Las autoridades en la isla española de La Palma reforzaron el lunes la vigilancia de un volcán en erupción, luego de que parte del cráter colapsara y desencadenara una cascada de lava más líquida y de movimiento más rápido.
El cráter era “como una presa”, dijo María José Blanco, directora del Instituto Geográfico Nacional en las Islas Canarias. Cuando se derrumbó parte de su muro, la roca fundida ardiente brotó de un “lago lávico” en el interior.
La lava más fluida siguió el mismo curso que la roca fundida anterior, que ahora se ha endurecido, llenando los huecos y derramándose por los lados en el campo circundante.
El río de lava mide ahora 1.250 metros (4.100 pies), 300 metros (1.000 pies) más que el domingo, cuando el cráter se derrumbó parcialmente.
Más terremotos también sacudieron la isla el lunes, aunque las autoridades dijeron que eran profundos y bajo tierra y no se esperaba que crearan nuevas fisuras.
El volcán en la cordillera de Cumbre Vieja, que entró en erupción hace dos semanas, se ha vuelto más explosivo después de disminuir su actividad durante varios días la semana pasada. El Instituto de Vulcanología de Canarias mostró imágenes de trozos de lava del tamaño de una pelota de fútbol, a los que denominó “bombas volcánicas”, arrojados a cientos de metros del cráter.
El área cubierta por lava ha crecido a más de 413 hectáreas (1.020 acres) y la nueva plataforma rocosa en la costa donde la lava se encuentra con el Océano Atlántico ahora cubre casi 33 hectáreas (unos 80 acres), según Miguel Ángel Morcuende, jefe de servicio de Medio Ambiente y Emergencias del gobierno de La Palma.
“No estamos en el final, no sabemos en qué momento estamos”, dijo el presidente regional de Islas Canarias, Ángel Víctor Torres, a la televisora estatal RTVE. “En estos momentos estamos en manos de la naturaleza”.
Pese a los sismos y la lava más líquida, las autoridades no tenían previsto evacuar a más personas de la zona porque el río de roca fundida sigue la misma ruta que las coladas anteriores.
El Instituto Geográfico Nacional reportó dos sismos el lunes por la mañana por encima de 3,0 de magnitud, dos semanas después de que comenzara la erupción.
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La mayor parte de La Palma, donde viven unas 85.000 personas, no se ha visto afectada por la erupción. Las rápidas evacuaciones ayudaron a evitar víctimas.
Sin embargo, la lava está causando daños significativos a la propiedad, infraestructuras públicas y terrenos de cultivo.
Por ahora ha dañado o destruido más de 1.000 construcciones, la mayoría viviendas, destruido casi 35 kilómetros de carreteras (20 millas) y cubierto 400 hectáreas (1.000 acres) de terreno, según la agencia de monitoreo por satélite de la Unión Europea.
Las autoridades locales se preparaban para distribuir agua potable a las viviendas después de que la lava destruyera conducciones de agua.
El comité de emergencia volcánica de Canarias ordenó a los científicos y trabajadores de emergencias que se retirasen de la zona en torno al volcán debido a la mala calidad del aire.
La actividad sísmica y el flujo de lava han sido irregulares, con variaciones diarias desde que comenzó la erupción.