El Covid-19 jamás se irá. Lo que estamos viviendo con los aumentos y bajas será nuestra “normalidad”. ¿Vamos a vivir el resto de nuestras vidas recibiendo órdenes de “pónganse las mascarillas”, “se la pueden quitar”, “póngansela de nuevo”, “cierren el Choliseo”, “Ya pueden abrirlo”, “Restaurantes a 75% de ocupación”, “bajen a 50%”, “aumenten a 100%”, “vamos a clases presenciales”, “¡No, no, no! Aguanten, vámonos virtual!”? ¿En serio?, ¿el resto de nuestras vidas así?. Me parece ridículo a estas alturas.
Contrario al 2020, hoy hay pruebas, tratamientos y sobre todo, lo más importante: vacunas. En el caso de las pruebas hubo una crisis en las navidades pasadas, pero la escasez fue normal y se repetirá si la ciudadanía vuelve a salir en estampida a comprar o hacerse todas las pruebas que pueda, las necesite o no. Es como cuando salen en estampida a acaparar la gasolina disponible porque los camioneros amenazan con paro, cuando viene una tormenta o cuando el sistema energético falla. No es que haya crisis, es que la creamos.
Todos nosotros estamos y estaremos en deuda con todos los componentes del sistema de salud público y privado, entiéndase médicos, enfermeras y enfermeros, tecnólogos y el personal que nos recibía y recibe en sus facilidades. Ahora bien, si aumenta los contagios, gran parte de la clase médica, como profesionales de la salud, está en su ADN pedir mayores restricciones, suspensiones de eventos, etc. Es su naturaleza. Ahora bien, y con el mayor respeto a ellos, no quiere decir que cada vez que digan que hay que cerrar, haya que hacerlo.
El gobierno responde en muchas ocasiones a la presión de los medios y la opinión pública, pero creo que si va a operar bajo ese modelo, no debe ordenar cosas imposibles de cumplir porque el reconocer luego que no tiene la capacidad para hacer valer lo que ordena, pierde credibilidad e incluso pierde autoridad, respeto… digo, si es que eso último existe con el gobierno. El 18 de abril pasado el gobernador Pedro Pierluisi ordenó el uso obligatorio de mascarillas en eventos multitudinarios de más de mil personas. El 25 de abril, tan solo 7 días después de su orden, cerca de 20,000 personas fueron al concierto de Juan Luis Guerra en el “Choliseo” y de Ana Torroja en el Coca Cola Music Hall. La inmensa mayoría no tenía mascarillas durante el concierto.
Cuando se cuestionó cuáles serían las consecuencias por la evidente violación a la orden ejecutiva, el gobierno dijo: “ninguna”. Entonces, ¿para qué emiten una orden que no tendrá consecuencias? Como les digo, pierden credibilidad y autoridad. De hecho, cuando se emitió la orden la positividad estaba en 19.88% y las hospitalizaciones en 141. Cuando aumenta la positividad a 22.71% y las hospitalizaciones a 183, el gobernador dice que no hay que estar emitiendo órdenes. Entonces, si no amerita órdenes a mayor positividad y hospitalizaciones, lo lógico sería mucho menos emitirlas cuando hay menos. Esto hace ver, en mi opinión, que la orden del 18 de abril fue para cumplir con alguna presión de los médicos, de los medios y/o de la opinión pública. Se prevé que pueda seguir subiendo, no obstante, entiendo que por los menos y no se puede seguir castigando a la mayoría de la población que cumple, que se vacuna y se protege.
Somos adultos, las vacunas están, funcionan y están evitando que los hospitales y los cementerios se llenen. Cuando comenzó la vacunación masiva en marzo del 2021, cayeron estrepitosamente las hospitalizaciones y muertes. En las navidades pasadas se disparó el contagio, las hospitalizaciones y aumentaron las muertes. La ciudadanía había bajado la guardia en la vacunación y en la protección general. Con el susto de los aumentos salieron nuevamente en estampida a vacunarse. ¿Qué ocurrió? Bajó todo nuevamente. No hay que ir a Harvard ni montar una caseta frente al Capitolio para correlacionar el aumento de vacunas con la reducción de las hospitalizaciones y muertes. El fanático que quiera negarlo, pues véalo como lo que es: un fanático. La tasa de positividad, insisto, debe servir para alertar, no para restringir.
¿Qué debe ocurrir a estas alturas?
El gobierno debe eliminar las órdenes ejecutivas y administrativas, y reforzar la campaña de vacunación y protección. A estas alturas el estado no puede estar detrás de la ciudadanía como “niñera”, mucho menos por la presión mediática. Hemos tenidos altas y bajas, y así seguirá. La persona que no pueda vacunarse por ignorantes, los que no quieran porque sencillamente no quieren, los que no puedan por razones justificadas y las personas que aún vacunadas son vulnerables deben tomar ellas mayor protección y autoimponerse restricciones. Si no quieren, pues saben las consecuencias, pero porque no quieran, no es razonable imponerle restricciones a los demás. Yo seguiré usando mascarilla cuando entienda y me pondré las vacunas que sean necesarias.