aquellos que murieron durante la pandemia y no pudieron celebrar una misa fúnebre y un entierro”.
Centenares de familias mexicanas en Nueva York llevan semanas con urnas en sus casas de parientes fallecidos por COVID-19. El retraso en la emisión de documentos y procesos burocráticos para el retorno de cenizas, además de la cancelación de vuelos durante la pandemia, hicieron imposible para muchos devolver los restos de sus seres queridos a su país natal.
Según el gobierno mexicano, más de 1.500 migrantes del país han fallecido por el nuevo coronavirus en Estados Unidos, la mitad de ellos en Nueva York.
Te podría interesar:
Mauricio Martínez es uno de ellos. Tenía 39 años y era uno de los nueve hijos de Wilfrido Martínez que emigraron a Estados Unidos en las últimas dos décadas desde San Jerónimo Xayacatlán, en el estado de Puebla, lugar de origen de más de un centenar de los repatriados este fin de semana.
Wilfrido explicó a finales de junio a The Associated Press que vio por última vez a su hijo hace 18 años. Era diabético, trabajaba en una cocina de Nueva York y creen que ahí se contagió. Murió en el mes de abril en un hospital de la ciudad.
“Yo no quisiera ver las cenizas, yo quisiera ver el cuerpo”, lamentaba su padre que preveía enterrarlo junto a su esposa.
Las cenizas de los 245 migrantes serán llevadas a sus lugares de origen en los estados de Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Oaxaca, Tlaxcala, Veracruz y Puebla. En esta última región está previsto una ceremonia para homenajearles el lunes.