Estas pequeñas e inofensivas palabritas pueden convertirse en un gran dolor de cabeza para muchos. ¿Cuándo se acentúan y cuándo no? Esa es la pregunta que nos hacemos a la hora de escribirlas. Si al igual que muchos todavía tienes dudas, no te preocupes. Hoy te explicaré cuándo debes ponerles el acento y cuándo no a las palabras “tu”, “el”, “mi”, “te”, “de” y “se”.
Por regla general, las monosílabas ―palabras que tienen solo una sílaba— no se acentúan, ya que se sobreentiende que la fuerza de pronunciación recae en esa sola sílaba. Por esta razón, palabras como “guion”, “truhan” e “ion” ―que son monosílabas porque forman diptongos— no se acentúan y así lo establece la nueva Ortografía de la lengua española (2010).
Ahora bien, existe un grupo de palabras monosílabas que se acentúan simplemente para distinguirlas de otras palabras de igual forma, pero distinto significado. Estas son “tu”, “el”, “mi”, “te”, “de” y “se”. En estos casos, el acento o tilde que se les coloque a cualquiera de estas palabras no marca la fuerza de pronunciación, sino que indica que esa palabra acentuada pertenece a una categoría gramatical distinta a su par idéntico no acentuado.
Tomemos como ejemplo el par “tu” y “tú”. Cuando “tú” está acentuada, es un pronombre personal —“Tú no digas nada”―; mientras que cuando “tu” no lo está, es un posesivo —“¿Dónde está tu casa?—. En otras palabras, cuando la palabra “tú” está acentuada, tiene un valor o significado diferente de cuando no lo está.
Para saber cuándo colocarle el acento a una monosílaba, debes conocer primero las distintas funciones o significados de la palabra. El acento se colocará dependiendo de estos significados. Empecemos por “el”. Cuando “el” cumple la función de artículo, no lleva acento ―“El cartero ya llegó”—. En cambio, cuando cumple la función de pronombre personal, sí lo lleva ―“Él lo ha visto todo”—.
Ocurre algo similar con la monosílaba “mi”. Cuando esta es un pronombre personal, se acentúa ―“Hazlo por mí”—; pero cuando es un posesivo, no se acentúa ―“Olvidé mi sombrero”—.
Determinar cuándo acentuar “te” es mucho más fácil. Cuando la palabra “te” se refiere a la bebida hecha a base de hierbas, siempre se acentúa ―“Esta mañana desayuné unas tostadas con té”—. No obstante, si “te” cumple la función de pronombre, no lleva la tilde ―“Ayer no te vi en la reunión”—.
De igual forma, acentuar la palabra “de” es bastante sencillo. Si “de” es una forma del verbo “dar”, lleva el acento ―“Dé un vaso de agua a ese pobre muchacho”—. Pero si “de” funciona como preposición, no lo lleva —“Vienen de lejanos países”―.
Por último, la monosílaba “se” se acentúa solo cuando es una forma del verbo “ser” o “saber” ―“Sé más discreto”, “Ya sé que ha pasado”—. En cambio, cuando es un pronombre, no se acentúa ―“Solo se han visto una vez”—.
Me parece importante aclarar que “ti” nunca lleva acento. Muchas personas se confunden y piensan que, como “mí” se acentúa, el pronombre “ti” también debe acentuarse. Pero no es así. En este caso, como “ti” no tiene otro par idéntico con distinto significado, no es necesario ni está justificado ponerle la tilde.
Espero que esta información haya aclarado muchas de tus dudas. Recuerda que las palabras monosílabas no se acentúan, excepto “tu”, “el”, “mi”, “te”, “de” y “se”, que deben diferenciarse de sus pares idénticos con distinto significado colocándoles una tilde. Así que la próxima vez que escribas cualquiera de estas palabras, espero que, en vez de dolor de cabeza, te sientas tranquilo y confiado en que las sabes acentuar correctamente.