Tomar un buen vino en las facilidades de su bodega de elaboración luego de un recorrido por su finca o por sus galerías subterráneas es algo que no tiene precio. Los bodegueros en la Ribera del Duero lo saben y por ello han desarrollado la Ruta del Vino que lleva a sobre 300 mil personas al año a visitarlos.
Tomar una copa de vino no es como tomar un refresco comercial. Detrás de cada sorbo hay una historia y un proceso casi artístico de elaboración única que está cargado de la historia y características de su zona de origen.
“El enoturismo es una forma de enseñar el vino al visitante, sensibilizarlo y de que entiendan lo que hay detrás del vino. Muchas veces detrás del vino no sabemos lo que hay. Al final, es un proyecto de vida. Es una historia, es una forma de entender el viñedo y eso ayuda cuando se visita y sobre todo cuando se visita de forma relajada, que es lo que queremos con el enoturismo”, explicó el director del Consejo Regulador de la D.O., Miguel Sanz Cabrejas.
La Ruta del Vino de Ribera del Duero se extiende por cuatro provincias y 64 pueblos con más de 200 experiencias para el visitante.
“La gente hasta que no entra a la bodega no sabe por qué una botella de vino se presenta en la mesa. Entonces, a partir de ahí creo que es fundamental ligar las dos cosas. Se potencia la gastronomía y la cultura, es decir, el vino es mucho más que vino. El vino arrastra todo lo demás hacia lo positivo. El enoturismo está en un punto muy importante, pero creo que le resta mucho por alcanzar”, planteó por su parte el presidente del Consejo Regulador de la D. O. Ribera del Duero, Enrique Pascual García.
Miguel Ángel Gayugo, quien trabaja en la Bodega Avelino Vegas, es también el representante de la Ruta del Vino Ribera del Duero. Este explica que para estar certificados tienen que pasar por auditorías de calidad bajo el Ministerio de Comercio de España.
“El embajador turístico es el vino y a partir de ahí presentamos nuestra cultura. Estamos mostrando nuestro patrimonio a través del vino. La Ruta del Vino nos ayuda a fidelizar al cliente. Las personas visitan una bodega subterránea, un restaurante y eso se nos va a quedar para siempre. A través del vino se descubren nuestros pueblos”, explicó Gayugo.
La vendimia es entre septiembre y octubre, por lo que esos meses son los más fuertes para el enoturismo.
“(Ribera del Duero) Es una tierra de contrastes, podemos hacer casi turismo a la carta, pero teniendo siempre en cuenta el protagonista principal que es el vino”, explicó el representante de esta ruta en la que se identifican hoteles, bodegas, fincas, museos y restaurantes participantes con un letrero de certificación.
Es la segunda o tercera ruta más visitada en España, pero la que más la gente repite, según los datos. Gayugo dijo que los tres puntos fuertes que se quieren mostrar con el esfuerzo son: accesibilidad, sostenibilidad y digitalización.