Hoy en día vivimos la vida con una velocidad sorprendente. Los múltiples compromisos que tenemos y las obligaciones en que incurrimos nos requieren cada vez más atención y tiempo para ser exitosos. No es raro aquel o aquella que, dado sus compromisos laborales, tenga que dedicar incontables horas a sus tareas diarias, teniendo, por ende, menos tiempo para compartir con su familia y amigos. Eso, a primera vista es inevitable. Sin embargo, por difícil que sea, es importante que nos detengamos a pensar en cómo utilizamos ese valioso tiempo lejos de los nuestros, para hacer el bien. ¡Que valga la pena!
No puedo precisar cuántas veces me he cuestionado esto en mi vida, y estoy seguro de que no soy el único que lo ha hecho. Aunque soy consciente de que el tiempo no se recupera, soy agradecido de tener la comprensión de mi familia en esta ardua tarea y la confianza de la gente que en dos ocasiones me ha elegido para representarlos. Por esto y mucho más, hoy quiero dar gracias.
Primero a Dios. Vivo agradecido. También a mi familia por su apoyo y por hacerme sentir que valoran mi esfuerzo y entienden mi pasión por lo que hago. No tengo palabras para agradecer la comprensión y el apoyo de mi esposa. Gracias por ser solidaria, sincera y por ser columna en mi vida. Te amo. Gracias a mis hijos. Gracias por cada palabra de aliento, consuelo y entendimiento en esos días en los que no he podido estar físicamente porque he estado atendiendo mi función. Lo hago con la esperanza de aportar a que ustedes tengan un mejor Puerto Rico. Los amo. Gracias a mis padres por inculcarme los valores que me sirven de brújula en tiempos difíciles. Gracias a cada una de las manos que me han ayudado en este caminar.
Hoy, quiero dar gracias por la oportunidad de servir cada día. A Puerto Rico, gracias por la confianza que han depositado en mí con su voto. Gracias por sus palabras de apoyo y cariño en la calle. Ese agradecimiento lo continuaré expresando con trabajo, honestidad y esfuerzo. ¡Gracias!