Del CPI.
Cuando a Virgen Báez Arocho se le va la luz en su casa durante una tormenta, sabe que lo próximo que perderá será el servicio de agua potable. Eso es lo que le pasa desde el huracán María en el 2017.
Por eso, antes de que el huracán Fiona azotara a Puerto Rico el 18 de septiembre, Virgen hizo todo lo que pudo para prepararse. Recogió agua de lluvia en cubos y compró una cisterna para asegurarse de que ella y su hija de 30 años, que tiene esclerosis múltiple, tuvieran suficiente agua luego de la tormenta.
Los residentes del barrio Cuchillas en Moca, donde reside Báez Arocho, dependen de un sistema de bombeo para llevar agua monte arriba hasta sus casas. Esta es una de las miles de comunidades que podrían haberse beneficiado de casi $5,600 millones en fondos federales prometidos para la reconstrucción del sistema de agua potable y alcantarillado luego del huracán María.
En esa ocasión, se estima que al menos 4,600 personas murieron, en gran parte debido al colapso por meses de los servicios de energía eléctrica y agua potable. Hubo decenas de muertes por enfermedades que se transmiten por agua como la leptospirosis, una bacteria que se puede contraer al entrar en contacto con agua o tierra que contengan orina u otros fluidos del cuerpo de animales infectados.
Cinco años después de María, el sistema eléctrico de Puerto Rico está igual o peor a pesar de los miles de millones en fondos que fueron prometidos desde Washington, D.C. para la reparación y fortalecimiento de este sistema. La distribución de agua en Puerto Rico — un sistema compuesto de represas, plantas de filtración, estaciones de bombeo, tanques y pozos — depende del funcionamiento de la red eléctrica.
El pasado 18 de septiembre, ambos sistemas colapsaron nuevamente con Fiona, un huracán categoría 1.
En ese momento, el 75% de las 917 estaciones de bombas de agua y 227 pozos que maneja la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) carecían de un generador como sistema de respaldo, según datos entregados al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) y The Washington Post. Un análisis de ambos medios encontró que, a pesar de la disponibilidad de miles de millones en fondos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y del Departamento de Vivienda Federal (HUD en inglés) desde el 2018, se ha designado menos del 1% para la compra de generadores de emergencia en la AAA.
En cambio, la Autoridad implementó una estrategia de reservar generadores durante la temporada de huracanes y alquilarlos al momento de una emergencia. Pero la mayoría de los generadores alquilados no fueron instalados hasta después de Fiona. Tampoco contaban con suficiente diésel para su operación.
El colapso del sistema eléctrico, y la ausencia de suficientes generadores en las instalaciones de la AAA, causó que miles de personas estuvieran sin el servicio de agua potable durante varios días y, en algunos casos, semanas. La falta de luz y agua potable tras Fiona aumentó el riesgo de enfermedades como la leptospirosis: el Departamento de Salud informó de 25 casos confirmados y 81 probables.
La falta de un sistema de respaldo energético en Puerto Rico en momentos en que ocurren apagones constantemente ha sido el resultado de decisiones de oficiales del Gobierno de Puerto Rico, así como también de procesos técnicos y lentos para el desembolso del dinero de FEMA y HUD. La experiencia con Fiona es la más reciente muestra de la vulnerabilidad de los servicios esenciales como el agua y la luz, a pesar de la disponibilidad de fondos federales de reconstrucción.
Según FEMA, la agencia federal flexibilizó en el 2021 el proceso de aprobación de fondos, lo que debería acelerar los proyectos de la AAA. FEMA identificó tres proyectos de la Autoridad financiados con fondos federales que ya están completados o en proceso. Ninguno conlleva la instalación de generadores.
Ante la llegada de Fiona, la AAA esperaba que el sistema eléctrico funcionaría, según su presidenta, Doriel Pagán, aún con la poca confiabilidad de la red energética, cuyo plan de reconstrucción — con más de $9,500 millones en fondos de FEMA — apenas comienza.
La AAA apostó al alquiler de 235 generadores para atender la necesidad de estos en sus instalaciones luego del huracán. De esta cantidad, cuatro no funcionaron al ser instalados, según la corporación pública. También escaseó el diésel necesario para operar los generadores día y noche.
Aunque existen fondos de FEMA disponibles para la compra de generadores, el proceso para obtener este recurso de respaldo es lento, según admitió un oficial de la AAA. Por otra parte, FEMA reembolsa al Gobierno por los gastos de alquiler y uso de generadores rentados durante emergencias. Cuando no hay emergencias, Acueductos debe pagar por el mantenimiento de sus generadores.
De los más de $5,100 millones en fondos de FEMA asignados a la AAA, unos $196 millones habían sido desembolsados al 28 de noviembre. La mayoría ha ido a proyectos de infraestructura que, si bien mejoran el servicio, se verían afectados de todas maneras ante la falta de energía.
