El expresidente Donald Trump insistió el jueves en que jamás habría utilizado a los militares para tomar ilegalmente el control del gobierno tras su derrota electoral. Pero añadió que si hubiera intentado dar un golpe de Estado, no hubiera sido con su principal asesor militar.
En una extensa declaración, Trump respondió a las revelaciones de un nuevo libro que detalla los temores del general Mark Milley de que el mandatario saliente podría protagonizar un golpe en sus últimas semanas en el cargo. Trump afirmó que “no le agradan los golpes” y que “nunca amenazó o habló con nadie sobre dar un golpe de Estado en nuestro gobierno”. Pero también dijo que “si yo me hubiera dispuesto a dar un golpe de Estado, una de las últimas personas con las que quisiera llevarlo a cabo es” con Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto.
La sola mención de un golpe de Estado resulta una declaración sorprendente para un exmandatario, en especial porque dejó el cargo en enero bajo el manto de una violenta insurrección en el Capitolio federal que él ayudó a incitar para impedir la transferencia pacífica del poder a Joe Biden. Desde entonces, el FBI ha advertido sobre el veloz crecimiento de la amenaza del extremismo violento dentro del país.
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A pesar de esas preocupaciones, Trump mantiene cierto control sobre el Partido Republicano. Se reunió el jueves con el líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y ha intensificado su agenda pública con mítines políticos en diversas partes del país, en los que continúa propalando la mentira de que le robaron la elección del año pasado.
Los comentarios del expresidente sobre un golpe de Estado fueron en respuesta al libro “I Alone Can Fix It: Donald J. Trump’s Catastrophic Final Year”, de los periodistas del Washington Post ganadores del Premio Pulitzer Carol Leonnig y Philip Rucker. Según el libro, Milley estaba consternado debido a la negativa de Trump a reconocer la derrota en las semanas posteriores a los comicios.
Según extractos que CNN y el Post publicaron el miércoles antes de que el texto saliera a la venta, Milley estaba muy preocupado de que Trump o sus aliados intentaran utilizar a las fuerzas armadas para mantenerse en el poder, debido a lo cual él y otros altos oficiales diseñaron una estrategia para bloquearlo, incluido un plan de renunciar uno por uno.
Milley asimismo habría comparado el discurso de Trump con el de Adolfo Hitler durante su ascenso al poder.