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Olvidados en el tiempo: comunidad en Loíza aún tiene familias con techos azules

Los títulos de propiedad han sido un escollo para la reparación de techos en Villas del Carmen, en Loíza.

Renuncias de gobernantes, terremotos y hasta una pandemia. Todo eso sucedió en cuatro años. En cambio, lo que no sucedió fue que la ayuda llegara a un grupo de familias en el sector Villa del Carmen en Loíza luego del catastrófico huracán María.

Allí parece que el tiempo se detuvo desde aquel 20 de septiembre de 2017. Basta caminar por sus calles para observar que aún hay familias con toldos azules como su techo.

Sonia Martínez, líder comunitaria de la barriada, conoce de primera mano esa sensación de quedarse atrapado en el tiempo y en la crisis. Allí, Martínez señaló sobre una decena de hogares que al día de hoy, jueves, 16 de septiembre, todavía utilizan un toldo azul para cubrirse de la intemperie.

 

No cualificaron para FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) supuestamente porque no tenían título de propiedad, pero todos lo tenemos”, expresó la líder de la comunidad en un recorrido con Metro.

“El Departamento de la Vivienda nos ha dicho que van a arreglar ese problema con los títulos de propiedad, pero todos los años que cambian de gobernador hay que volver a empezar y hay que esperar a que venga el secretario, que todavía no ha pasado”, denunció.

Según Martínez, la comunidad ha intentado comunicarse múltiples veces por distintas vías con la clase política del País, incluso con los expresidentes legislativos Thomas Rivera Schatz y Carlos “Johnny” Méndez Núñez. La loiceña recordó que la única vez que consiguieron comunicación fue dos semanas antes de las elecciones, cuando los políticos llegaron a la comunidad en búsqueda del favor de los residentes del sector.

Ante la poca acción e iniciativa del Estado con la situación en la barriada, la mayoría de los residentes afectados se mudaron, salvo a Iris Lorenzo, de 68 años.

Iris Lorenzo en su residencia. / Dennis A. Jones

 

La residencia de la mujer jubilada recibió el golpe de un árbol de mangó que fue arrastrado por los vientos del fenómeno atmosférico y dobló parte del techo. A causa de ello comenzó a filtrarse agua adentro de su hogar, un problema que ha persistido durante todo este tiempo.

Desde entonces, como las otras residencias, el hogar utiliza un toldo azul que, a cuatro años de uso, resulta inefectivo y no previene las filtraciones.

“Una de las ventanas se hundió y se metió todo el agua adentro. Perdí juegos de cuarto, todo estaba dañado. Estoy terminando de sacar las cosas”, expresó Lorenzo desde su balcón, rodeada de enseres que tuvo que sacar de su hogar a causa de la lluvia que experimentó esta semana.

En su caso, según contó, Lorenzo pudo desembolsar un depósito de $1,600 provenientes de FEMA para el arreglo de su techo. Sin embargo, la agencia luego le reclamó la cantidad y pidió que lo devolviera dado a que, alega la loiceña, ese dinero era para alquiler de otro hogar.

“Como no me quise mudar… Entonces comencé a bregar con la situación y casi al año me dejaron los $1,600. Después seguí con mi Seguro Social tratando de economizar para repararlo, pero aquí las personas no quieren venir a trabajar”, narró la mujer.

MIRA EL REPORTAJE DE LA COMUNIDAD VILLA DEL CARMEN AQUÍ:

Al momento del recorrido, al menos en dos de los hogares afectados se realizaban labores de reparación en sus respectivos techos. Martínez explicó que esa ayuda inició la semana pasada y surge por parte de una compañía.

Según el Departamento de la Vivienda, hasta el 1 de junio se habían identificado unos 1,724 casos activos de toldos azules en Puerto Rico. Sin embargo, una encuesta geoespacial complementaria sugirió la posibilidad de que unas 18,000 residencias o más permanecen con techos temporeros que se han convertido en cuasi permanentes.

“Aquí las agencias no entran ni van a entrar porque no nos tienen imaginados. Mira todavía cómo la gente vive aquí. Las agencias saben que aquí hay necesidad”, criticó Martínez.

“Ya es tiempos de que esos toldos azules se quiten… Que vengan a mi comunidad para que vean las casas que todavía quedan desde hace cuatro años y que nadie entra para ayudar. No pedimos dinero. Que nos manden gente que nos pueda ayudar para que esas personas tengan mejor vida”, manifestó la líder comunitaria.

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