En las próximas semanas, comenzarán a celebrarse las graduaciones de los estudiantes de las escuelas públicas, colegios y universidades alrededor de toda la isla. Son eventos de felicidad, de regocijo familiar, de orgullo por un ciclo logrado, de mirar hacia adelante en búsqueda del próximo paso, de la mirada al futuro y de la meta cumplida.
Por todo eso, tenemos que felicitar y ser cómplices de la alegría de las fotos, de las publicaciones en las redes con toga, birrete y diploma en mano, de la satisfacción familiar, de los abuelos emocionados, de la mirada de la maestra, de la guía, del profesor al alumno, del deber cumplido y por otra obra completada, e incluso del letrero frente a la casa para que el vecindario se entere de que “aquí vive un graduando.”
Cada vez que se celebra con entusiasmo una graduación en una de nuestras escuelas públicas, son muchas las alegrías, por encima de los pesares, la algarabía colectiva de ver, como diría el cantante, “a los locos bajitos” cumplir el objetivo trazado, el grupo de adolescentes que en par de meses serán universitarios, que entrarán a un nuevo mundo con nuevas metas y llenos de incertidumbre y complejidades.
Las graduaciones son recordatorios de reafirmación en la educación y la formación humana, de la imperiosa necesidad de fortalecer la escuela pública, de apoyar en todos sus sentidos a las maestras y maestros, en reivindicar los derechos de las y los estudiantes de diversidad funcional. Además de rechazar la privatización de nuestro sistema y exigir el derecho a una educación pública y gratuita.
Tendremos graduaciones en nuestros once recintos de nuestra universidad pública, con miles de graduandos en múltiples disciplinas y profesiones, demostrando una vez más lo fundamental que es la UPR para la sociedad puertorriqueña, que a pesar del odio y la saña de la Junta de Control contra la Universidad y su obscuro y asqueroso deseo de destruirla, sigue en pie graduándose “gente de la buena”, deseosa de contribuir al país y reconstruir la sociedad.
Vamos a celebrar el triunfo de nuestra niñez y nuestra juventud, con la conciencia, la solidaridad y lucha de proteger, preservar y transformar nuestro sistema de educación.