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Opinión de Larry Emil Alicea: Usted también es Kobbo, usted también es "La Comay"

Lea la columna de opinión del expresidente Colegio de Profesionales del Trabajo Social. Usted también es Kobbo, usted también es "La Comay"

Cuando usted se sienta frente al televisor a observar a Kobbo Santarosa ocultado detrás de una muñeca, usted también es Kobbo, usted también es La Comay. Sentarse frente al televisor valida la existencia de Kobbo en los medios. Ahí, con su familia, mientras come, recibe mensajes en que menoscaban a las mujeres, a las personas diversas sexualmente, a las afrodescendientes y a todo aquella persona que no encaje en su mundo opresivo. La historia de odio de esta persona no es nueva. Se nutre de la privacidad de la gente, de burlarse, de sembrar rumores, de trastocar eventos.

Hace unos días su maldad cruzó una nueva línea. La de la integridad de una niña. En ese momento utilizó una foto de una interacción recreativa de la familia para sexualizar la imagen de la niña y el padre y para sembrar mensajes de perversidad en una acción normativa. Toda persona que intente sexualizar actividades comunes en la vida de la niñez tiene un problema grave que tiene que resolver. Sus acciones son típicas de la mente de los agresores sexuales y pedófilos que todos los años dañan la vida de miles de niños en el país y de millones en el mundo. Es común observar fotos en las redes sociales de niñas y niños en ropa de deportes, trajes de baño, actividades de baile y otros aspectos de su vida. Sabemos que muchas personas, como Kobbo, utilizan esas mismas fotos para sexualizar la niñez. Sin embargo, el problema no es del que publica las imágenes, el problema es del que las usa para sexualizarlas.

Es cierto que en esto hay unos ataques sexistas a la madre de la niña que es candidata a la Gobernación del país. Ataques que ha tenido que soportar aun siendo víctima de violencia doméstica y acoso por parte de su ex pareja. La imagen de la niña utiilzada ya había sido parte de los acosadores de la candidata y trastocada de forma sexual. Pocas personas discuten esto como parte de un patrón de violencia que ha tenido que soportar la Licenciada Lúgaro. Un patrón que llevó a una convicción a un agresor machista y maltratante infanto juvenil. En ese patrón, Kobbo, su programa y la emisora que les da espacio, han sido los portavoces y perpetuadores de los agresores.

Sin embargo, concentrémonos en la niña. El Derecho a la imagen de la niñez y la adolescencia, como parte de su derecho a la intimidad y el honor ha sido estudiado desde los trabajos de Lathrop Gómez en la Revista chilena de derecho. En ese derecho a la intimidad existe un concepto que la autora esboza como el honor objetivo. Lo define como “el buen nombre o la buena reputación adquiridos por la virtud y el mérito de la persona en el ámbito social que se desenvuelve”. El hecho de que un padre o madre comparta una imagen de su hija o hijo en sus redes sociales no brinda una autorización para que esa imagen se reproduzca sin el consentimiento de estos. Países como El Salvador prohíben la utilización de las imágenes de las niñas y niños sin la autorización de sus padres incluyendo divulgar “datos, imágenes o informaciones que laceren el honor o la reputación de las niñas, niño y adolescentes o que constituyan injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada o intimidad personal o familiar” (Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia de la República de El Salvador, 2009). Me parece que lo que ha sucedido en Puerto Rico levanta la necesidad de revisitar nuestra ley de protección local.

Llevo trabajando con niñas y niños abusadas sexualmente desde el 1999. Es la primera vez que me entero de la sexualización de una imagen de una niña puertorriqueña en la televisión nacional. Lo peor, es que se sexualiza una imagen de una interacción normal de esta niña. Con eso, se le expone a la burla y acoso de sus compañeras y compañeros de escuela. Obliga a su madre y su padre a buscar ayuda para ella y dialogar asuntos que no tienen por qué dialogarse en la etapa de desarrollo que se encuentra esta niña. Lo que ocurre, menoscaba los derechos de esta niña que los que tenemos el privilegio de conocerla sabemos de su inteligencia, bondad y amor por su familia.

Como ocurre con las mujeres agredidas sexualmente y con las que son víctimas de violencia doméstica, la sociedad patriarcal y machista busca las formas de protegerse. El patriarcado se ha transformado pero no ha desaparecido. Se presenta de formas benevolentes y en discursos de equidad y dignidad sin ceder el poder vertical del hombre hacia la mujer. Para ello, uno de sus instrumentos más poderosos es las microagresiones. En ellas se utilizan preguntas, comentarios breves y acciones que hacen que los grupos que son oprimidos se sientan mal con ellos mismos.

En los eventos de violencia a la mujer se le adjudica a esta la culpa. En este caso, la culpa se intenta adjudicar a la madre por haber subido la foto a una red social. Como bien plantean muchísimas personas, es la misma foto de una niña o niño en una actividad de ballet o haciendo cualquier pirueta en una clase de gimnasia o como en este caso en una actividad e familiar en lo que parece ser una playa. Solo los que ven algo inapropiado donde no existe son los que necesitan revisitar sus patrones morales. Son esos que ven inmoralidad los que precisamente se sientan a ver a un hombre que se escuda detrás de una muñeca a realizar ataques racistas, homofóbicos, esparcir mentiras y menoscabar el espacio sagrado de la intimidad de las personas. Y es que desde la maldad solo se puede ver perversidad.

Este hombre nos tiene acostumbrados a cruzar líneas que nadie ha cruzado en los medios. Ahora cruza otra: meterse con la integridad de una niña con el propósito de atacar a su madre que es candidata a la Gobernación del país. Es doble el grado de machismo y menosprecio a las mujeres. Por eso, cualquier justificación directa o indirecta a lo que ha hecho este enemigo del pueblo y de nuestros valores es asumir su maldad. Si usted celebra esto, usted es Kobbo y usted también es La Comay.

Únase a todos los reclamos de los grupos feministas y otros grupos sociales que trascienden los partidos políticos y que llevan años denunciando la agenda de odio de este personaje de los medios. Radique querellas, llame el canal, participe de las manifestaciones, demuestre solidaridad a la familia vulnerabilizada. Pero sobretodo ¡apague el televisor y acabe con él para siempre!

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