Quienes nos piden que nos olvidemos del tema de equidad de género en medio de la contienda electoral son enemigos de las mujeres de este país. Nos piden que toleremos las muertes, las agresiones sexuales, el discrimen y la pobreza de nuestras hermanas, hijas y amigas y que nos quedemos de brazos cruzados, como testigos silentes e impotentes. Como si lo único que nos quedara fuera el llanto.
Quienes insisten en que no hay evidencia de que una perspectiva de género reduce la violencia hacia las mujeres y su pobreza muestran ignorancia, negligencia o maldad. Eligen obviar la literatura internacional que apoya las estrategias de equidad como antídoto a la violencia y recurren a la estrategia perversa de ocultar datos, sembrar miedo y alimentar prejuicios.
La lógica tras nuestros reclamos es sencilla: Hay que reconocer las desigualdades, hay que ver cómo se manifiestan en las vidas de las mujeres y hay que actuar con justicia para que todas puedan vivir vidas plenas, en paz y con oportunidades para su desarrollo.
Los estudios multipaís de la Organización Mundial de la Salud han demostrado reiteradamente que la violencia hacia las mujeres tiene sus raíces en las estructuras sociales que fomentan roles rígidos asignados por sexo biológico. También han demostrado que las mujeres que viven en sociedades donde se tolera la violencia hacia ellas la naturalizan y aceptan, por lo cual no buscan ayuda a tiempo ni salen de las relaciones violentas. De eso hablamos cuando hablamos de factores de riesgo. ¿Quieren saber más de esos factores? También incluyen la pobreza, la crianza en hogares violentos y la falta de espacios para buscar ayuda. ¿Les resulta familiar este escenario?
La Organización de las Naciones Unidas reconoció desde 1995 la importancia de la perspectiva de género para mejorar las condiciones de vida de la mitad de la población mundial: nosotras.
Su informe titulado El progreso de las mujeres en el mundo 2019-2020, señala la importancia de adelantar la equidad para las mujeres en el ámbito familiar como un paso indispensable para adelantar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) del planeta. Curioso, ¿no? Aquí en Puerto Rico se habla de desarrollo para el país mientras se da la espalda a la discusión sobre equidad y género.
¿Qué áreas sociales se vinculan al tema de género y por qué es necesario hacer análisis que consideren a las mujeres? La educación, la salud de todos los grupos de edad, la economía de producción, la defensa del ambiente y las respuestas a desastres deben ser analizadas teniendo en cuenta las capacidades de las mujeres y también la manera en que otros grupos responden ante ellas. Si no anticipamos las barreras que enfrentarán las mujeres para implementar las políticas públicas económicas y sociales del gobierno, estaríamos haciendo planes y promesas que nunca podrán ejecutarse.
Ya a estas alturas, cuando se trata de personas que aspiran a puestos públicos, hay que hablar de género. Es inaudito que se nos pida que dejemos el tema o que se quiera hacer pensar que las organizaciones de derechos humanos responden a agendas partidistas para distraer la atención o para sacarnos de las discusiones públicas. No señor, no señora: Los derechos humanos son un objetivo importante para todas y todos. Son la única bandera que amerita ser ondeada en estos tiempos.
El mundo político en Puerto Rico es mucho más grande que el de los partidos. Incluye a la gente de a pie que se educa, hace alianzas, mueve causas y produce cambios como ¡sorpresa! este interés cada vez más grande en el país por discutir el tema de equidad y de seguridad para las mujeres. Frente a los derechos humanos, los partidos son- todos, toditos- un instrumento y nunca un fin en sí mismos. Cada vez más gente lo entiende. Cada vez más políticos se desconciertan y hacen papelones en foros públicos por su ambivalencia y falta de transparencia. No caminar con los tiempos de la equidad es quedarse atrás.
No nos olvidaremos de eso de “género”. Tampoco de Rosimar, Alexa, Francheska, Marilyn y las más de 25 mujeres asesinadas en lo que va de año. Todas cuentan. Todas son nuestras muertas y las muertas de un Estado y de políticos que quieren pasar la página, pedirnos el voto y repetir el ciclo de violencia por cuatro años más.