El pasado lunes, anuncié mi intención de convertirme en el próximo gobernador de Puerto Rico.
Esta decisión la tomo consciente de los retos que estamos atravesando como país, con el compromiso de trabajar intensamente para satisfacer las necesidades de nuestra gente y con la disciplina, honestidad y entrega que se necesitan para echar a Puerto Rico hacia adelante.
Todos amamos nuestra Tierra y nos duele ver el detrimento en la calidad de vida de nuestra gente. Para tener un país productivo tenemos que garantizar que la gente tenga razones para vivir y desarrollarse aquí. Y para eso se necesita calidad de vida. No es permisible que todos los días, miles de puertorriqueños tengamos que pasar vicisitudes con infraestructura destruida a pesar de miles de millones asignados para reconstruir. Es inaceptable que nuestra gente tenga que esperar meses para conseguir una cita en especialistas médicos, o peor aún, transitar largas distancias para conseguir un servicio médico durante una emergencia. Estos son solo dos ejemplos de realidades que vivimos en Puerto Rico. Eso no es calidad de vida.
Esto sucede, en cierta medida porque que quienes nos gobiernan, se han enajenado de la realidad que vive nuestro pueblo en los asuntos más básicos de la vida. Llegaron al poder haciendo promesas que sabían estaban escritas en el aire.
Para gobernar, se necesitan múltiples cualidades. Se necesita sensibilidad y empatía. Más convicción y menos ambición. Más deseos de poner a funcionar la estructura de Gobierno en beneficio de los ciudadanos.
No basta con conocer los problemas de las personas. Es necesario conectar con ese ciudadano y su problema, con esa situación, y poder resolver las dificultades básicas y diarias de nuestra gente. Se trata de escuchar y de identificarse. Gobernar el país, no se trata solo de prometer proyectos trascendentales, se trata además de ser trascendental en tus proyectos como Gobernante. Y se trasciende cuando se cambian vidas para bien.
Esta semana, me presenté como un puertorriqueño más que tiene un genuino interés de mejorar tu calidad de vida, sin repetir errores del pasado con promesas rimbombantes o fantasiosas. Lo que si he hecho es un compromiso inquebrantable de dar lo mejor de mí para mejorar la vida de los puertorriqueños.
Me presento ante todos, con los valores que me inculcaron mis padres, de ser honesto, leal y trabajador. Me presento como un padre que quiere construir un país en el que ellos tengan oportunidades. Me presento como el hijo de Vilma y Junior, quienes al igual que muchos en la Isla, necesitan servicios médicos accesibles y asequibles. Me presento como un hijo de esta patria, para ser su Gobernador y trabajar duro. En ese camino nos necesitamos todos. Juntos, somos la fuerza que necesita Puerto Rico.