Washington — Ha sido el soldado más fiel del presidente Donald Trump, al respaldar obedientemente al imprevisible líder en una situación caótica detrás de otra.
Ahora el vicepresidente Mike Pence se encuentra en la situación más precaria de su mandato al aprestarse a presidir en el Congreso el recuento de votos del Colegio Electoral, la última instancia de los vanos intentos de Trump de anular la victoria del demócrata Joe Biden en la elección de noviembre.
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Sentado en la tribuna de la Cámara de Representantes, Pence atestiguará la formalización de la derrota electoral de Trump —y la suya— a medida que se certifican los votos electorales de los estados. Al cabo del recuento, tendrá la tarea de anunciar quiénes han obtenido la mayoría de votos a presidente y vice.
Pero Pence, cuya función prevista es en gran medida un formalismo, se encuentra bajo una presión intensa del presidente y su legión de seguidores que quieren que aproveche la oportunidad para contrariar la voluntad del electorado en un puñado de estados cruciales disputados.
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“Espero que Mike Pence cumpla con nosotros, tengo que decirlo”, dijo Trump el lunes por la noche en un acto en Georgia para dos elecciones de desempate al Senado.
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“Claro que si no cumple, no lo estimaré tanto”, dijo Trump entre las risas de los asistentes. Pence, añadió, “tendrá mucho para decir al respecto. Y ustedes saben que dice las cosas como son”.
Pence se ha reunido durante horas con el presidente, sus colaboradores y funcionarios del Senado. Su oficina se negó a hablar de sus planes de cara al recuento del miércoles. Pero allegados al vicepresidente destacaron su respeto por las instituciones, anticiparon que actuará de acuerdo a derecho y se atendrá a la Constitución.
“Creo que enfocará esto como constitucionalista y se preguntará ‘¿cuál es mi papel en la Constitución como presidente del Senado?’”, vaticinó David McIntosh, presidente de un instituto de estudios conservador y amigo de Pence. “Permitirá que cualquiera que proponga una objeción pueda hablar, pero luego se atendrá a lo que resuelva la mayoría del Senado”.
Al desempeñar una de las pocas funciones formales de la vicepresidencia, Pence debe pensar en su propio futuro político. Quiere ser candidato a presidente en 2024 y cuenta con sus años de lealtad a Trump —probablemente la voz más pesante en el Partido Republicano en los próximos años— para que lo ayude a destacarse en lo que se prevé será una multitud de aspirantes.
Eso significa que debe evitar enfurecer a Trump y a grandes sectores de la base republicana que creen en las acusaciones infundadas de fraude electoral del presidente, quien les ha hecho creer falsamente que Pence tiene el poder de revertir el resultado al rechazar los votos de estados como Georgia, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, que votaron por el republicano en 2016 pero por Biden en 2020.
“Paren el robo”, corearon los partidarios en un acto por los candidatos al senado en Georgia el lunes.
“Sé que todos… todos tenemos dudas sobre la última elección. Y quiero asegurarles, comparto la preocupación de millones de estadounidenses sobre las irregularidades en los votos”, dijo Pence. “Y les prometo que el miércoles nos haremos oír en el Congreso. Escucharemos las objeciones. Escucharemos las pruebas”.
A partir de la 1 de esta tarde, Pence debe presidir una sesión conjunta del Congreso. Su tarea es abrir los certificados de los votos electorales de cada estado y presentarlos a los “contadores” de las cámaras en orden alfabético. Al finalizar el recuento, corresponde a Pence anunciar quién ganó.
Ese recuento solo puede ser anulado por votación de la totalidad de los legisladores, lo cual es virtualmente imposible dado que los demócratas tienen mayoría en la cámara baja.