En un concurrido mercado de un barrio pobre de las afueras de Harare, Nyasha Ndou llevaba su tapabocas en un bolsillo esta semana mientras cientos de personas, también sin barbijos, se afanaban por comprar y vender frutas y vegetales. Como en otras partes de Zimbabue, el coronavirus parece aquí algo del pasado, que no frena la realización de actos políticos, conciertos ni reuniones.
“El COVID-19 ya pasó. ¿Cuándo escuchaste por última vez que alguien murió por el COVID-19?”, preguntó Ndou. ”El cubrebocas es para proteger mi bolsillo. La policía pide coimas y pierdo dinero si no llevo uno”.
En los primeros días de la semana Zimbabue había registrado apenas 33 contagios nuevos del coronavirus y ninguna muerte. Lo mismo sucede en todo el continente africano, donde datos de la Organización Mundial de la Salud dicen que han mermado las infecciones.
Cuando surgió el coronavirus el año pasado, las autoridades temieron que mataría millones de personas en África. Si bien todavía no está claro cuántas fallecieron, no se produjo el desastre que muchos esperaban.
Los científicos destacan que no es fácil conseguir datos confiables en África y advierten que la actual tendencia podría cambiar en cualquier momento.
Pero al mismo tiempo admiten que está pasando algo “misterioso” que desconcierta a los expertos, según Wafaa El-Sadr, directora de salud global de la Universidad de Columbia. “África no tiene las vacunas ni los recursos para combatir el COVID-19 que tienen en Europa y Estados Unidos, pero de algún modo pareciera que le está yendo mejor”, manifestó.
Menos del 6% de la población de África está vacunada. Pero la OMS viene diciendo desde hace meses que África “es una de las regiones del mundo menos afectadas” por el virus en sus informes semanales.
Algunos expertos creen que la juventud de su población —el promedio de edad es de 20 años, comparado con 43 en Europa occidental— más el hecho de que poca gente vive en las ciudades y de que pasa bastante tiempo al aire libre, pueden haber contribuido a evitar males mayores. Se están haciendo más estudios para ver si hay otras posibles explicaciones, como cuestiones genéticas o la exposición a otras enfermedades.
Christian Happi, director del Centro Africano de Excelencia para la Genómica de las Enfermedades Infecciosas de la Universidad Redeemer de Nigeria, dice que las autoridades sanitarias están acostumbradas a contener brotes incluso sin vacunas y destacan el aporte de grandes redes de trabajadores sanitarios comunitarios.
“No siempre todo gira en torno a cuánto dinero tienes o qué tan sofisticados son tus hospitales”, señaló.
Devi Sridhar, director de salud pública global de la Universidad de Edimburgo, dijo que no se da a los gobernantes africanos el reconocimiento que se merecen por haber actuado con rapidez. Mencionó que, por ejemplo, Malí cerró sus fronteras antes de la llegada del COVID-19.
“Hay un enfoque cultural distinto en África, donde los países encararon el COVID con humildad porque ya experimentaron cosas como el ébola, la malaria y el polio”, dijo Sridhar.
En los últimos meses, las tasas de contagio mermaron enormemente en Sudáfrica, donde habría causado más de 89.000 muertes, la mayor cantidad en África. Pero por ahora las autoridades africanas no reportan grandes cifras de muertos por el COVID, aunque admiten que la información disponible puede ser incompleta. La información de la OMS indica que en África se registraron apenas el 3% de las muertes por el COVID, mientras que en las Américas el 46% y en Europa el 20%.
En Nigeria, el país más poblado de África, el gobierno informó de unas 3.000 muertes entre sus 200 millones de habitantes. En Estados Unidos se registra esa cifra cada dos o tres días.
Estas cifras hacen que personas como Opemipo Are, un nigeriano de 23 años de Abuja, sientan alivio. “Decían que iba a haber cadáveres en las calles y todas esas cosas, pero no pasó nada de eso”, afirmó.
Oyewale Tomori, virólogo nigeriano que asesora a varias unidades de la OMS, cree que África tal vez no necesite tantas vacunas como Occidente. Dice que es una noción controversial, pero que está siendo discutida seriamente por los científicos africanos.
Esto no significa que no tengan que vacunarse.
“Hay que vacunarse para prepararse para la próxima ola”, dijo Salim Abdool Karim, epidemiólogo de la Universidad de KwaZulu-Natal en Sudáfrica que asesoró el gobierno sobre el COVID-19. “Viendo lo que pasa en Europa, es bastante posible que lleguen más contagios”.
Los expertos no se confían.
“Hay que mantenerse vigilantes”, dijo el doctor Johannes Marisa, presidente de la Asociación de Médicos y Dentistas de Zimbabue, quien teme que haya un nuevo brote en su país el mes que viene. “Un exceso de confianza puede acabar con nosotros porque pueden tomarnos por sorpresa”, agregó.