La Gobernadora anunció en un mensaje junto al “Task Force” médico y económico lo que ella considera una flexibilización en las medidas de distanciamiento físico que han sido impuestas. Nuevamente concentró su mensaje en los asuntos de salud relacionados al COVID-19 y en los efectos al sector económico. Como sucede desde el principio de la pandemia, su mensaje estuvo ausente del componente social. Parece que la Gobernadora y los grupos que utiliza para aconsejarla durante la respuesta a la pandemia ignoran aspectos básicos de salud pública. Y es que sin lo social no hay salud. Desde hace años, la investigación hace referencia a los determinantes sociales de la salud como las circunstancias en que las personas trabajan, nacen, crecen, envejecen, viven, incluyendo el mismo sistema de salud. Estos factores, interactúan y son claves en el logro de las desigualdades que tienen como efecto que la salud no sea una realidad en los países.
La Organización Mundial de la salud establece que estos factores sociales, económicos, ambientales y personales determinan la salud de las personas. La investigación de la Dra. Berenguer junto a otras personas esbozó la importancia de la desigualdad social social en la salud. Señalan en su investigación que: “la medicina social y la salud colectiva surgieron del reconocimiento de que los procesos de salud/enfermedad, las representaciones de estos y las respuestas sociales para enfrentarlos, expresan hechos histórico-sociales que atañen a los colectivos humanos; por tanto, es necesario explicar la determinación y distribución de estos procesos más allá de su causalidad próxima y del ámbito de la biología”. Por tanto, la respuesta a esta pandemia no puede ser meramente médica y mucho menos económica.
A manera de ejemplo, en medio de esta pandemia es esencial que las personas se queden en su casa y no salgan. Para eso, una de las recomendaciones es que puedan hacer una compra para varias semanas. Como abordé en columnas pasadas en Puerto Rico hay una gran inseguridad alimentaria. Esto provoca que las personas no tengan acceso a alimentación saludable o tristemente que mucha gente se quede sin comer. El empobrecimiento que impide acceso a alimentación adecuada y la falta de ingresos que limita el que se puedan hacer compras gigantes es uno de los factores que tiene a miles de personas todos los días haciendo filas y exponiéndose al contagio. Esas personas que son la mayoría del país están más expuestas al contagio por la opresión económica de un sistema que vive de la desigualdad.
Ya hemos mencionado en otras columnas la lista de problemas sociales que producen las medidas de distanciamiento físico. Ahora se extienden por dos semanas estas medidas. Durante la conferencia de prensa la Gobernadora sigue ignorando las más de 70 organizaciones que le solicitaron un equipo de respuesta social. La Fortaleza tiene en su mano una serie de medidas sociales que produjeron esas organizaciones para atender las situaciones sociales. La invisibilización de estos sectores que incluyen al Colegio de Profesionales del Trabajo Social, la Asociación de Psicología de Puerto Rico, el Colegio de Abogados, las Redes de Albergues tanto de niñez, adultos mayores y violencias de género entre otras tantas es un claro mensaje de menosprecio a la labor social que estas organizaciones realizan todos los días de Puerto Rico.
Se sigue utilizando para atender la salud en Puerto Rico modelos de salud diseñados para la realidad estadounidense. Y el problema es que ese modelo referente es malo. Es malo para los que viven en ese país y peor para nosotros. El día en que escribo esta columna, Estados Unidos era el país con más contagios en el mundo. Y no debe sorprender. Estados Unidos es el décimo país menos saludable aunque la Organización Mundial indica que gasta en salud $9,403 por habitante. Su sistema privatizado de salud no permite recopilar estadísticas de forma rápida y confiable ni establecer planes de acción uniforme que son necesarios para la respuesta salubrista. En ese lugar las personas tienen que irse a la quiebra o morirse cuando no pueden costear operaciones o tratamientos necesarios para salvar sus vidas. En ese modelo no se aborda la salud desde una mirada social y se prestan servicios desde la visión de mercado. Desde esa perspectiva de la salud, corporaciones tienen el poder de negar tratamientos o medicamentos esenciales.
Y es por eso que salud y economía están de la mano en la pandemia. Es por eso que se ignora la respuesta social. La salud en Puerto Rico no es un derecho social. Es un negocio. Ya tuvimos la primera experiencia con la venta de pruebas que no servían y la realización expedita de pagos a una empresa que no tenía ninguna experiencia en la salud. Escribiendo esto pienso que las personas y organizaciones que pedimos un equipo de respuesta social fuimos un poco ingenuas al tratar de reclamar un espacio en un lugar que nunca ha tenido espacio para nosotros. Las propuestas sociales están en las manos de la Gobernadora. Continuaremos ocupando espacios para reclamar una respuesta social que lejos de ser un privilegio es un derecho de todas las personas. El mensaje es sencillo: Sin lo Social No Hay Salud.