Sin los esperados festejos multitudinarios por la cuarentena vigente desde hace más de un año por el nuevo coronavirus, los venezolanos se preparan para seguir a la distancia una ceremonia que han esperado por más de 70 años: la beatificación de José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”.
Hernández será beatificado el viernes en la pequeña capilla de un colegio católico ubicado al borde de un parque nacional montañoso, al norte de Caracas, para evitar aglomeraciones y controlar mejor los accesos.
Se espera que menos de 300 personas, casi en su totalidad sacerdotes y monjas, asistan a la ceremonia. El resto de los venezolanos deberá verlo por televisión.
La celebración iba a ser encabezada por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, un exembajador de la Santa Sede en Venezuela, pero su viaje fue cancelado a último momento “por causas de fuerza mayor, ligadas principalmente a la pandemia de COVID-19”, según informó el Vaticano sin dar otros detalles.
Algunos observadores consideraban que la presencia de Parolin podía haber servido para que el Vaticano preparase el terreno para potenciales nuevas negociaciones entre el gobierno y la oposición y, eventualmente, avanzar en el fin de la crisis política, económica y social que azota al país desde hace años.
Las relaciones entre los jerarcas católicos venezolanos y los gobiernos socialistas han sido tirantes, particularmente durante el mandato del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), quien repetidamente acusaba a los líderes de la Iglesia de dar la espalda a los pobres y ponerse del lado de la “oligarquía”. Pero desde que el argentino Jorge Bergoglio fue elegido papa Francisco, el vínculo bilateral mejoró notablemente.
En junio de 2020, 71 años después de iniciado el proceso canónico, el pontífice firmó el decreto para la beatificación del médico venezolano. En un mensaje en video el jueves, señaló que la beatificación se llevará a cabo en un momento difícil para los venezolanos, destacando que conoce “bien la situación que sufren y soy consciente que sus prolongadas penalidades y angustias se han visto agravadas por la terrible pandemia del COVID-19 que nos afecta a todos”
“Tengo muy presente en el día de hoy a tantos muertos, a tantos contagiados por el Coronavirus”, acotó el pontífice . Expresó que también tiene presente “a todos aquellos que han dejado el país en busca de mejores condiciones de vida, y también a los que están privados de libertad y a los que carecen de lo más necesario”.
El ascenso al altar de los beatos –el primer paso rumbo a la santidad– estuvo plagado de obstáculos; pero en el corazón de los venezolanos ya lo es.
La beatificación “no cambia en nada… para mi siempre fue santo”, dijo Odalis Josefina Vargas, de 53 años, quien como otros millones de venezolanos veneran al prestigioso médico que ganó fama a principios del siglo XX por dar tratamiento y medicinas gratis a los más pobres.
La beatificación llega en momentos en que la mayoría de los venezolanos enfrenta una pérdida de poder adquisitivo provocada, entre otros factores, por una hiperinflación que ha llevado a las nubes los precios de los alimentos. Un total de 9,3 millones de personas –cerca de un tercio de la población- padecen inseguridad alimentaria moderada o severa, según el informe 2020 del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
La semana pasada, el PMA y el presidente Nicolás Maduro firmaron un memorando de entendimiento por el cual el organismo internacional comenzará una operación humanitaria en Venezuela, enfocada en los niños con una dieta deficiente.
A diferencia de los últimos años, cuando la inseguridad alimentaria era principalmente consecuencia de la escasez de alimentos básicos, la razón fundamental ahora son los altos precios fijados en dólares en un país con un salario promedio de menos de cinco dólares al mes.
En la actualidad los venezolanos consumen alimentos que en el pasado los carniceros desechaban, como los huesos de pollo, que se venden a un dólar por kilo, y los pellejos que se retiran de los cortes más costosos, que cuestan en promedio 60 centavos de dólar el kilo.
Según el gobierno venezolano, los problemas económicos son consecuencia de las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados, que bloquean los fondos que el país necesita para la importación de alimentos y medicinas, entre otros bienes esenciales.
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Pero los críticos del gobierno sostienen que son consecuencia de la destrucción del tejido productivo del país, las leyes excesivas que ahuyentan la inversión y los estrictos controles de precios y cambio que estuvieron vigentes varios años.
Para algunos, la beatificación podría ayudar a los venezolanos a renovar su esperanza de vivir tiempos mejores. María Díaz, un ama de casa de 39 años, dijo que “con el favor de José Gregorio” espera “que tengamos salud, que es lo que más necesitamos en estos días” de pandemia.
El proceso para lograr la declaración de santo de Hernández contó con el apoyo de la Iglesia católica venezolana desde 1949, tres décadas después de su muerte a los 54 años, al ser atropellado por un automóvil en 1919. El hombre fue un prestigioso científico y profesor universitario que se distinguió por sus obras en favor de la comunidad.
El caso que impulsó la beatificación fue el de la niña Yaxury Solorzano, quien quedó gravemente herida tras recibir un disparo en la cabeza en 2017 y logró recuperarse por completo en un milagro que es atribuido a Hernández, de acuerdo con la Arquidiócesis de Caracas.