El resultado es un sistema vulnerable de distribución de agua potable, que deja a comunidades alrededor de la isla a su suerte.
Más de una treintena de alcaldes del Partido Nuevo Progresista (PNP) y del Partido Popular Democrático (PPD) entrevistados para esta historia coincidieron en que luego de Fiona, la AAA fracasó en tener suficientes generadores y combustible para sus instalaciones. Además, algunos alcaldes se quejaron porque la AAA tampoco tenía suficientes camiones cisternas para suplir agua. El alcalde de Naranjito, Orlando Ortiz Chevres, indicó que tuvo que alquilar siete vehículos de este tipo porque la AAA no tenía suficientes.
“Queremos ser resilientes,” dijo el alcalde de Utuado, Jorge Pérez. “Pero si no hay agua potable, es poco lo que podemos hacer. Nos está pasando a todos”.
A dos semanas del embate de Fiona, Báez Arocho seguía sin agua. La mujer de 54 años terminó en el hospital con su hija, cuando consideró que moverse de su casa era lo más prudente para asegurar su bienestar al prolongarse los días sin el servicio de luz y agua.
“¡Estamos en crisis!”, dijo llorosa Báez Arocho mientras un grupo de vecinos la consolaba.
‘Sumamente oneroso’
En el 2017, después de los huracanes Irma y María, FEMA proveyó generadores temporeros y también cubrió todos los gastos de emergencia de la AAA; casi $200 millones, que incluyeron el alquiler y la operación de generadores. En cinco años, se han identificado más de $5,100 millones en fondos de FEMA para que la AAA reconstruya su sistema y mitigue riesgos como el huracán María.
De los fondos asignados, FEMA consideró como elegible la instalación de 43 nuevos generadores a un costo de $14.3 millones, según identificó el plan de la AAA en ese momento. Esto se trabajaría a través de FAASt, un proceso especial establecido en 2020 para acelerar la aprobación y desembolso de fondos de reconstrucción de FEMA. Bajo este programa, la AAA tiene flexibilidad sobre el uso que dará a este dinero, explicó Juan Muñoz Torres, director de asuntos externos de la agencia.
La AAA ha decidido usar este dinero en proyectos de infraestructura a largo plazo que, aunque eventualmente podrían incluir la instalación de un generador, siguen en planes y podrían tardar años en completarse.
Solo un proyecto para la instalación de cuatro generadores en la Planta Enrique Ortega en el río La Plata, en Toa Alta, y que recibiría unos $14 millones, ha recibido la aprobación de FEMA. La construcción en esta instalación, que sirve a casi 400,000 clientes, no comenzará hasta el 2024, según la AAA.
Hace dos años, la AAA también pidió $50 millones en fondos de HUD para instalar generadores alrededor de Puerto Rico. Pero la solicitud nunca “ha sido aprobada”, indicó la AAA. Ni la corporación pública ni el Departamento de la Vivienda, que administra estos fondos, contestaron por qué se rechazó el pedido.
En noviembre de 2021, la AAA identificó una necesidad de 589 generadores de emergencia, esta vez bajo otro programa de HUD para mejoras a la red eléctrica. El DV dijo que el pedido de la AAA surgió como parte de la planificación del Programa para la Fiabilidad y Resiliencia de la Energía Eléctrica, o ER2, que aún no ha comenzado. “Al no haber un programa disponible para someter formalmente, este proyecto no se ha rechazado”, expresó la agencia.
En declaraciones escritas, HUD admitió que “el ritmo de la recuperación tiene que mejorar”, y que contempla iniciativas dirigidas a garantizar el acceso a agua potable en los hogares.
Aunque en la AAA entendía en esos momentos que era necesario este dinero para adquirir generadores, ahora hay otras prioridades para el uso de los fondos federales, según la presidenta de la AAA.
“Tenemos que priorizar…”, dijo la ingeniera, al insistir en que “es sumamente oneroso el mantenimiento y la operación de más de 2,000 generadores”, que se necesitarán si se pone uno en cada instalación. En algunos casos, según ella, ni siquiera hay suficiente espacio dentro de las instalaciones para colocar un equipo de este tamaño.
La estrategia de la AAA ha sido usar fondos propios para comprar, reservar y alquilar generadores, con el objetivo de cubrir 1,575 instalaciones críticas, o cerca del 70% del sistema.
Sin embargo, no existe una alternativa de respaldo para el resto de las instalaciones de la AAA para cuando la energía eléctrica falle de manera que se garantice el suministro de agua potable a toda la ciudadanía.
