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David Rieff: "Una opción de derecha radical en Argentina no es posible"

"Memoria" es palabra clave en Argentina. Se usa, sobre todo, para recordar —y en teoría, no repetir— los crímenes atroces del régimen militar que gobernó al país desde el 24 de marzo de 1976.

El 10 de diciembre de 1983, hace justo ahora 35 años, Raúl Alfonsín asumió la presidencia después de ganar las primeras elecciones democráticas en una década.

Desde entonces, la memoria se fue consolidando como un bien a preservar por todos los gobiernos, en especial durante los años del kirchnerismo (2003-2015).

Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández, levantaron los indultos a los represores dados durante los gobiernos de Alfonsín y de Carlos Menem y construyeron varios monumentos en honor a las víctimas del régimen.

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El historiador y periodista estadounidense David Rieff es uno de los autores que más ha analizado la memoria, sobre todo en su famoso libro "Elogio del olvido" (2016).

El excorresponsal de guerra de 66 años pasa una semana al año en Buenos Aires, tiene muchos amigos acá y está por escribir un libro sobre el caso argentino.

A propósito del aniversario de la democracia, BBC Mundo quiso retomar el debate sobre la memoria con un crítico de la misma.


Siendo Argentina uno de los casos más interesantes en términos de memoria, sorprende que en su libro no entra del todo a analizarlo.

Bueno, ahora lo voy a internar (risas).

¿Qué opina del uso de la memoria en este país?

Creo que la memoria en Argentina se ha convertido en balón de fútbol político, porque cada quien se la apropia como le conviene.

Cuando (el peronista) Néstor Kirchner fue a recuperar el ESMA (un centro de detención en la Escuela de Mecánica de la Armada), se dice que Alfonsín (radical) estaba furioso. Y con razón.

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Porque estaba dándole al peronismo propiedad sobre el lugar y estaba olvidando a una gran cantidad de argentinos que no eran peronistas y estaban a favor de la democracia. Se estaban apropiando de un hecho histórico que todos vivieron.

Dice que tiene muchos amigos en Argentina. ¿Qué le dicen de sus opiniones?

He perdido muchos amigos en Argentina, amigos de 30 años, por esto.

Cuando salió mi libro y lo fui a promocionar allá, me dijeron que en términos normales no llevarían un desacuerdo a la instancia de dejarme de hablar, pero que en este caso estaba yendo muy lejos.

Cuando las cosas se polarizan tanto, yo defiendo mucho a Alfonsín, porque fue pragmático y realista al llevar a juicio a algunos represores y a otros no.

En Argentina parece haber un consenso de que la memoria es importante. Basta ver todos los monumentos que hay.

Es una fantasía progresista pensar que se puede llegar a consensos sobre la memoria.

Todas las memorias están en disputa y ninguna memoria dura para siempre.

Cuando (el escritor) Tzvetan Todorov fue a Buenos Aires y fue llevado al Parque de la Memoria, escribió que era un mal uso de la memoria, y yo coincido, porque es un parque que no dice nada sobre la gente que fue asesinada por las guerrillas antes del golpe.

Recuerdo que mi amigo Marcelo Brodsky (fotógrafo argentino), antes de que me dejara de hablar, me dijo que las víctimas de los Montoneros (la guerrilla) eran "víctimas en otro sentido".

Y para mí, perdón, pero todas las víctimas son víctimas. Aún si el gobierno cometió crímenes, el otro lado también los cometió. Y al darle una significancia distinta a cada muerte la estás dando un contenido político.

Ese parque es la versión montonera del mundo; no es la versión argentina.

¿Cómo pensar que su mirada no es política y que no está absolviendo al régimen militar?

Te doy el ejemplo totalmente contrario para que veas lo que es darle significancia política a un hecho histórico.

Según la narrativa histórica argentina, la dictadura desapareció 30.000 personas. Pero hay quienes piensan que fueron menos (9.000).

Lo cierto es que más allá de si fueron 30.000 o no, decir que fueron menos de 30.000 es restarle importancia a los atroces crímenes de la dictadura.

Al solo cuestionar ese número, que es un símbolo, tú manifiestas el lugar político desde el que estás pretendiendo construir la historia.

Son símbolos que tienen una autoridad moral. No los puedes obviar.

El presidente argentino, Mauricio Macri, dijo alguna vez que no sabía si eran 30.000 o 9.000 desaparecidos.

Bueno, eso; es que no sabemos cuántos fueron. Pero al decir eso Macri nos está diciendo lo que piensa.

Que debe ser lo mismo que su papá pensaba y decía en el vestuario del club de tenis.

