El impacto macroeconómico del incentivo federal de $600, que recién comenzó a llegar a los bolsillos de los puertorriqueños, o incluso un posible estímulo adicional de $1,400, será “efímero”, a juicio del economista José Caraballo Cueto.
Más allá de proveer un alivio temporero a personas en el desempleo, o a comerciantes que han perdido clientela, los mayores beneficiarios de los estímulos individuales de emergencia que ha aprobado el gobierno federal para mitigar los efectos de la pandemia del Covid-19 son algunos sectores en los que el influjo repentino influjo de efectivo permite crear unas “burbujas”.
“Al igual que pasó en la última ocasión (con el incentivo de $1,200 bajo la Ley Cares), son efectos efímeros dirigidos al aspecto más inmediato. Va a provocar unas burbujas en algunos sectores, como vimos cuando se acabaron las piscinas, porque mucha gente usó el incentivo para las piscinas, o comprar bicicletas porque no podían ir a la playa. Va a ver algunos sectores que van a ver una burbuja crecer de momento, pero no es tan siquiera a mediano plazo”, sostuvo Caraballo Cueto.
Como mucho, el efecto en la economía del estímulo de $600 podría extenderse por “un par de meses”, estimó el expresidente de la Asociación de Economistas de Puerto Rico.
“A la gente lo que yo le recomiendo es que ahorre y utilice ese estipendio para artículos de primera necesidad. Se estaba pronosticando que la pandemia se terminaba en verano, pero ya estamos viendo que con el ritmo de las vacunas puede que se extienda más. Hasta que no se acabe la pandemia la crisis va a continuar”, proyectó Caraballo Cueto.
Riesgos de aumento al mínimo
Si bien el presidente Joe Biden, como muchos sectores del Partido Demócrata estadounidense, ha señalado que impulsará un aumento del salario mínimo federal a $15 por hora, Caraballo Cueto planteó que carece de racionalidad aplicar la política indiscriminadamente a todas las regiones geográficas y sectores económicos.
Para el economista, las propuestas deben tomar en cuenta la naturaleza de cada industria, así como el entorno económico de cada zona en particular.
“Lo que alguna gente no entiende es que no todo el mundo en Puerto Rico tiene un trabajo asegurado. El que tiene un trabajo asegurado, si se aumenta el salario mínimo, perfecto, tiene un sueldo más alto. Ahora, las personas que trabajan en sectores que compiten con importaciones o con otras jurisdicciones, un salario mínimo muy alto lo que hace es que les resta competitividad a esos sectores. […] En una economía donde los empleos no están garantizados, donde se compite, por ejemplo, en la agricultura con Centroamérica, que vienen con salarios muy bajos, o en el caso de la manufactura de puertas de aluminio, que compite con países donde los salarios son muy bajos, si sube ese salario tan alto, puede que esté en riesgo el trabajo tuyo. Que la empresa tenga que cerrar o disminuir horas”, sostuvo el catedrático de la Universidad de Puerto Rico en Cayey.
Para Caraballo Cueto, el modelo ideal para Puerto Rico sería un híbrido que ajustara las exigencias de salario a la industria y a la actividad económica y costo de vida de cada municipio.
“La actividad económica de la zona metro no es la misma que la de Ciales o Maricao, donde el desempleo llega al 20% y la pobreza es mucho más alta. En muchas jurisdicciones a veces lo más importante es (tener) un empleo, no un salario alto. Y tener ese empleo es muy difícil porque hay poca actividad económica. En la zona metropolitana, donde hay más actividad económica, puedes establecer un salario mínimo más alto”, resumió el economista.
Caraballo Cueto lamentó que en Puerto Rico ya no opere una entidad como la antigua Junta de Salario Mínimo, que tenía el deber de estudiar minuciosamente los factores macroeconómicos para presentar recomendaciones de política pública.
“Es más fácil tener un salario mínimo para todos los municipios e industrias, pero no tiene el mismo efecto”, expresó Caraballo Cueto.
Un ejemplo del modelo que propone Caraballo Cueto, explicó, se observa en el estado de Nueva York, donde se diferencia entre los salarios mínimos en la ciudad de Nueva York, de $15 por hora, mientras que en áreas rurales puede ser tan bajo como $11, aunque con la proyección de que se eleve progresivamente hasta ser uniforme.
“En la ciudad de Nueva York, en esos cinco condados (Manhattan, Brooklyn, Bronx, Queens y Staten Island) se aprobó a $15. En la zona rural es otro. En Nueva Jersey, lo mismo. Se ha comprobado en la literatura económica que es más efectivo que establecer unas reglas para todos los municipios por igual como si todos pudiesen aguantar el mismo salario mínimo”, subrayó Caraballo Cueto.