Varios testigos y el Talibán dijeron el jueves que los insurgentes han tomado Herat, la tercera ciudad de Afganistán y la 11ma de las 34 capitales provinciales.
Testigos dijeron a The Associated Press que se escuchaban disparos esporádicos cerca de un edificio del gobierno. Aparte de eso, los insurgentes controlaban el resto de la ciudad tras el colapso de sus líneas defensivas por la tarde.
El gobierno afgano y sus fuerzas de seguridad no reconocieron de inmediato la caída de Herat.
Previamente el Talibán se apoderó de una capital provincial cerca de Kabul, la 10ma que cae en manos de los insurgentes en una semana de ofensiva, mientras Estados Unidos y la OTAN se alistan para abandonar completamente Afganistán tras décadas de guerra.
Los insurgentes izaron sus banderas blancas con una famosa proclama islámica sobre la ciudad de Ghazni, a apenas 130 kilómetros (80 millas) al suroeste de Kabul. Los combates esporádicos continuaron en una base de inteligencia y en instalaciones militares a las afueras de la ciudad, dijeron dos funcionarios a The Associated Press.
Los talibanes publicaron videos e imágenes en internet en los que aparecen en Ghazni, la capital de la región homónima.
Ni las fuerzas de seguridad afganas ni el gobierno han respondido a las repetidas peticiones de comentarios sobre los enfrentamientos. El presidente Ashraf Ghani está tratando de organizar una contraofensiva basada en las fuerzas especiales, en las milicias de los señores de la guerra y en la potencia aérea de Estados Unidos y la OTAN antes de su retirada a finales de mes.
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Aunque la capital del país, Kabul, no se ha visto directamente amenazada por la ofensiva, la asombrosa velocidad del operativo insurgente plantea la duda de cuánto tiempo más podrá mantener el gobierno el control sobre los fragmentos del país que le quedan. El gobierno podría verse obligado a replegarse para defender la capital y unas cuantas ciudades más mientras miles de desplazados por los combates llegaron a Kabul, donde viven en campos y parques.
Amanullah Kamrani, miembro del consejo provincial de Ghazni, contó a la AP que las dos bases de las afueras de la ciudad siguen bajo control gubernamental. Mohammad Arif Rahmani, un legislador de la región, dijo igualmente que la ciudad había colapsado ante los insurgentes.
Los combates comenzaron también en Lashkar Gah, una de las mayores ciudades del país que está en el corazón del feudo talibán, en la provincia de Helmand, donde las asediadas fuerzas gubernamentales esperaban mantener el control de la capital.
El jueves, los talibanes tomaron allí un cuartel de policía atacado en la víspera con un coche bomba suicida y algunos de los agentes se rindieron mientras que otros se retiraron a la oficina del gobernador, que sigue controlada por el gobierno, dijo Nasima Niazi, una legisladora de Helmand.
Niazi criticó la ofensiva aérea sobre la zona señalando que podría causar víctimas entre la población porque “los talibanes usan casas de civiles para protegerse, y el gobierno, sin prestar ninguna atención a los civiles, llevó a cabo los ataques aéreos”.
Ante el limitado poder de la fuerza área afgana, se cree que es Estados Unidos quien ha realizado algunos de los ataques para apoyar a las fuerzas locales. Datos de seguimiento de aviones sugirieron que bombarderos B-52, cazas F-15, drones y otros aparatos autorizados de la Fuerza Aérea participaron en los combates durante la noche en todo el país, según la firma de seguridad australiana The Cavell Group.
El Comando Central de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Qatar no respondió a un pedido de comentarios del jueves.
Mientras, los talibanes parecían estar presionando en la capital de la provincia de Ghazni, a unos 130 kilómetros (80 millas) al suroeste de Kabul. Wahidullah Jumazada, vocero del gobernador de la región, reconoció que los insurgentes habían lanzado ataques desde varios puntos de la capital, pero insistió en que el gobierno mantiene el control.
El éxito de la ofensiva insurgente plantea dudas sobre si los talibanes volverán alguna vez a las estancadas conversaciones en paz en Qatar que buscan llegar a un gobierno interino e inclusivo, como esperaba Occidente. En su lugar, podrían tomar el poder por la fuerza, o el país podría sumirse en una lucha entre facciones como ocurrió tras la retirada soviética en 1989.
La última evaluación de la inteligencia estadounidense señaló que Kabul podría quedar bajo presión insurgente en 30 días y que, si se mantiene la tendencia actual, los talibanes podrían tener pleno control del país en un par de meses.