Con eso, Macri no quería decir que no sabía cuántos eran. O no solo quería decir eso. Lo que en realidad estaba haciendo era apelar a cierto sector de su electorado, que se sitúa a la derecha y que hizo mucho dinero durante la dictadura.

Se dice que la memoria es lo que impide que una figura como Jair Bolsonaro sea viable en Argentina.

Yo creo que una opción de derecha radical en Argentina no es posible primero porque para muchos argentinos el peronismo es la posición de default. Sea de derecha o de izquierda. Y como dijo Perón, no del todo equivocadamente, "todos somos peronistas".

Y luego creo que Macri, como antítesis al peronismo, supo capitalizar esa demanda por un político más técnico y no corrupto. Tú miras su campaña, en la que se mostró como un liberal no extremo ni autoritario, y ves que resultó mejor candidato que presidente.

Pero después tienes que nadie se esperaba la victoria de Bolsonaro ni la de Trump. Esto se da de la nada.

En Argentina se cree que la memoria impide la repetición. "Nunca más", suelen decir, así como "ni olvido ni perdón". ¿Qué cree de eso?

Yo puedo entender el enjuiciamiento para castigar a gente que cometió crímenes terribles. Es una decisión de una justicia y un gobierno y una sociedad que me parece razonable.

También puedo llegar a defender lo que hizo Kirchner de levantar los indultos heredados de Alfonsín, porque es cierto que hay un argumento práctico y moral a favor de judicializar a los criminales.

Lo que sí no creo es que la memoria sea un preventivo de horrores futuros. Se dijo "nunca más" después del Holocausto y ¿cuántos genocidios hubo después?

Todos los momentos de barbarie son distintos y únicos.

Las sociedades repiten o no sus tragedias por condiciones únicas a su tiempo. La historia no es un colegio ni tampoco se repite en los mismos términos.

Así hagas justicia, cada momento tiene sus complejidades y genera sus riesgos y así mantengas las memorias vivas eso no te va a prevenir otro tipo de tragedias.

Entonces sí celebra la iniciativa de Kirchner de reabrir los casos.

Es que la judicialización no es mi punto. Mi punto es que la memoria no debe sacralizarse. Porque, en general, es más útil olvidar que recordar, sin decir, por supuesto, que olvidar del todo es necesariamente bueno.

Entonces: celebro lo que hizo Kirchner, pero no condeno lo que hizo Alfonsín, porque además no creo que su objetivo fuera que la gente olvidara, sino llevar a cabo una transición eficiente.

Pero esta elevación, esta idea de deber moral de la remembranza, en nombre de la posteridad, me parece una expresión de deseo ilusoria sin fundamento empírico.

¿Cree que los argentinos se pasan de rosca con la memoria?

Yo creo que los argentinos se pasan de rosca con todo. Es un país hiperbólico.

Y lo que diría a favor de ellos, porque todo esto está sonando muy cínico, es que siempre quieren ser los primeros, y si no son los primeros quieren ser los últimos.

Me pasa mucho en Argentina que tengo que decirles, y se enojan conmigo, que Argentina no está tan mal como ellos dicen.

Deme un ejemplo.

Mira el caso de Santiago Maldonado (el activista que desapareció y murió en 2017 tras un conflicto entre policías e indígenas mapuche).

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Hay países que tienen un Santiago Maldonado al mes, pero dile eso a alguien en Buenos Aires.

Yo estaba en Buenos Aires cuando desapareció, y perdí muchos amigos por contradecir su idea de que Macri era el inicio de un nuevo gobierno represivo, autoritario.

Para mí no sonaba así, incluso si estaba de acuerdo con la versión de que (Maldonado) fue asesinado.

Pero la gente en la izquierda ni siquiera consideraba la idea de que Macri no era o es la vuelta de (el represor) Videla.

Y esa es la tiranía de la memoria: que te impide ver con claridad el presente.

¿Por qué cree que los argentinos están, digamos, obsesionados con su historia?

Me inclinaría a decir que tiene que ver con un presente tan poco prometedor y un pasado que fue mejor, pero no lo sé.

Tiendo a pensar que Argentina es uno de esos países que están obsesionado consigo mismos, como Polonia, Irlanda o México, países donde viejas batallas aún están en ebullición.

A diferencia de Chile o Brasil, países donde tú vas y no sientes que figuras políticas del pasado estén vivas. En Argentina, Perón está en todas partes, mientras que Getulio Vargas no en Brasil y cuando estoy en Chile, no veo a la gente que quiera hablar de, no sé, Eduardo Frei.

¿Es un problema ver el presente a través del pasado?

Digámoslo así: cuando las cosas están mal, la memoria es inofensiva. Pero cuando hay una crisis, la memoria es echarle leña al fuego.


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