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Frustrada la comunidad sorda ante falta de intérpretes

En Puerto Rico, hay 250 mil personas sordas, y muchos de ellos enfrentan dificultades para atender su salud

En un mundo donde la comunicación es vital, hay personas que utilizan un lenguaje muy particular, pero no es comprendido por la mayoría de la sociedad; se trata de la comunidad sorda.

Cecilia Rivera tiene padres oyentes, que desde pequeña la llevaron a tomar terapias del habla, pero no hubo progreso en su voz. No fue hasta que la atendió un audiólogo que se supo que es sorda profunda de nacimiento. Sus padres no conocen el lenguaje de señas, por lo que siempre se ha tenido que comunicar con ellos por labiolectura.

No obstante, aprendió el Lenguaje de Señas en el Colegio San Gabriel para sordos, en San Juan. Al graduarse, fue a la Universidad de Puerto Rico en Carolina (UPRC) para especializarse como trabajadora social, pero fue retante para la joven acostumbrarse a estar con personas oyentes y hacer presentaciones en clase, al frente de todos, con un intérprete. Ante esto, decidió no culminar sus estudios y hoy es técnica de Vida Independiente en la organización sin fines de lucro Movimiento para el Alcance de Vida Independiente (MAVI) en Arecibo.

La historia de Emil Melenciano, de ascendencia dominicana, es similar, pues es sordo profundo de nacimiento y, aunque sus padres sabían un poco del lenguaje de señas, se comunicaban mayormente por labiolectura. Melenciano acudió a terapias del habla para entender la cultura del oyente. También, asistió al Colegio San Gabriel y su meta siempre ha sido ayudar a personas de la comunidad sorda, algo que está logrando en la empresa Intérpretes de Lenguaje de Señas de Puerto Rico (ILSPR).

Desafíos en la salud

Ambos entrevistados concuerdan que su mayor desafío en Puerto Rico es el acceso a un intérprete de lenguaje de señas en servicios médicos, tanto para atender su salud mental como física.

El Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, en colaboración con la Oficina de Enlace con la Comunidad Sorda (OECS), realizó una encuesta que mostró que la mayoría de los encuestados, totalmente sordos, han tenido dificultades al recibir servicios en los hospitales y oficinas médicas.

Melenciano relató que, hace un tiempo atrás, fue a un psicólogo con su madre, “y, ese día, yo me molesté un poco porque el psicólogo estaba hablando muy rápido, primeramente, haciendo muchas preguntas, lo cual yo pues no entendía nada, nada, nada, pero nada. Y mi mamá tratando de ayudarme, me hacía señas…y yo decía, mira mamá, no entiendo, voy a renunciar de esto, yo no quiero, no voy a continuar”.

Sin embargo, como parte de su trabajo en ILSPR, acompañó a otra persona de la comunidad sorda a un psicólogo, esta vez como su intérprete. Allí, se encontró con un intérprete oyente, algo que le sorprendió, pues reconoce que no están accesibles en todos los lugares.

En el caso de Rivera, esta no ha tenido situaciones relacionadas a su salud mental, pero reconoce dichos retos. “En el área de salud mental es bien necesario proveer a un intérprete. Ellos son los que tienen que proveer a un intérprete porque es que el plan médico mismo lo paga. Acuérdate que esos son fondos federales designados específicamente para eso”, destacó.

Por su parte, Rivera fue a atenderse en un hospital y la experiencia no le fue muy agradable. Tenía un fuerte dolor de estómago y le indicaron que no le podían proveer un intérprete, que debía ser a través de una videollamada con un intérprete remoto (VRI, por sus siglas en inglés). Ante esto, insistió que fuera en persona “porque es bien, bien difícil…yo me tengo que esforzar entre dolor, entender el VRI, mirar al intérprete, escuchar al médico”.

Melenciano ha llamado a oficinas médicas para asegurar que lo atienda un intérprete y le dicen que estará presente, pero, cuando llega a su cita, no está porque se les olvidó. Asimismo, le indican que no tienen intérpretes por el costo, entre otras excusas.

El director ejecutivo de la OECS y defensor interino de la Defensoría de las Personas con Impedimentos (DPI), Juan José Troche Villeneuve, sostuvo, en declaraciones escritas, que “trabajamos de la mano con otras agencias, incluyendo con la ASSMCA (la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción), para garantizar los servicios de salud mental a la población sorda porque, además de brindar servicios de intérprete, enlace, gestoría y referidos, coordinamos servicios a los sordos entre las diferentes agencias del gobierno de Puerto Rico”.

En el informe anual de la OECS, se indica que, mediante contrato, proveen intérpretes utilizando el VRI para brindar los servicios, mientras asignan a intérpretes.

Línea PAS

La administradora de la ASSMCA, Carmen Bonet Vázquez, estableció, en declaraciones escritas, que “la Línea PAS (Asistencia Personal de Servicios, con siglas en inglés) recibe un promedio de cinco a seis intervenciones mensuales de personas sordas, a quienes los profesionales de la conducta humana les ofrecen servicios a través del chat lineapas.assmca.pr.gov. Aunque tenemos disponibles el número TDD tel:1-888-672-7622, hemos identificado que las personas de la comunidad sorda prefieren utilizar la tecnología y escribir por el chat de la Línea PAS”. El número TDD, mencionado en la cita, se refiere a un dispositivo que permite la comunicación por texto para personas con dificultades auditivas o de habla.

“En la mayoría de los casos, la petición de servicio a la Línea PAS de ASSMCA la hacen cuando experimentan una crisis, una pérdida de algo o alguien que ha sido significativo en su vida, así como por manejo de estrés, ansiedad, tristeza, inseguridad, inquietudes”, añadió Bonet Vázquez, refiriéndose a la comunidad sorda.

Asimismo, anticipó que, como parte del mes de la concienciación de la comunidad sorda, el próximo 23 de septiembre anunciarán un nuevo servicio para comunicaciones telefónicas visuales provistas por el gobierno federal en la Línea PAS.

Experiencia en el huracán María

Cecilia Rivera compartió que tras el paso del huracán María, en 2017, permaneció junto a su familia y fue bien difícil para esta comunicarse con los ciudadanos, ya que, por la falta de Internet, no se podía comunicar a través del VRI. En las gasolineras y otros negocios no la entendían, por lo que optó por llevar por escrito todo lo que necesitaba para que le brindaran lo que buscaba. Junto a MAVI de Arecibo, llegó a los hogares de personas sordas y con impedimentos para brindarles comida, equipos de emergencias y otra ayuda.

En cuanto a Melenciano, se quedó en la casa de su madre, con su esposa y las mascotas. Enfrentó la misma dificultad en poder comunicarse, “no había luz, no se podía ver la televisión y saber qué es lo que estaba pasando. ¿Dónde hay un intérprete para saber? ¿Dónde están los servicios? ¿Los policías no saben señas? ¿En los hospitales? No, tampoco, pues, quizás hasta los vecinos, pues, tampoco saben señas”.

“Fue difícil, fue frustrante, era como si todo estuviese apagado”, añadió.

En otros fenómenos atmosféricos más recientes, como la tormenta Ernesto, indicaron que tuvieron dificultades en informarse de lo que aconteció, principalmente por televisión. Mencionaron que deben tener intérpretes y, en los canales que los tienen, la persona debe abarcar más la pantalla.

“Se necesita que se vean grandes las manos para que se pueda entender. Si la televisión es pequeña, pues, se va a ver bien pequeñito ahí las señas, bien chiquititas, y no se va a entender lo que se está diciendo”, puntualizó Melenciano.

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