La adquisición e instalación de generadores “no es la opción más costo-efectiva, ni la de un país de avanzada, pero dado el grado de deterioro en que está el sistema eléctrico de Puerto Rico, creo que es necesario”, dijo Juan Alicea, presidente del Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico y ex director ejecutivo de la AEE.
Ante lo oneroso, económica y ambientalmente que resulta la instalación y mantenimiento de generadores, el exmiembro de la junta de directores de la AAA, Félix Aponte, dijo que cuando perteneció a la junta de la AAA (2014-2020) insistió en evaluar la instalación de sistemas fotovoltaicos como respaldo para las instalaciones de agua, en lugar de generadores.
En Puerto Rico “tenemos sol todo el tiempo y hay instalaciones que las podríamos por lo menos suplementar [con energía renovable]. Era un punto a futuro, desde un punto de vista estratégico, pero no me compraron el argumento”, recordó Aponte.
Apuesta a corto plazo
En total, la AAA contaba con 1,235 generadores instalados previo a la llegada de Fiona. Además, Acueductos tenía 235 unidades reservadas para alquiler y que serían instaladas de ser necesario después del huracán. Con esta cantidad, la AAA cubriría casi la totalidad de las 1,575 instalaciones críticas, según Pagán.
Desde 2020, la AAA entró en acuerdos con varias compañías para que durante la temporada de huracanes — del 1 de junio hasta el 30 de noviembre — les reserven cierta cantidad de generadores. Durante esos seis meses la corporación pública paga un precio de reserva. En 2022, el pago mensual por reservar 235 generadores fue de $673,507, según los documentos de la licitación para esos contratos. No obstante, con la llegada de Fiona, la AAA necesitó instalar esos generadores en distintas instalaciones por lo que entró en vigor una tarifa mensual de alquiler que es dos o tres veces más alta que la de reserva.
Según la corporación pública, es más costo efectivo reservar y alquilar generadores que adquirirlos.
Algunos expertos, sin embargo, consideran que estos contratos son costosos e ineficientes.
“Eso te alivia el [costo de] mantenimiento, pero en el servicio público eso es bien difícil de poder justificar, especialmente cuando vienen las auditorías del Contralor y demás. Por lo tanto, no lo veo como algo atractivo”, dijo el ingeniero Alicea.
Dos días antes del paso de Fiona, la junta de directores de la AAA sostuvo una reunión en la que en los últimos 15 minutos, a preguntas del representante del consumidor Héctor Sánchez, se discutieron los preparativos para el huracán, incluyendo el tema de los generadores, según constató el CPI al examinar la grabación de la reunión. Pagán aseguró que ya habían puesto 55 generadores en sus instalaciones más críticas de los que había en reserva para después del huracán.
Al momento en que llegó Fiona, casi la mitad de las instalaciones manejadas por la AAA, unas 937 de 2,172, carecían de un generador, según datos provistos por la corporación pública.
“Bueno, uno siempre parte de que el sistema va a funcionar y que vamos a tener energía. No fue el caso”, dijo Pagán al ser cuestionada por la falta de generadores suficientes después de Fiona. “Si sumas los [generadores] instalados ese día, más los 235 [alquilados en reserva], te suman casi [el total de] las instalaciones críticas”, añadió.
‘A la hora de la verdad’
Luego del huracán Fiona, la AAA solicitó 383 generadores de emergencia a FEMA. A nueve días del evento atmosférico, sólo habían instalado 13, y al final llegaron 54 generadores. Según FEMA, hubo casos donde el acceso a estos lugares era difícil, imposible o denegado, o la energía eléctrica ya había regresado.
La Autoridad subestimó el impacto del huracán y no estaba preparada, lo que afectó el servicio de agua potable durante la emergencia, manifestaron residentes y alcaldes.
Dos de las principales plantas — La Plata y Antonio Vázquez — quedaron mayormente inoperantes durante horas. La primera no tenía generador y en la otra el equipo falló. Las plantas de filtración en Jayuya y Morovis tampoco contaban con generadores.
La AAA sostuvo que además de la falta de energía, las hasta 30 pulgadas de lluvia que cayeron durante días afectaron sus plantas de agua debido al alto nivel de turbidez.
Varios alcaldes relataron experiencias similares después de Fiona: la AAA falló en tener suficientes generadores, camiones cisternas y diésel en sus pueblos. En el caso de aquellos que recibieron generadores alquilados de parte de la Autoridad, hubo denuncias de que no podían suplir la potencia que requerían las estaciones de bomba a las que se llevaron.
El alcalde de Adjuntas, José Soto Rivera, se quejó porque, después que la AAA envió un generador a través de un contrato de reserva y alquiler, el equipo no fue instalado ni tenía diésel para su operación.
“Trajeron un generador como un vagón grande y no daba la capacidad para esa bomba”, dijo el alcalde de Toa Alta, Clemente Agosto, refiriéndose a la bomba del sector Convento. “Se colgaron porque hicieron un movimiento bien grande y ellos tenían que saber la capacidad. Nunca trabajó”, recordó.
El alcalde de Moca, Ángel Pérez Rodríguez, destacó que “la gran mayoría de nosotros [los pueblos montañosos] dependemos de los sistemas de bombeo”. De las 13 instalaciones de la AAA que tiene ese municipio, seis carecían de generador, dejando a casi 12,000 personas sin agua.
El municipio de Moca pudo suplir dos generadores, según su alcalde. Los alcaldes de otros diez pueblos de la montaña dijeron que también tuvieron que buscar generadores después de Fiona para las instalaciones de agua en sus municipios. De los 33 alcaldes entrevistados, 16 dijeron que proveyeron diésel para los generadores eléctricos, en momentos que escaseaba el combustible.
Los suplidores de diesel de la AAA tuvieron dificultades para hacer su entrega por la escasez que surgió en esos días, según la corporación pública. Ante la necesidad del diesel en la Autoridad, la Administración de Servicios Generales le tuvo que echar una mano con parte de una compra de emergencia de 250,000 galones de diésel. Otras agencias como el Departamento de Transportación y Obras Públicas y la Autoridad de Energía Eléctrica también tuvieron que compartir parte de sus limitados suministros con la AAA.
En el caso de Moca, Pérez Rodríguez calculó que suministró 200 galones de diésel y, a diez días de Fiona, todavía no había regresado el servicio de agua a todos los sectores del municipio de 35,000 residentes.
El alcalde recordó una reunión con oficiales de la AAA antes de Fiona, en la que aseguraron estar listos para enfrentar la emergencia, incluyendo un posible apagón.
“Pero a la hora de la verdad…”, lamentó Pérez Rodríguez, quien contó cómo miembros de la comunidad del barrio Naranjo y empleados municipales repararon por su cuenta el motor de un generador de la AAA para energizar una bomba.
‘Esto no es vida’
Tras el paso de Fiona, el barrio Cuchillas de Moca estuvo tres semanas sin agua, el mismo tiempo que estuvo sin el servicio en 2017 a consecuencia del huracán María.
Los residentes de esta comunidad usaron cubetas y toallas para bañarse y reciclar agua para bajar los inodoros. Algunos de los residentes gastaron más de $100 semanales para llenar sus cisternas o comprar agua. Aquellos que no podían cubrir este gasto, recogieron agua de ríos y quebradas, poniendo en riesgo su salud.
“Aquí todo el mundo tiene una pick-up porque saben que la necesitan para cargar agua’', dijo Adalberto González, residente del barrio Cuchillas, en Moca.
Báez Arocho buscó alternativas para sobrevivir sin electricidad ni agua mientras lidiaba con la salud de su hija y la suya: durante los días siguientes a Fiona, su condición de artritis reumatoide empeoró, con dolor en las articulaciones y sus piernas hinchadas. Cualquier resiliencia que Báez Arocho había desarrollado a lo largo de los años se estaba agotando rápidamente.
En Moca, el servicio de energía eléctrica regresó al casco urbano nueve días después de Fiona, y al otro día llegó el agua. Pero en el barrio Cuchillas, un transformador explotó y estuvieron 16 días sin luz.
Juan Arocho Nieves, de 57 años y residente de Cuchillas, captura el agua de lluvia en cubos y cisternas para tener agua cuando falla la AAA. A más de dos semanas de Fiona, el hombre echaba cloro a parte del agua que había recogido de la lluvia para lavar las sábanas de su madre que está en cama.
“Esto no es vida”, dijo Arocho Nieves, un líder comunitario que por años ha reclamado a la AAA que instale un generador en la bomba y provea el mantenimiento necesario. “Nos salva la lluvia pero, ¿nuestro gobierno? ¿Nos estarán prestando atención”, añadió.
El servicio de agua regresó tres semanas después.
“Es como si viviéramos en un desierto, en una isla tropical”, dijo Arocho Nieves.
Para Báez Arocho, las semanas que estuvo sin agua ni luz sirvieron para recordar la lección que aprendió después de María: no puede contar con la ayuda del Gobierno después de una tormenta. A pesar de invertir en paneles solares, una cisterna y un generador de $500, no pudo garantizar la seguridad de su familia.
Su hija ya regresó a la casa, aunque continúan a merced del sistema eléctrico de Puerto Rico. FEMA suministró un generador que energizó la bomba que suministra agua al barrio Cuchillas, pero una vez se restablezca la electricidad será retirado. Los residentes temen que lo quiten, llegue otra tormenta y se vaya la luz — y el agua — nuevamente.
“Uno se prepara, eso lo aprendimos de María, pero hay cosas que se te van de la mano”, dijo Báez Arocho.